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Actividades productivas: Pesca y otros / Nicole Bernex
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Actividades Productivas: Pesca y otros
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Extraordinaria masa de agua clara, dulce, luminosa, el sagrado Titicaca –la yacumama– hace brotar desde milenios la vida en él y en torno a él. A más de 3.800 metros sobre el nivel del mar, sus aguas aseguran la vida de las sociedades asentadas en su litoral y de las comunidades. La fl ora y fauna permiten el desarrollo de múltiples actividades, entre las cuales las más relevantes y tradicionales son la pesca, la agricultura y la ganadería, además de la navegación, actividades de recreo (pesca deportiva) y turismo.
No obstante, el estudio de microzonifi cación ecológico - económico demuestra que la mayoría de la población ocupada realiza sus actividades solo con fi nes de subsistencia; la economía de la región presenta actividades y procesos productivos desarticulados sectorial y espacialmente, básicamente orientados a la producción primaria sin mayor grado de procesamiento, lo cual entorpece el crecimiento sostenido y favorece el estancamiento relativo del aparato productivo y su limitada dinámica1. La introducción de la trucha arcoíris (Salmo gairdneri) en 1941 y del pejerrey (Basilichthys bonaricnsis) en la década de 1950 generó un fuerte impacto en la diversidad de peces del lago. Hasta aquellos años, abundaban, muy apreciados en los mercados de La Paz, Puno y Guaqui, peces de carne fi na como la boga o kesi (Orestias pentlandii) y el humanto (Orestias cuvieri). Otra clase de peces era constituida por los karachis negros, amarillos y blancos (Orestias agassii, luteus y albus). E s pe c ie s má s pe qu e ña s llamadas hispi (Orestias) predominaban en los herbarios acuáticos y eran reservadas a los mercados indígenas. Especies mucho más grandes, los suchis o mauris (Trichomycterus) eran objeto de expediciones especiales para su captura2. Las embarcaciones de totora eran balsas hechas de tallo de totora y existía una gran diversidad de redes según el tipo de pesca (redes barrederas, de mano, sumergidas, nasas y arpones).
El desarrollo de las poblaciones de trucha y pejerrey se dio paralelamente a la drástica disminución de las especies autóctonas. En el periodo 1982-92, la captura de las especies nativas como boga, mauri y suche disminuyó en un 91,69 y 77% respectivamente3. La instalación de fábricas de conservas (5 en 1965) conllevó a una presión más fuerte sobre el recurso y, consecuentemente, a una sobrepesca. El esfuerzo de industrialización se apoyó en una década dejando como recuerdo los botes de madera con
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Períodos de actividad pesquera artesanal en el lago Titicaca4
Comunidades Meses/Especies E F M A M J J A S O N D Villa San Martín Karachi/mauri X- X X Pejerrey X+ X- XX Xi X+ lspi No se encuentra en la zona Yampupata Karachi/mauri Pesca mínima Pejerrey/trucha X+ X- Xi X+ lspi X+ X- No hay pesca Xi Chúa Cayacoto Karachi/mauri X Pejerrey X+ X- No hay pesca lspi X+ X+ X- X+ No hay pesca
Tintuma Karachi/mauri X Pejerrey X+ X- Xi lspi No se encuentra en la zona Janq’o Marka Karachi/mauri X Pejerrey X+ X- Xi lspi No se encuentra en la zona Kassa Karachi/mauri Pesca mínima Pejerrey X+ X- Xi lspi No se encuentra en la zona Willacollo karachi/mauri No se pesca Pejerrey X+ X- Xi lspi No se encuentra en la zona
Fuente: F. Lino, 2008 X = Pesca continua (cotidiana); Xi = Inicio de la pesca (aparición del recurso); X- = Pesca con menor intensidad (reducción del recurso); X+ = Pesca con mayor intensidad (mayor disponibilidad del recurso); X = Pesca normal; XX = No hay pesca.
velas de todo color. Las jaulas fl otantes y las piscigranjas se multiplicaron desde la década de 1970.
