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Tiwanaku, surgimiento y consolidación como Estado
Hacia el año 100 d.C. varias entidades políticas competían en la cuenca. Pucara y Tiwanaku fueron las más notorias. Pucara declinó hacia el 200 d.C. y Tiwanaku ganó prestigio e importancia aún sobre centros regionales de la categoría de Khonkho Wankane en la región de Machaca convirtiéndose en un Estado (Fig. 7).
Regionalmente la conformación del Estado se evidencia en los patrones de asentamiento. Los asentamientos presentan diferencias signifi cativas en tamaño y función que sugieren una jerarquía marcada con Tiwanaku como capital, centros regionales, poblados y estancias. Tiwanaku como centro urbano muestra un trazo que sugiere que la ciudad estuvo dividida en dos mitades y sus construcciones tuvieron una orientación astronómica defi nida. El espacio construido conjugaba elementos naturales y culturales que hacían referencia a ciclos naturales, a la fertilidad, a los antepasados y a concepciones simbólicas del espacio. En su época de máxima expansión la ciudad alcanzó entre cuatro y seis kilómetros cuadrados y albergó una población de hasta 25.000 personas.
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Alan Kolata sugiere que la ciudad tuvo una planifi cación concéntrica con un foso que circundaba el centro cívico ceremonial y que hacia de marcador entre lo sagrado y lo profano (Fig. 8). Los grupos de mayor estatus estuvieron más próximos al centro mientras que los de menor estatus se ubicaban en la periferia. En el centro cívico ceremonial se construyeron monumentos como la pirámide de Akapana y se remodeló Kalasasaya. Más hacia el sur, se emplazó la pirámide de Pumapunku. Estas grandes construcciones se caracterizaron por el empleo de piedras labradas en sus muros. Dentro del centro hubo complejos residenciales de elite como el Palacio de Putuni, Kerikala y un complejo localizado al suroeste de Akapana. Aquí vivieron grupos de alto estatus que desarrollaron una arquitectura distintiva, patrones de comportamiento y etiqueta acompañados por el uso de
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Fig. 7. Monolito Jinchunkala de Khonkho Wankane, con representaciones de seres voladores, serpientes bicéfalas y otros animales. Se trataría de ancestros en transformación asociados a fuerzas naturales.
Fig. 8. Vista aérea de Tiwanaku con el foso principal que rodea y delimita al centro cívico ceremonial.
Fig. 9. Diadema de oro excavada en el templo de Kalasasaya.
Fig. 10. Monolito Barbado de la tradición Yaya-Mama.
Fig. 11. Personaje anticéfalo, probablemente pertenece a la élite.
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una cultura material particular que mostraba preferencias y reglas suntuarias que los distinguía del resto de la población (Fig. 9).
Las élites legitimaron su posición de poder y autoridad ante la sociedad desarrollando formas de memoria social: una memoria corta y otra más lejana, ambas asociadas con sus ancestros. La memoria lejana, establecía un vínculo con un pasado distante donde los ancestros míticos pasaron a formar parte de la memoria de grupo (Fig. 10). El conservar el templete semisubterráneo incorporándolo con sus cabezas clavas y antiguas estelas de estilo Yaya-Mama, además de insertar en él al monolito Bennett fue la manifestación de este vínculo con el pasado distante y sus ancestros. La memoria corta o más cercana se relacionaba con los antepasados más recientes y directos, manifestándose en un sector de tumbas pozo de élite dentro del Palacio de Putuni. Estos rasgos establecieron un nexo de las élites con un pasado cercano, legitimando su posición en la sociedad y su derecho de ocupar un espacio dentro del centro cívico (Fig. 11).
Cruzando el foso existieron complejos residenciales con muros perimetrales, separados unos de otros por vías de circulación y espacios abiertos. Contenían estructuras rectangulares dispuestas en torno a patios; estas formaban unidades domésticas de familias extendidas y en ellas se desarrollaron actividades domésticas y productivas (Fig. 13). El lugar que ocuparon estos complejos y sus habitantes dentro de la ciudad y la estructura social, fue legitimado a través de entierros bajo los pisos de casas y patios, creando un nexo y un derecho a residir allí como sus ancestros.
La economía política de Tiwanaku fue dinámica, estuvo basada en sistemas agrícolas y pastoriles, y en la explotación de recursos lacustres en el área nuclear (Fig. 12). En regiones más distantes las colonias de producción y el intercambio de una diversidad de bienes a través de caravanas de llamas tuvieron roles más preponderantes. Bajo el infl ujo del Estado y para sostener materialmente una ideología altamente distintiva se desarrollaron tecnologías de prestigio como la metalurgia, especialmente del bronce, la cerámica, los textiles, la escultura y la arquitectura, alcanzando niveles estéticos y técnicos muy altos, no antes vistos (Fig. 14).
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