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El Titicaca en la mirada de los cronistas / Carlos D. Mesa Gisbert

El Titicaca en la mirada de los cronistas

Fig. 1. Fiesta de los collasuyus. Felipe Guamán Poma de Ayala. Nueva corónica y buen gobierno. 1615. Folio [147] del manuscrito en la Biblioteca Real de Copenhague, Dinamarca. E n los tiempos antiguos dicen ser la tierra e provincias de Piru oscura y que en ella no había lumbre ni día...y en estos tiempos que esta tierra era toda noche dicen que salio de una laguna que es e esta tierra del Perú en la provincia que dicen de Collasuyo un señor que llamaron Contiti Viracocha...»1. Como en el Génesis, Juan de Betanzos describe en el primer capítulo de su obra Suma y narración de los incas, el nacimiento de la gran estirpe del imperio andino. El lugar primigenio era el Titicaca, la marmita de azul intenso de la que todo nació (Fig. 1).

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El lago Titicaca tiene una signifi cación decisiva para toda la historia prehispánica andina, es el referente inexcusable para comprender muchas de las razones míticas, simbólicas y materiales que permitieron el desarrollo de pueblos que desde su núcleo de expansión se transformaron en los estratos históricos andinos en un vasto periodo, que puede perfectamente referirse desde la cultura Viscachani en el 7.000 antes de Cristo, pasando por Wankarani, Chiripa, Tiwanaku –el primer gran

momento político, social y económico de una cultura sofi sticada y con una amplia presencia geográfi ca bajo su dominio– (Fig. 2), Mollo, los señoríos collas y, fi nalmente, el imperio Inca que corona la historia prehispánica sudamericana (Fig. 3).

El Titicaca por estas fundamentales razones fue un punto de referencia permanente para los cronistas españoles, indígenas y mestizos, que retrataron por primera vez en lenguaje escrito lo que el lago representó desde la larga y antigua historia de «estos reynos del Piru», su signifi cación como lugar sagrado, los mitos de la creación de la estirpe andina, sus dioses, su paisaje, la naturaleza y costumbres de los pueblos que lo habitaron.

Para recoger la mirada en torno al Lago Sagrado, hemos escogido a quince cronistas: diez españoles, dos criollos, un mestizo y dos indígenas. El periodo en el que sus crónicas fueron escritas abarca casi exactamente un siglo, desde 1551 hasta 1640.

1550-1575

Juan de Betanzos (1510, Castilla-1576, Perú) escribió su obra Suma y narración de los incas en 1551. Se trata de la primera crónica peruana propiamente dicha.

La obra del cronista es la relación histórica de la saga incaica desde la creación mítica de su mundo que es precisamente el lago y Tiwanaku, donde: «... los que el viracocha en Tiaguanaco... decía en la tal voz: fulanos salid e poblad esta tierra que está desierta porque ansí lo manda el Contiti Viracocha».2 Betanzos establece de este modo que fue Contiti Viracocha el creador que salió del Titicaca. El cronista hace referencia varias veces al proceso de conquista del Collasuyo a manos de Pachacuti:

E pasado este tiempo de los veinte años tuvo nueva que... hacia la provincia de los Charcas había una provincia y pueblo que se decía Hatun Colla y que en ella había un señor que se decía Ruqicapana... que dice rey y solo señor, hijo del sol y que era muy poderoso3. Hatun Kolla fue según Betanzos el escenario de la gran batalla que dio a los incas la victoria y el dominio sobre la región a la que llamaron Collasuyo.

Fig. 2. Vista panorámica del complejo Tiwanaku.

Fig. 3. Templo inca de Iñak Uyu en la isla de la Luna o Coatí.