Indudablemente, la calidad del agua del lago es muy propicia al desarrollo de la acuicultura, en especial el cultivo de la trucha arcoíris (Oncorhyachus mykiss), cuya producción aumenta regularmente. Del lado peruano, las empresas acuícolas más importantes son River Fish S.A., Piscifactoría de Los Andes S.A.C., Arapa San Pedro San Pablo S.A.C.5 Del lado boliviano, con el apoyo y acompañamiento de la cooperación japonesa, se creó el Centro de Desarrollo Piscícola del Altiplano, con fi nes de repoblamiento, crianza de truchas, investigación y apoyo al desarrollo tecnológico. Más de 9.000 piscicultores de las provincias Camacho, Ingavi, Omasuyos, Manco Kápac y Los Andes, se reagrupan en la Asociación de Piscicultores del Departamento de La Paz. Los Centros Pilotos del proyecto «Desarrollar la Capacidad de Pesca Ar tesanal» han permitido inducir a una conciencia ecológica para cuidar los recursos ícticos nativos y evitar el deterioro de los recursos naturales y confl ictos entre los pueblos de la región circunlacustre que viven en parte de los recursos pesqueros.
Ya en la parte peruana, a fi nales del 2009, la totalidad del área habilitada para el desarrollo de la acuicultura llegaba a 13.434 ha (además de 8.000 ha en proceso de trámite), de las cuales el área utilizada para la crianza de la trucha arcoíris era solo de 750 ha. Muy importante y tradicional es la pesca libre. Actualmente de los casi 1.500 pescadores ar tesanales registrados por provincia en la cuenca peruana del lago, más de la mitad proviene de Puno, un 15% de los sectores lacustres de Azángaro, un 10% de Yunguyo y otros de Chucuito.
En Bolivia se produce anualmente 300 toneladas de trucha, a diferencia de Perú, que logra cada año 8 mil toneladas. Desde el 2008, once comunidades campesinas del municipio
Fig. 1. Piscigranjas de truchas en el lago Titicaca, frente a la ciudad de Pomata. Puno.
Fig. 2. Trucha arcoíris.
Copacabana industrializan la trucha, intentando conquistar los mercados interno y externo. La Federación de Pescadores del Lago Titicaca (sector boliviano) señala un incremento de la demanda de pesca6, facilitado por una mayor facilidad de adquisición de embarcaciones y herramientas más efi cientes. No existe un mínimo control y la veda no se respeta. El calendario pesquero depende de la disponibilidad del recurso (véase cuadro pág. 43).
Otra actividad estrechamente relacionada con el lago y de antigua importancia socioeconómica es la cosecha de las macrofi tas que pueblan las riveras del lago hasta una profundidad de 9 metros7. Los ribereños reconocen cinco grupos: el llachu, la totora verde (o tierna), la totora amarilla (o madura), la siphi (raíces de la totora) y el chullo (base blanca de los tallos)8. Existen todavía amplias áreas de totorales como las de Puno – Capachica – Coata – Paucarcolla (13.371,69 ha), de Ramis – Pusi – Taraco (4.028,61 ha), de Ilave – Acora – Pilcuyo (4.006,91 ha) y de Arapa – Chupa – Saman (1.523,27 ha), y una estrategia de sostenibilidad orientada a satisfacer las necesidades de las familias campesinas circunlacustres cuyo consumo varía entre 900 y 5.530 kg/familia/año.
Todo ribereño puede cosechar libremente el llachu para su ganado; lo hacen o desde el borde con una hoz o en una barca utilizando un palo largo –la quelina– al extremo de la cual se ata un cuchillo9. La explotación de la totora verde está muy reglamentada; la mayoría de los campos son privados y una persona puede cortar solo un cierto número de pichus10. Entre varios campesinos, especialmente en el sector urus, pueden juntar grandes marayas (balsas) de 5 toneladas métricas de totora verde y llevarlas a 20 o 50 km del lugar de colecta, para consumo propio o venta, en especial al fi nal de la época seca o cuando vienen a faltar otros forrajes. Hoy día, los grandes totorales de Pusi y Platería son parte de la Reserva Nacional del Lago Titicaca. En cuanto a la totora amarilla, es la más apreciada para l a c o n s t r u c c i ó n ( b a l s a s , te c h o s ) , confección de esteras y de colchones (quesanas) y artesanía. Asimismo, las comunidades lacustres valoran por su aporte nutricional las distintas partes de las raíces de las totoras, la sacca (parte tierna), la siphi (parte madura) y el chullo (base de la raíz).
