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Pastores del altiplano

En el proceso civilizatorio mundial, el caso andino es singular por haberse desarrollado en una cadena montañosa con alturas que superan 3.000 m llegando incluso hasta 4.600 m, donde no hay vida humana en otras latitudes del mundo. Otro aspecto único de esta civilización fue la existencia de comunidades de pastores que se desarrollaron sin agricultura. Su vida y cultura están estrechamente relacionadas con las llamas (Lama glama) y alpacas (Lama pacus), siendo las especies no domesticadas el guanaco (Lama guanicoe) y la vicuña (Lama vicugna). Todas ellas formaron parte del ambiente cultural en tiempo inca.

Origen y filogenia de llamas y alpacas

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Los lejanos antepasados de llamas y alpacas se desarrollaron en las praderas norteamericanas hace más de 35 millones de años. El proceso se caracterizó por su gran dinamismo, en algunos momentos tuvieron el tamaño de ovejas y en otros alcanzaron la talla de jirafas. Alrededor de 25 a 12 millones de años atrás comenzó una doble migración. Los Paracamelus se dirigieron a Asia, cruzando el estrecho de Bering y sus descendientes se transformaron en camellos y dromedarios. Los cambios anatómicos, fi siológicos y de comportamiento de estos Camelus permitieron su adaptación a regiones desérticas.

Otra corriente migratoria de Paracamelus hacia el sur de nuestro continente originó el género Lama. Algunas especies atravesaron la pampa argentina y llegaron a Tierra del Fuego, otras ascendieron los Andes, donde se adaptaron a zonas secas, de gran altura, con menos oxígeno y pastos duros. Varias especies se extinguieron, sobreviviendo la paleolama, que después de la última glaciación dio origen al género Lama, extendiéndose por diversos ambientes en forma de vicuñas y guanacos. Su última transformación se produjo con la presencia humana en América. Así las vicuñas se convirtieron en alpacas y los guanacos en llamas, siendo un proceso irreversible porque las especies silvestres se domestican una sola vez, lo que explica el fracaso de intentos contemporáneos de domesticar vicuñas.

La caza de vicuñas y guanacos se transformó en su cuidado en cautiverio y luego en pastoreo de alpacas y llamas, dando origen a los únicos pastores que han existido en el Nuevo Mundo. Las evidencias arqueológicas y etnológicas demuestran que estos pastores andinos deben contarse entre los clásicos del mundo, con la diferencia que no son nómadas como los de Asia y África14.

Pastoreo andino

La cultura y organización del pastoreo andino fue desconocida por la antropología especializada hasta los años sesenta del siglo XX. Más aún, se afi rmó que estos solo existieron en África y Asia15. En 1962, al estudiar la comunidad de altura del distrito de Paratía, provincia de Lampa, se identifi có la existencia de pastores de camélidos andinos cuya

Fig. 8. Vicuñas.

Fig. 9. Alpacas de la variedad Wakayo.

forma de vida no incluía la agricultura, iniciándose la investigación antropológica sobre los pastores altoandinos16. Casi simultáneamente, el antropólogo alemán Horst Nachtigall informó de pastores en la puna de Moquegua17. Este fue el inicio de una nueva temática en los estudios andinos y se ratifi có la originalidad del pastoreo andino y su conocimiento fue ampliado con estudios de arqueología, zooarqueología y etnohistoria.

La transformación de vicuñas y guanacos silvestres en especies domesticadas se aceleró a partir de 6000 a.p. y alrededor de 3000 a.p. estaban completamente domesticadas18. Las civilizaciones surandinas de Pukara, Tiwanaku e Inca, representaron los camélidos en tejidos, cerámica, metal, huesos y piedra y utilizaron su fi bra para elaborar fi nos y hermosos tejidos.

Su origen

Es un proceso especializado de adaptación que tiene como característica la existencia de animales capaces de ser domesticados, que se ajusten a medios áridos o pastizales que en los andes están por encima de 3900 a 4700 m. Así mismo su cuidado implica el desarrollo de una tecnología para asegurar la satisfacción de sus necesidades —pastos, agua, movimientos en busca de pastizales— y garantizar su efi ciencia frente a otras posibilidades. En estos ambientes no es posible cultivar por las limitaciones ambientales y tecnológicas19. Las evidencias de la domesticación de los camélidos andinos se realizó en la sierra central del Perú, siendo los cazadores de guanacos y vicuñas quienes iniciaron este largo proceso. Los restos óseos hallados en Lauricocha corresponden a especies domesticadas20. Según John Rick, en Pachamachay hay huellas de ocupación humana entre 7000 a 1500 a.C., con evidencias de sedentarismo como paso previo a la domesticación21. Al analizar el material arqueológico de Telarmachay, Jane Wheeler concluye que: «[el periodo] desde la caza hasta la domesticación y desde allí hasta el pastoreo de camélidos del Nuevo Mundo durante la ocupación precerámica de Telarmachay, tuvo lugar entre los años 7000 a 1800 a.C.»22. Estos datos arqueológicos son de la sierra central de Perú. No se cuenta con información del altiplano puneño que tiene la mayor población de camélidos domesticados desde el siglo XV al presente.

El pastoreo en el siglo XVI

A partir del siglo XVI, el registro español evidencia asombro ante la magnitud de los «rebaños de la tierra» de lupaqas, aimaras y collas. El acceso de los incas a este recurso facilitó su expansión a lugares tan lejanos como el actual Ecuador. La llama tuvo impor tancia estratégica hasta el siglo XVI. Su capacidad de carga y transporte permitió la expansión incaica, proporcionó efi ciente energía para el transporte de vituallas y proveyó carne fresca para alimentar a la burocracia inca. Fueron además ofrendas importantes para las divinidades andinas y así se evitaron sacrifi cios humanos.

Llamas y alpacas, en este orden, se convirtieron en fuente de riqueza para la corona española y de la gente del común. Documentos administrativos como la Visita de 1567 informan sobre la existencia de indios ricos como Juan