Betanzos refi ere que en el reinado del décimo inca Tupac Yupanki el Collasuyo se levantó contra el imperio, obligando al inca a bajar al sur y sofocar la rebelión. Tras cruentas batallas en las que su propia vida corrió riesgo «Topa Ynga Yupangue el mal como se viese suelto tomando un hacha del suelo de uno de aquellos muertos con la cual hacha empezó a defender su persona»4. Las últimas referencias de la Suma... al Collao tienen que ver con el reinado de Huayna Capac al que encuentra cazando, «holgándose» o visitando la región «porque se la habían alabado de tierra muy llana y de mucha gente y próspera de ganados y de muy pobladas provincias»5, donde encontró la Huaca de Viracocha. Pero, si alguien merece el título de Gran Cronista del Perú, es sin duda Pedro de Cieza de León (1518, Extremadura-1554, Andalucía), quien salió para América al comenzar la adolescencia y llegó al Perú en plena rebelión de Gonzalo Pizarro. Fue pues testigo de privilegio de los momentos decisivos del destino de la conquista. La tarea de su vida fue la Crónica del Perú que vio la luz en 1553.

La primera vez que cita al Lago en toda su obra dice: «Quando estos (los collas) quedaron por vasallos de los Ingas: hizieron por su mandato grandes templos, assí en la ysla de Titicaca, como en Hatun colla y en otras partes»6. Es en la primera y segunda parte de su crónica en la que hallamos los apuntes del cronista sobre nuestro imponente escenario.

Pero tras esa referencia más bien circunstancial, la primera descripción geográfi ca escrita por un europeo del Titicaca es la que hace Cieza más adelante en su crónica cuando hace esta completa narración:

Y en el comedio de la provincia (del Collao) se haze una laguna la mayor y más ancha que se ha hallado ni visto en la mayor parte destas Indias: y junto a ella están los más pueblos del Collao. Y en yslas grandes que tiene este lago siembran sus sementeras, y guardan las cosas preciadas por tenerlas más seguras, que en los pueblos que están en los caminos... Esta laguna es tan grande, que tiene contorno ochenta leguas, y tan honda, que el capitán Juan Ladrillero me dixo a mí, que por algunas partes della andando en su bergantines se hallaua tener setenta y ochenta brazas y más, y en partes menos. En fi n en esto y en las olas que haze quando el viento la sopla paresce algún seno de mar... Podría ser que del tiempo del diluuio quedó assí con esta

agua que vemos: porque a mi ver si fuera ojo de mar, estuiera salobre el agua y no dulce: quánto más que estará de la mar más de sessenta leguas. Y toda esta agua desagua por un río hondo, y que se tuuo por gran fuerza, por esta comarca, al que llaman desaguadero7. Las referencias del cronista al Titicaca 4 son abundantes y muy impor tantes para tener una visión integral de las culturas y modos de vida en la región.

Pedro Pizarro (Castilla 1515¿?-Perú 1578), primo del conquistador del Perú, formó parte de las huestes españolas. Fue parte también de las guerras civiles. Retirado en Arequipa decidió escribir su Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú (1571).

Las citas de Pizarro sobre la región del Collasuyo son tangenciales. Escogemos de esas pocas menciones una muy ilustrativa del carácter de los conquistadores:

Este Carbajal (lugarteniente de Gonzalo Pizarro) mató muchos hombres, entrellos... a un fraile... Al fraile le ahorcó vencida la batalla de Guarina de una piedra que estaba hincada en una sepultura de los naturales, porque en el Collao usan los naturales unas sepulturas muy altas y anchas cuadradas. Hay algunas de altor de dos picas. Pues colgado el fraile de una destas llamó a Gonzalo Pizarro y dicen que le dijo: venga vuestra Señoría conmigo y mostralle he un fraile questá guardando una sepultura8. La mención es una de las primeras descripciones de las chullpas, los monumentos funerarios de los collas (Fig. 4).

Figura singular entre los cronistas es la de Pedro Sarmiento de Gamboa (Galicia 1530-Portugal 1592) porque fue encargado por el virrey Francisco de Toledo de indagar sobre la legitimidad del poder que los incas habían ejercido antes de la llegada de los conquistadores. Así, Sarmiento era un cronista ofi cial, con un encargo específi co. La Historia Índica (1572), es pues la primera historia ofi cial escrita por los españoles en el Perú.

