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El hombre y la magia del agua ......................................................................................................................... XXXI El esplendor de Tiwanaku / Martti Pärssinen

El esplendor de Tiwanaku

Fig. 1. Cabezas clavas que adornan el Templete Semisubterráneo en el complejo Kalasasaya. Tiwanaku, Bolivia. os cronistas españoles e indígenas recopilaron varias historias y mitos sobre

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LTiwanaku y el lago Titicaca, y en ellos se dice que el mundo fue creado por esos lugares. Relatan que los incas midieron las distancias y Tiwanaku se situaba en el centro de su imperio y, por su prestigio y su posición privilegiada, solían juntarse en este sitio. Por eso Tiwanaku, igual que el Titicaca, son frecuentemente considerados sagrados entre los habitantes del área. La verdad es que la región del lago ha jugado un rol muy importante en la formación de sociedades complejas en el área andina. Aunque la cuenca del lago se sitúa a una altitud media de 4.000 metros sobre el nivel del mar, cerca del límite extremo para el cultivo y la vida humana, en el pasado se estableció allí una densa población.

Desarrollo de Tiwanaku: de formativo a urbano

Entre los años 1500 y 100 a.C., en la península de Taraco (Bolivia) fl oreció la cultura conocida como Chiripa, exponente de una tradición religiosa llamada «Yaya Mama» o «pajano», que se caracteriza por templos semisubterráneos, sin techo, y por estelas

y esculturas de piedra, cuya iconografía representa seres semihumanos, serpientes, peces, sapos y rheas. Los objetos de esta tradición formativa eran considerados como sagrados y, en general, constituían elementos del culto a la lluvia y a la fertilidad.

Además, para entender el desarrollo de Tiwanaku hay que reconocer la importancia de la cultura Pucara, que fl oreció en el noroeste del lago (Perú) entre los 200 a.C y 200 d.C. Pucara adaptó la tradición Yaya Mama, estableciendo nuevas convenciones en la representación iconográfi ca de las divinidades en su escultura y cerámica, como deidades con báculos, rostros radiantes y personajes de perfi l con atributos de felino, ave y pez/serpiente, al igual que un personaje sacrifi cador con un trofeo.

Durante la última fase formativa, conocida como Tiwanaku III (100-400 d.C.), los habitantes de Tiwanaku estuvieron en contacto con Pucara, adoptando parte de su estilo iconográfi co y convenciones religiosas; incluso algunas estatuas y estelas fueron transportadas de Pucara a Tiwanaku. Además, los habitantes de Tiwanaku empezaron a construir ya en esta época, si no antes, cuando la cultura Chiripa todavía estaba fl oreciente, el templete semisubterráneo siguiendo el modelo original de Chiripa, pero a través de contactos con Pucara. Luego, en el siglo V, el templete fue remodelado con rasgos típicos de la cultura Tiwanaku (Fig. 3).

Este templete tiene una planta rectangular de 28 x 26 m con una profundidad de casi 2 m. En el fondo se descubrió un sistema de drenaje conectado con canales subterráneos que conducen hacia el río Tiwanaku. Las paredes están adornadas con 175 cabezas-clava (Figs. 1, 2), y en el centro del patio se erigen varios monolitos. Uno de ellos pertenece a la tradición Yaya Mama, pues representa a un hombre barbado, con dos serpientes a los lados. Así, si el templete no hubiera sido construido ya antes de la era cristiana, cuando la cultura Chiripa fl orecía, se debe

Fig. 2. Detalle del templete semisubterráneo de Tiwanaku.

Fig. 3. Ubicación de Tiwanaku.

Fig. 4. Figura central en la espalda del monolito Bennett.

considerar la probabilidad de que esa estela hubiera sido traída a este lugar desde las orillas del lago, igual que ocurrió con una parte de la estela Rayo, encontrada también en Tiwanaku, pero cuya base se encuentra en Arapa, cerca de Pucara del Perú.

