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Arquitectura virreinal / Roberto Samanez Argumedo

Arquitectura virreinal

Fig. 1. Portada de acceso desde la plaza a la iglesia de Santiago de Pomata, construcción iniciada en 1750. Al fondo se aprecia la portada lateral que lleva encima un frontón semicircular y la torre única de cubo liso. L a ocupación temprana de la zona del lago. La hoya del Titicaca se caracteriza como una llanura encerrada entre cadenas de montañas, que defi nen la cuenca con centro vital en el lago. A pesar de ubicarse en la puna, donde el medio es hostil, su ecosistema permite que el agua atempere el ambiente, haciendo productivas las tierras próximas1. Es sin duda un escenario geográfi co sin parangón que fue propicio para el desarrollo humano.

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En un período que se remonta a seis milenios a.C., cazadores y recolectores subsistían con recursos existentes en torno al lago. Gracias a los cultivos altoandinos, se hicieron sedentarios, iniciando la domesticación de camélidos. En el transcurso de ese proceso surgieron sociedades complejas como Pucará, que se convirtió en una de las culturas más importantes del altiplano, coexistiendo con Tiwanaku inicial.

Al declinar esta última civilización, otras formaciones surgieron en la cuenca, conocidas como señoríos aimaras, con economías basadas en el pastoreo y