Sarmiento concluye, confi rmando que los incas fueron usurpadores y tiranos sojuzgadores de los naturales «de esta tierra».

En la conquista del Collasuyo destaca la invocación del conquistador Pachacuti que truena (Fig. 5):

¡Oh ingas del Cuzco, vencedores de toda la tierra! ¿Y cómo no tenéis vergüenza que una gente tan inferior a vosotros y tan desigual en las armas se os iguale y resista tanto tiempo? Y con esto tornó a pelear, y los suyos avergonzados de esta reprensión apretaron a los enemigos de tal arte, que los rompieron y desbarataron9.

5

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Fig. 4. Las chullpas de Sillustani, ubicadas en una península de la laguna Umayo, Puno.

Fig. 5. Pachacuti Inga Yupanqui. Folio 17v. Historia del origen y genealogía de los ingas del Perú. Martín de Murúa. 1590. Acuarela. Colección particular S. Galvín, Irlanda.

Fig. 6. Mango Capac. Folio 9v. Historia del origen y genealogía de los ingas del Perú. Martín de Murúa. 1590. Acuarela. Colección particular S. Galvín, Irlanda.

Fig. 7. Sembríos de papa en las orillas del lago Titicaca.

1575-1600

José de Acosta (Castilla 1540-Castilla 1600), jesuita, llegó a Lima en 1572. Recorrió buena parte del virreinato hasta recalar en Chuquisaca. Acosta es el primer sacerdote cronista en la cronología de la saga de autores sobre el virreinato peruano. Escribió Historia natural y moral de las Indias en 1590. Su obra muestra las condiciones de un naturalista.

Acosta reitera el mito de la creación que revela su consistencia desde que apareciera narrado en la crónica de Betanzos, que coloca al Titicaca en lugar principal:

el cual (Viracocha) hizo asiento en Tiaguanaco, donde se ven hoy ruinas y pedazos de edifi cios antiguos y muy extraños, y que de allí vinieron al Cuzco y así tornó multiplicarse el género humano. Muestran en la misma laguna una isleta, donde fi ngen que se escondió el sol y por eso antiguamente le hacían allí muchos sacrifi cios, no sólo de ovejas sino de hombres también10. La vinculación entre Titicaca y Tiwanaku es inescindible en todas las crónicas. Acosta es, además, el primero que indica que Manco Capac salió del Titicaca:

De aquí, dicen que procedió Mangocapa (Fig. 6), al cual reconocen por el fundador y cabeza de los incas, y que de éste procedieron dos familias o linajes, uno de hanan Cuzco, otro de urin Cuzco11. Tiene además una mención sobrecogedora de los urus:

Son estos uros tan brutales que ellos mismos no se tienen por hombres. Cuéntase de ellos que preguntados qué gente eran, respondieron que ellos no eran hombres, sino uros, como si fueran otro género de animales12. Uno de los apuntes más interesantes de Acosta sobre el lago es la comparación acertadísima entre el Mediterráneo y el Titicaca

En lugar del mar Mediterráneo, que gozan las regiones del viejo orbe, proveyó el Criador en el nuevo de muchos lagos...El principal es el Titicaca en el Perú en las provincias del Collao13. Acosta hace acotaciones muy signifi cativas sobre la vida económica:

Tampoco cría arboleda ni leña (la región del Titicaca), pero suplen la falta de pan con unas raíces que siembran, que llaman papas (Fig. 7),

las cuales debajo de la tierra se dan y estas son comida de los indios y secándolas y curándolas hacen de ellas lo que llaman chuño que es el pan y sustento de aquella tierra14. Ninguna cosa tiene el Perú de mayor riqueza y ventaja, que es el ganado de la tierra, que los nuestros llaman carneros de las Indias, y los indios llaman, llama15.