Un clima muy benigno, regulado por el inmenso cuerpo hídrico constituido por el lago, precipitaciones pluviales osci-
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lando entre 650 y 750 mm/año y una mayor humedad atmosférica, favorecen el desarrollo de los tradicionales cultivos andinos como la papa (Solanum tuberosum), la quinua (Chenopodium quinoa), las habas (Vicia faba), la arveja (Pisum sativum), el tarwi (Lupinus mutabilis), algunos cereales como el trigo (Triticum spp), la avena (Avena sativa), la cebada (Hordeum vulgare); los tuberculos andinos como la oca (Oxalis tuberosa), el olluco (Ullucus tuberosus), el izaño (Tropaeolum tuberosum); las gramíneas forrajeras; los pastos cultivados y algunas hortalizas. Las localidades de mayor producción son Yunguyo, Platería, Taraco, Huancané, Arapa y Orurillo, del lado peruano, y los pueblos de las provincias de Camacho, Omasuyos y Manco Kapac, del lado boliviano.
Estudios más recientes utilizando sistemas de teledetección permiten observar que si bien es cierto que gran parte de los andenes y terrazas ubicados en zonas altas de los cerros se encuentran deteriorados y abandonados, los que se ubican en las partes baja y media de las laderas tienen una mejor conservación y un mayor uso, especialmente con cultivos de papa dulce, quinua, forrajes y otros de la zona, aprovechando la mayor disponibilidad de agua para el riego11. En general, los niveles tecnológicos de producción agropecuaria son bajos. Asimismo, se observa una fuerte presión sobre el uso de la tierra, poco uso de maquinaria, fertilizantes, semillas mejoradas y una débil gobernabilidad. La asistencia técnica es escasa y existen difi cultades para crear mercados, situación que se vuelve más difícil por la lejanía de las chacras y su poca articulación con los mercados potenciales, lo que limita el progreso.

En el anillo circunlacustre, el crecimiento poblacional genera una fuerte
Fig. 3. La sacca, parte tierna de la raíz de la totora, es valorada por su aporte nutricional por la población de los Uros.
Fig. 4. Cosecha libre de totora en el lago.
Fig. 5. Cultivos de quinua, alimento muy importante en el Altiplano.

presión sobre la tierra, consecuentemente una acelerada fragmentación de las propiedades y una atomización de las parcelas, lo que contribuye a generar condiciones infraeconómicas y aumentar la pobreza rural. Además, año a año, las ocurrencias naturales, sean sequías, heladas o inundaciones, golpean duramente el mundo campesino que integra cada vez menos sus saberes tradicionales en su práctica, por sus incursiones en una modernidad que no tiene todas las respuestas ante una variabilidad climática jamás conocida anteriormente y el desafío de una agricultura a más de 3.000 metros.
Ante esta hazaña única en el mundo12 y en la cotidianidad, esta convivencia del campesino con la naturaleza supone condiciones socioambientales de alto riesgo en relación con la producción agrícola y la sanidad/seguridad pecuaria, y a la vez, grandes esfuerzos y sacrifi cios de par te de la familia campesina, en especial de las mujeres que atienden a sus animales, manejan palas y desempeñan labores domésticas y la crianza de los hijos.
