La última referencia de ese periodo corresponde a la Asunción de Nuestra Señora, que fue una de las más representativas de Juli, como afirmaba al inicio del siglo XVIII el Procurador de la orden16. Destaca su planta alargada y ábside ochavado, a la que se agregó después un crucero con capillas en el transepto y torre barroca a los pies de la iglesia. En su fachada lateral se levantó una portada de tres calles coronada con tímpano triangular. Su composición mantiene la solución de la rosca del arco y pilastras rehundidas, careciendo de decoración se ornamenta con grandes medallones con el símbolo jesuítico IHS, que también figura al centro del frontón.
El barroco inicial en el sur andino En el siglo XVII fue evidente que la Contrarreforma religiosa manifestada como reacción frente al avance del protestantismo, había facilitado el surgimiento del barroco. Las iniciativas del Concilio de Trento consagraron el uso de imágenes para el adoctrinamiento y promovieron también la sacralización de los espacios empleados en procesiones religiosas, impulsando la creación de escenarios urbanos. Del mismo modo al fomentar la suntuosidad de los templos y solemnidad en la liturgia, alentaron la creatividad y desarrollo del estilo17. 7
A partir de la tercera década del siglo XVII se fueron dejando de lado composiciones renacentistas y portadas con rebuscados acentos manieristas, para dar paso a creaciones de mayor efecto espacial y decorativo. En las fachadas de la Merced y la Catedral en el Cusco se introdujeron columnas ornamentadas y cornisas arqueadas y abiertas al centro, por influencia de ensambladores de retablos y sillerías de coro, como un preludio al surgimiento del barroco. La nueva etapa se inició a raíz del terremoto que afectó la ciudad en 1650, con la edificación de la iglesia de los jesuitas que emplearon una planta de cruz latina con cúpula en el crucero y la cubrieron con bóvedas de crucería. En el exterior concibieron una portada retablo entre torres gemelas, rematada con una cornisa curva, dando como resultado una obra emblemática, modelo de otras que se hicieron posteriormente incluyendo la Catedral de Puno terminada 126 años después18.
Fig. 7. Portada de acceso a capilla lateral en el interior de la iglesia de San Miguel de Ilave. Conserva un arco conopial apuntado en su centro, de notoria influencia mudéjar. Páginas siguientes: Fig. 8. Conjunto de la iglesia de San Francisco de Asís, hoy Catedral de Ayaviri con su portada retablo enmarcada por torres de estilo cusqueño. Destaca el volumen de los brazos del transepto rematado por la cúpula y la presencia de robustos contrafuertes exteriores.
Roberto Samanez Argumedo
Hacemos esas referencias al barroco cusqueño debido a su influencia en el altiplano, donde el obispado del Cusco mantenía jurisdicción sobre numerosas doctrinas, situadas en territorios que en la actualidad integran el departamento de Puno.19. En 1673 se hizo cargo del obispado el destacado prelado Manuel de Mollinedo y Angulo, regentando la diócesis durante veintiséis años. Había sido párroco de la iglesia de la Almudena en Madrid que brindaba oficios religiosos para la familia real. Poseedor de amplia cultura, era conocedor de las artes y hombre influyente20. Desde el inicio de su gestión emprendió extensos recorridos visitando el obispado para imponer disciplina al clero y renovar el ornato de los templos. Se empeñó en volver a construir numerosas iglesias, entre las que se cuentan las de Ayaviri, Lampa y Asillo, patrocinando también la ornamentación de las de Umachiri, Orurillo y Samán, edificadas antes que asumiera el obispado. El barroco que se extendió por el altiplano se caracterizó por la adopción de plantas de cruz latina, con crucero y capillas laterales, edificadas con mampostería de piedra, empleando cúpulas y bóvedas de cañón corrido. Siguió la concepción cuzqueña de las torres con cubo liso y campanarios en sus cuatro lados.
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