1600-1625

Reginaldo de Lizárraga (Extremadura 1540¿?-Paraguay 1615) fue importante autoridad eclesiástica en Lima y en Chile. Desde 1572 hasta 1580 vivió en Chuquisaca. Escribió Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile (1605). Lizárraga desarrolló en su texto un minucioso levantamiento de los principales templos, monumentos e instituciones coloniales del virreinato. Destacó a Ayaviri, puerta de entrada al Collao:

De aquí vamos al primer pueblo del Collao, llamado Ayavire, asaz ventoso y frío, pueblo grande y rico de ganado de la tierra, como lo son los demás de esta provincia16. El cronista hace referencia también a los uros para luego describir los pueblos que hay en las orillas del gran lago:

Tomó la denominación esta laguna...por razón de una provincia así llamada Chucuito, la más rica del Collao... Aquí reside, a lo menos tiene su casa, el curaca principal y la justicia, con título de gobernador. Los pueblos subjetos son: a dos leguas, Acora; a tres, Hilavi; a Juli, cuatro; otras tantas a Pomata, y cinco a Cepita, que todas son 18 leguas. Son grandes y ricos de ganados de la tierra17. Lizárraga se detiene en Tiwanaku:

donde vimos unas fi guras de hombres de solo una piedra, tan grandes como gigantes y junto a ellas de muchachos, la cintura ceñida con un talabarte labrado... paredes no había altas, ni casa cubierta, ocupará este edifi cio más que cuatro cuadras en torno. No saben estos indios quien las edifi có ni de donde se trajeron aquellas piedras porque a muchas leguas a la redonda no se halla tal cantera18. Diego de Ocaña (Castilla 1565-México 1608), fraile de los jerónimos, es el primero que combinó la crónica propiamente dicha con las ilustraciones de su propia mano (Fig. 8), que lo convierten en el primer cronista ilustrador del Perú. Hizo un largo periplo americano, cuyo resultado fue la Relación del viaje de fray Diego de Ocaña por el Nuevo Mundo (1605). Abre Ocaña su capítulo del Collao con una curiosa comparación entre vírgenes:

Es una imagen (la de la Virgen de Copacabana) muy parecida en todo a Nuestra Señora de Guadalupe en las facciones del rostro, y del mismo altar que nuestra imagen, porque sacando yo una medida que traía conmigo de Nuestra Señora de Guadalupe, la medí con esta imagen de Copacabana y no tuvo la una más de la otra...19. Hace referencia a la coca y al transporte de bienes que pasaba por el Titicaca con rumbo a Potosí:

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Fig. 8. Indio colla. Diego de Ocaña. 1565.

Fig. 9. Inga Lloque Yupanqui. Folio 26v. Historia general del Perú. Martín de Murúa, ca. 1614. Acuarela. J. Paul Getty Museum, Los Ángeles, California.

9

por allí (el Lago) pasa todo el trato del Perú a Potosí, las recuas de los arrieros y todos los carneros que van de Arequipa cargados de vino, y los que van del Cuzco con harinas y maíz y con los cestos de la coca, que es una hierba que los indios traen en la boca todo el día mascándola, con cuyo frescor se sustentan los que trabajan en las minas de Potosí20. La «laguna Chucuito» y Tiwanaku son los dos puntos de su mayor atracción. Refi ere que quien trasladó las piedras al centro fue Zupay «que así llamaban al demonio»21 tanto por el agua como por el aire. El autor estaba convencido (parte de la tradición oral referida por los naturales de la zona) de que en algún tiempo vivieron allí gigantes. De Carabuco dice que fue el lugar donde queda testimonio de las prédicas de San Bartolomé (vinculado a la leyenda de Tunupa) que dejó una cruz con tres clavos de cobre «de la cual cruz yo llevo conmigo a España una raja pequeña, por los muchos milagros que Dios obra por ella»22. El «Inca» Garcilaso de la Vega (Perú 1539-Andalucía 1616) al ser el primer mestizo que escribió sobre el Perú se convirtió casi en una leyenda, glorifi cando el pasado incaico del Perú. Pasó cincuenta años en España donde murió y es allí donde escribió Comentarios reales de los incas (1609). A diferencia de sus predecesores, decía escribir desde la óptica de un indio.