No obstante, en esta misma región circunlacustre se multiplican las diversidades; coexisten espacios abiertos a los vientos y heladas y otros que suelen ser verdaderos vergeles, pedacitos de paraíso por su clima tan benigno; y se multiplican grandes diferencias. En cier tas ensenadas y entrantes muy abrigados se puede observar una sorprendente diversidad de cultivos como maíz (Zea mays), ajo (Allium sativum), c e b o l l a s (Allium cepa), apio (Apium graveolens), zanahoria (Daucus carota), rocoto (Capsicum pubescens), hinojo (Foeniculum vulgare), alcachofa (Cynara cardunculus), coles (Brassica oleracea), nabos (Brassica rapa), zapallo (Cucurbita máxima), tarwi (Lupinus mutabilis), plátano (Platanus), tomate (Solanum lycopersicum), frutales como fresa (Fragaria), capulí (Prunus serotina), manzana (Malus), tumbo (Passifl ora tripartita), durazno (Prunus persica), granadilla (Passifl ora ligularis) y limón (Citrus). En la única comunidad de Llachón (península de Capachica), hay 40 especies de plantas alimenticias agrupadas en 19 familias, además de las plantas medicinales y de las plantas usadas como colorantes, para ar tesanía o como forraje, como biocidas, combustibles, aserrío y para construcción13. Para vitalizar este extraordinario anillo de jardines circunlacustres, donde la influencia del lago se hace sentir hasta 10 km tierras adentro, el agua es esencial. Por eso, los Estudios del Plan Director Binacional identif icaron nuevos proyectos de riego que tienen como fuente agua de río o del subsuelo, y sólo uno (Taraco) toma agua del lago14. Un proyecto, más antiguo como la irrigación de Pirapi (Chuchito), toma también el agua del lago para regar sus 110 hectáreas mientras que otras 2.010 son manejadas con agua de bombeo en Taraco. Del lado peruano, más de
18.000 ha, están en ejecución, y del lado boliviano, 5.000 ya están en funcionamiento cerca de Huarina, irrigadas a par tir de aguas de superficie, y otra cantidad mayor que utiliza aguas subterráneas está en proyecto. El periodo de irrigación comprende principalmente cinco a seis meses del año, de octubre a marzo, según los cultivos (cereales, tubérculos, hortalizas). Dura casi todo el año para las zonas de pastoreo15. A nivel pecuario, existen diferencias notables entre el lado peruano y el lado boliviano. En los distritos litorales de Puno, debido a condiciones agroclimáticas favorables, se articula sistemas de riego, cultivos de forrajes y manejo de ovejas, vacunos y llamas. En Bolivia, la cría de llamas y alpacas es extensiva y tradicional; se asocia a nivel de la familia con el porcino, encontrándose entremezclada con ganado ovino.16 La ganadería es muy dependiente del clima; tanto las sequías, las heladas o una continua humedad pueden afectar los hatos.

El pastoreo suele ser extensivo, sin m ayo r e s p r á c t i c a s d e m a n e j o d e pastos, y consecuentemente genera u n c o n t i n u o e mp o b r e c i m i e n to d e las praderas. A eso se deben añadir otros impactos como los problemas de compactación del suelo y destrucción de praderas causados por el pastoreo de ganado vacuno17 y la propia contaminación difusa de las aguas de los bofedales y humedales que afectan tanto el estado del ganado como, consecuentemente, la economía familiar. No obstante, la presión ejercida por la demanda de carnes, leches, lana y fi bras en La Paz, El Alto, Puno, Juliaca y Arequipa, genera mejoramientos apreciables en el manejo mismo del ganado, mereciendo especial atención la explotación de derivados lácteos por su dinamismo creciente y sostenido en los últimos años.
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Fig. 6. Cultivo de papa.
Fig. 7. El ganado vacuno y el ovino son fuente importante en la economía familiar del Altiplano.
Fig. 8. Puno es uno de los centros más importantes de producción de quesos en el Perú.
Fig. 9. La isla de Suasi es un enclave privilegiado por su microclima. Existe abundancia de flores en este lugar.
Fig. 10. Puerto de Puno, desde donde parte la mayor cantidad de turismo en el lago Titicaca.


Paulatinamente, el territorio circunlacustre se ha densifi cado con ritmos distintos, más acelerados en las planicies e islas, donde ya están visibles ciertos cambios, desde una economía tradicional nítidamente agropecuaria a otra más diversificada donde el turismo y el comercio se conjugan estimulando un cambio, en el marco de una globalización invasiva, marcada por la urbanización desbordante de El Alto, Puno y Juliaca, en la encrucijada del mundo formal e informal.