La principal tradición (de las cuatro versiones existentes) sobre el nacimiento del imperio incaico está apoyada en la narración de Garcilaso:

Con esta orden y mandato puso nuestro padre el sol estos dos hijos en la laguna Titicaca... y les dijo que fuesen por do quisiesen... procurasen hincar en el suelo una barrilla de oro, de media vara en largo y dos dedos de grueso... que donde aquella barra se les hundiese... allí quería el sol nuestro padre que parasen e hiciesen su asiento y corte23. Al referir la conquista del Collao que atribuyó erradamente a Lloque Yupanqui, escribió (Fig 9):

sufría (el inca) la desvergüenza de los bárbaros, y mandaba a los suyos que atendiesen apretarlos en el cerco, si fuese posible sin llegar a las manos. Más los de Ayauiri tomando ánimo de la benignidad del inca, y atribuyéndole cobardía se mostravan de día en día más duros en reducirse, y más feroces en la pelea24. La idea de Garcilaso es que el espíritu civilizador en el Collao lo trajeron los incas: que las mujeres antes de casarse podían ser cuan malas quisiesen de sus personas, y las más disolutas se casaban más aína, como que fuese mayor calidad haber sido malísima. Todo lo cual quitaron los reyes incas25. Sobre la fauna del lago hace una descripción detallada:

En la gran laguna Titicaca se cría mucho pescado, que aunque parece que es de la misma forma del pescado de los ríos, le llaman los indios suchi,

por diferenciarlo del otro. Es muy gordo, que para freírle no es menester otro graso que el suyo; también se cría en aquel lago otro pescadillo que los castellanos llaman bogas; el nombre de los indios se me ha olvidado; es muy chico y ruin, de mal gusto y peor talle26. Juan de Santa Cruz Pachacuti (Perú 1585-Perú ¿?) es el primero de los cronistas indígenas del Perú y el único de origen aimara, autor de la Relación de antigüedades deste reyno del Perú (1613). Santa Cruz Pachacuti muestra una visión genuinamente indígena. Su ubicación de la leyenda de Tunupa en el Collao es muy precisa:

Este barón llamado Thonapa dizen que anduvo por todas aquellas provincias de los Collasuyos, predicándoles sin descansar, hasta que vn día entraron al pueblo de Yamquesupa, pueblo principal, en donde fueron echados el barón con gran afrenta e vituperio27. Sobre la conquista del Collasuyo refi ere: «los Collas para dar espanto a la gente del ynga, comienza a cantar, colgando ocho tambores en quatro maderas, todos vestidos de oro y plumería y plata, y los del ynga mucho más, y comienza a cantar, y otra mitad lo combate otra vez... y así el Chuchicapac (líder colla) se viste con bestidos de mugeres y sus capitanes salen rompiendo a vn lugar del cercado y se va a la provincia de los lupacas28. La breve crónica de Santa Cruz Pachacuti es una profesión de fe mezclada con un lenguaje en el que el castellano está construido con alma aimara.

Guamán Poma de Ayala (Perú, 1556-Perú, ¿?) es ya una fi gura mundial por tres razones: ser indígena, la extraordinaria serie de dibujos que son el corazón de su obra, y la mirada crítica al proceso de conquista. Nueva corónica y buen gobierno (1615) es por ello un clásico.

Las referencias al Titicaca son puntuales, pero las menciones al Collasuyo son muy abundantes, encontrándose entre los lugares más citados de toda su obra. Sobre el Titicaca la cita más relevante es aquella que lo menciona como divinidad, dice:

sacrifi cauan en el mes de Capac Ynti Raymi el Ynga y su muger, a Quilla Raymi, y sus hijos Chuqui Ylla, Chasca Cuyllor, y su dios uaca, Uana Cauri Urco, y Tanbo Toco y Titi Caca29. El cronista hace referencia a la fi esta en el Collao y al texto de una canción apologética:

La fi esta de los Colla Suyos desde el Cuzco cantan y dansan. Dize el curaca principal: Quirquiscatan mallco (cantamos y bailamos, rey)...Charca, Choquiuito, Chuiquiyapo y todo Hatun Colla, Uro Colla. Comiensa, tocan el tanbor y cantan las señoras y doncellas. Dize ací: ... (rey, sagrado Qolla, (¿?) hermano Qolla, decía sagrado decía desde el Inca, desde el lado rey decía sagrado...Desta manera procigue todo el cantar y fi esta de todo Colla cada uno su natural cantar, cada ayllo hasta los yndios de Chiriuana, Tucumán y Parauay30. La visión de Guamán penetra a fondo en el interior del espíritu indígena. Habla también de la guerra:

el quinto capitán Auqui Topa Ynga Yupanqui fue ualeroso capitán que mató muy muchos yndios y capitanes y principales. A sus enemigos cortaua

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Fig. 10. Topa Amaru Inca, segundo capitán. Felipe Guamán Poma de Ayala. Nueva corónica y buen gobierno. 1615. Folio [147] del manuscrito en la Biblioteca Real de Copenhague, Dinamarca.

Fig. 11. Virgen de Copacabana. Grabado. Alonso Ramos Gavilán, ¿1570?

Fig 12. Santuario de Copacabana, Bolivia.

11 las cauesas para lo presentar a su padre Capac Yupanqui Ynga para que lo uiese y se holgase de la Vitoria de su hijo (Fig. 10)31. Martín de Murúa (País Vasco 1550-¿?), fraile mercedario, pasó parte de su vida religiosa a orillas del Titicaca como cura doctrinero. Su obra Historia general del Perú, dinastía de los incas (1613-1616), está fechada en La Plata (Sucre). Ilustró su crónica con fi nos retratos de incas y coyas. El autor hace una interesante referencia a las cuestiones religiosas de los collas antes de la conquista:

En la provincia del Collao... tenían por opinión que es cosa y peccado muy graue y notable encubrir quando se confezauan, algún peccado y los confesores los aberigauan... y lo castigauan con dalle en las espaldas cantidad de golpes con una piedra, hasta que lo declaran todo y entonces le dauan penitencia y havían sacrifi cios por sus peccados32. La crónica es abundante en la descripción de la estructura política, económica y social del incario.

Alonso Ramos Gavilán (Perú 1570-Perú ¿?), religioso agustino, tenía particular devoción a la Virgen de Copacabana y su afán de divulgar su fi gura fue la razón de su trabajo intelectual y de su labor como sacerdote. Historia del Santuario de Nuestra Señora de Copacabana (1621), es una relación histórica del periodo incaico que tiene siempre como centro al lago Titicaca (Figs. 11, 12).

Ramos hace una descripción de un ídolo concreto:

Este ídolo Copacabana estava en el mismo pueblo... era de piedra azul vistosa, y no tenía más de la fi gura de un rostro humano, destroncado de pies y manos... miraba aqueste ídolo al templo del sol como dando a entender que de ay venía el bien33.

12

Celebra el autor que Dios escogiera este lugar como adoratorio de la Virgen:

permitir que aún con su ofensa fuese célebre el lugar de Copacabana, porque su madre no asistiesse en lugar, que no uviesse siempre sido venerado34. La superposición de adoratorios no es casual y tiene que ver con el proceso de imbricación cultural y religiosa del mundo indígena y el mundo colonial. Ramos hace también una cita que ratifi ca que el Lago mismo es un dios venerado: Respondió la india (criada en el Lago toda su vida) que su Dios era aquella laguna, que le dava el pescado que comía, y el cochuchu que se coxe en sus orillas y la totora con que cubría su desnudez...35.

1625-1650

Antonio Vásquez de Espinoza (Andalucía 1570¿?-Andalucía 1630), carmelita descalzo, vivió varios años en América. Su obra más importante es Compendio y descripción de las Indias Occidentales (1629). Es notable su cita de un indígena que hoy es famoso como autor de la imagen de la Virgen de Copacabana, Francisco Tito Yupanqui

... Hauía en ella (Copacabana) vn indio escultor, sinsero, y buen cristiano, el qual auiendo hecho entre otras imágenes esta milagrosa... de Nuestra Señora... La qual por ni estar bien acabada, o por diuina providencia... no halló, quien se la comprasse... pensativo se resoluio ponerla en la iglesia de su pueblo diciéndole Madre de Dios, yo soy vn pobre indio no alcanso, ni puedo mas vos así poderosa... para volueros muy linda y hermosa, como estais en el cielo...36.

Fig. 13. Hermosa vista del lago, Bolivia.

Fig. 14. Antonio de la Calancha, Crónica Moralizada de la Orden de San Agustín en el Perú, Barcelona, 1639. John Carter Brown Library.

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Páginas siguientes: Patio de la Casa Diez de Medina, hoy Museo Nacional de Arte. La Paz. Fray Antonio de la Calancha (Perú, hoy Bolivia 1584-Perú 1654), nacido en La Plata (Sucre), es el único de las quince fi guras escogidas que nació en lo que hoy es territorio boliviano. Sacerdote agustino, escribió la monumental Coronica Moralizada (1631) (Fig. 14).

Sobre el calendario de los collas, Calancha hace estas consideraciones:

El año que ellos llaman Huata, y los aymaraes i los Collas Mara, comenzaba (desde que así lo ordenó el Rey Inga Pachacútec) del mes que corresponde a nuestro Deciembre. I antes deste Rey comenzava desde Enero, no como le informaron a Diego Fernández... el que dice que comenzaba el año por junio, puede ser que en algún Reyno destos fuera del Cuzco, se contase así... Pero estos indios lo comenzaban por Deciembre37. Continúa Calancha refi riéndose a los indios collas de Pucarani y sus idolatrías:

Por ser aquellos indios contumaces idólatras, grandes agoreros, continuos supersticiosos i hechiceros diabólicos; teniálos el Demonio tan ciego con sus respuestas y oráculos, que los engañava con mentiras ridículas pues cuando les faltaban comidas i era el año estéril, les decía que sacasen cántaros de agua de una laguna que está junto al cerro, y que con cierta ceremonia se la ofreciesen derramándola sobre la tierra que avían de sembrar y que sacrifi casen muchos carneros, degollándolos en las mesmas faldas del cerro, esparciendo sangre fresca de criaturas, y de cuyes, y otras cosa que más estimavan38. Tradición prehispánica que pervivió en la colonia y en el periodo republicano.

Bernabé Cobo (Andalucía 1582-Lima 1657) fue un verdadero naturalista. Sacerdote jesuita, en 1615 fue enviado a Juli en las orillas del Lago Sagrado. Su obra magna fue Historia del Nuevo Mundo (1640), un verdadero compendio de la fl ora y la fauna del virreinato. Cobo hace notables refl exiones en torno a las peculiaridades de las tierras collas:

se incluyen en él las grandes (sierras) llamadas del Collao y muchos valles y laderas que son de la misma calidad; y la más sana del Perú, donde viven mucho los hombres, así los españoles como los indios; porque en ninguna parte de este reyno, he visto menos enfermos ni mayor número de indios viejos de más de cien años39. Sobre las características de las gigantescas montañas de los Andes dice: cuánta sea la altura desta tan levantada sierra, que verdaderamente es extraña e incomparable... saco que tiene de alto esta sierra por línea perpendicular legua y media desde sus cumbres más empinadas hasta lo más bajo, que viene a estar casi a un peso con las riberas de la mar40. La dimensión abrumadora de la naturaleza en América es retratada con notable fi delidad y admiración por este cronista.

La lectura profunda de las crónicas del primer siglo de la conquista y colonización, permite un conocimiento detallado y caleidoscópico del lago Titicaca (Fig. 13), el que –todos coinciden– fue uno de los puntos nodales para la construcción de las culturas andinas del conjunto de las tierras del Perú en el periodo prehispánico y del virreinato en el periodo colonial.