Ya el lago está mucho más y mejor articulado y conectado. No solamente por los sistemas de navegación, reminiscencia de otras épocas, como el vapor Yapurá, hoy hospital fl otante; el Yavari, barco museo, y el Colla, restaurante fl otante, sino por las más de 130 lanchas motorizadas que aseguran el servicio a las diferentes islas y entre todas las localidades ribereñas del lago. Hoy es en barco que se articula el ferrocarril sur del Perú (Cusco- Juliaca-Puno y Mollendo - Arequipa – Juliaca) con el ferrocarril boliviano (Guaqui – Viacha – La Paz; Viacha – Oruro – Uyuni – Villazón y Viacha – Arica). Asimismo, el mejoramiento y ampliación de la infraestructura vial en torno al lago, en ambos países, y la construcción de terminales terrestres, facilitan los intercambios de bienes comerciales y los fl ujos binacionales y turísticos. En estas nuevas dinámicas destaca el turismo con Puno, Copacabana, las islas del Sol y de la Luna y Tiwanaku como destinos principales, y nuevos destinos secundarios buscados por los amantes del turismo cultural, ecoturismo y turismo comunitario rural como son Llachón (Capachica), las islas de Taquile, Amantani, Suasi y Anapia del lado peruano; y Huatajata,
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Ancoraimes, Hatajata y Huarina del lado boliviano.
En ambos lados, el turismo se ha convertido en la actividad económica de mayor proyección, por su capacidad de crear un efecto multiplicador sobre el desarrollo de numerosas actividades afi nes como los servicios de hotelería, restaurantes, espectáculos de danza y música tradicionales, transportes, producción alimenticia y artesanal. Este genera empleo e ingresos y dinamiza los mercados.
El patrimonio cultural ofrece numerosos atractivos. En primer lugar, un s i n n ú m e ro d e i g l e s i a s c o l o n i a l e s , entre las cuales destacan el Señor de la Cruz de Carabuco18, el templo de Ancoraimes, el monumental santuario de Copacabana, la iglesia Santiago Apóstol de Guaqui y la del mismo nombre de Pomata, la iglesia San Pedro de Juli y la de Acora, los templos San Miguel y Santa Bárbara de Ilave, el templo Nuestra Señora de la Asunción de Huancané, las iglesias San Juan Bautista, San Antonio de Padua y la Catedral Basílica de Puno. Completan estos tesoros de arte, memoria de una historia deslumbrante, calles y casas coloniales (Casa del Corregidor en Puno), antiguos conventos y centros arqueológicos como Iskanwaya (cultura Mollo, Bolivia), las islas de la Luna y del Sol donde los incas construyeron el Palacio de Pillcocaina, Tiwanaku y los numerosos monolitos cercanos (Konkowankani), centros arqueológicos como Cutimbo (Puno) y Siani, los monolitos de Huata (Conima), las for talezas de Quequerani, Queñalati I y II, y las necrópolis de Huancarani, Ullunco (Moho) entre otros.

Asimismo, el ecoturismo representa una fuente potencial de desarrollo de gran importancia por las comunidades insulares y campesinas; su promoción debe conllevar a desarrollar un sistema de áreas protegidas debidamente planifi cadas e integradas al contexto socioterritorial del altiplano, con las facilidades mínimas para visitantes e investigadores. Se destacan en particular tres áreas: las representativas de los ecosistemas lacustres, los totorales, con alta densidad de peces y avifauna (reproducción y nidifi cación); los bofedales y praderas con poblaciones de fauna silvestre (vicuña y viscacha, entre otras); y los tolares y queñoales bien conservados y ricos en fauna silvestre (vicuña y cóndor, entre otros)19.
Un excepcional patrimonio natural y la magia del lago acentúan la fascinación de los miles de turistas que llegan cada año en busca de belleza, energía y paz. El lago sagrado con sus túneles secretos, sus colores, su transparencia, la extraordinaria cordillera Real con el majestuoso Illimani, el volcán apagado de Kapia (Yunguyo), las aguas termales y las islas, ejerce un encanto muy par ticular en todo visitante, encanto que se lleva adonde va y multiplica.
Fig. 11. Vista del lago Titicaca desde la península de Capachica. Puno.