En el templete destacaba por su gran tamaño el monolito Bennett, bautizado así en honor a su descubridor. Representa el estilo clásico del arte de esta cultura (Tiwanaku IV, 400-750 d.C.). La fi gura central grabada en la espalda del monolito exhibe serpientes o peces en su tocado y plantas que crecen desde sus pies (¿maíz?) (Fig. 4). El tocado del monolito exhibe símbolos ictioformes o de serpientes. En la mitología andina, los peces suche o catfi sh poseen la capacidad mágica de transformarse en serpientes, y viceversa. Lo importante es que ambos son representaciones de fuerzas divinas. Es decir, que la fi gura central podría simbolizar a Pachamama (madre tierra), o bien a Mamacocha (madre agua), o a ambas. A todos estos rasgos se agrega un receptáculo lítico –encontrado en el fondo del templete– que muestra a algunas deidades en cuyos tocados aparecen motivos ictioformes. Todo esto indica que el templete habría sido construido (y consagrado) para el culto al agua y a la fertilidad de la tierra, tal como indica el cronista Gutiérrez de Santa Clara, que también dice que éste era llenado con agua. El refuerzo a esta interpretación lo ofrece el descubrimiento de la estela donde aparece un hombre «barbado» acompañado de serpientes, pues hay noticias de que en la época colonial los pobladores altiplánicos adoraban tales ídolos durante el culto al agua. Así lo dice Ramos Gavilán: «Fuera de aqueste Idolo Copacabana, tenían los Yunguyos, otro que llamaban Copacati, tomando nombre el cerro en que estaba, del mismo Idolo que estaba luego a la salida del pueblo; era de piedra con una fi gura extraña y todo ensortijado de culebras, acudían a él en tiempo de seca a pedirle el agua necesaria para sus sementeras...»

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Por otro lado, en la época III se habría iniciado la construcción de algunos edifi cios monumentales en el centro de Tiwanaku, como Kalasasaya, orientados de acuerdo a ejes cardinales. Kalasasaya es un templo elevado de 4,2 m de altura, con planta rectangular de 129 x 119 m. Sus paredes tienen grandes pilares de piedra erigidos a intervalos regulares (Fig. 5). También cuenta con un recinto semisubterráneo, en cuyo interior fue encontrado el monolito Ponce. (Fig. 6).

Entre los edifi cios principales, domina la pirámide de Akapana, erigida con siete plataformas (Fig. 7). Su construcción se habría iniciado a mediados de la época IV, cerca del 600 d.C., y originalmente habría tenido un templete semisubterráneo en la cima, y la pirámide poseería una planta escalonada, midiendo casi 204 m de largo, 192 m de ancho y 17 m de altura. Al parecer, para obtener la tierra necesaria para la construcción de la base de Akapana, los tiwanacotas excavaron un foso de agua –conectado al río Tiwanaku– alrededor del corazón del centro cívico-ceremonial. El paso siguiente fue levantar varias terrazas de arenisca roja. En la cima de la pirámide edifi caron el templete semisubterráneo, dotándolo con sistema de alcantarillado para las lluvias y las ceremonias rituales. Además, se han encontrado indicios de que algunas partes de las paredes habrían sido cubiertas con placas metálicas y con tejidos. El ingreso a la cima de la pirámide era por el lado oeste, donde están las escalinatas de acceso.

Puma Punku es otra pirámide importante, ubicada a algunos cientos de metros al suroeste de Akapana, y posiblemente fue construida al mismo tiempo. Tiene una planta en forma de «T» y habría sido levantada sobre una plataforma de tres terrazas. En la cima hay un templete semisubterráneo donde destaca un elaborado

Fig. 5. Templete semisubterráneo y Kalasasaya (al fondo).

Fig. 6. Monolito Ponce.

Fig. 7. Detalle de la construcción original de la pirámide de Akapana.

sistema de drenaje, así como los restos de un templo de cuatro habitaciones, aún visible cuando el cronista Diego de Ocaña visitó el sitio. Al parecer, la Puerta del Sol perteneció en origen al conjunto arquitectónico de Puma Punku, pese a que ahora se sitúa en la esquina noroeste de Kalasasaya.

Parece que la Puerta del Sol jugaba un rol importante en la religión tiwanacota, ya que su fi gura central ha servido de modelo para varias imágenes en la textilería y cerámica desarrolladas por las culturas Tiwanaku y Wari (Fig. 8). La fi gura, dibujada también en la cerámica de Pariti, representa probablemente a Tunupa, dios masculino asociado a los cerros, al fuego, al rayo, al trueno y a las tormentas (lluvias). Tunupa sería transformado durante la época Inca, adquiriendo a veces características de Viracocha, el dios creador de los quechuas, y a veces rasgos del dios del rayo (Illapa). Tanto Tunupa como Viracocha eran dioses creadores y héroes culturales que aparecieron en el área del Titicaca. En la iconografía de la puerta se puede apreciar que varios pájaros mensajeros o pacajaques (hombres águila) se acercan a la fi gura central. Estos portan una maza cuyo extremo está rematado por la cabeza de un ave de rapiña (¿águila?) o, con más frecuencia, por dos cabezas de peces. Es interesante que en la mitología aimara, ciertos peces se relacionan con el dios Tunupa. Según el vocabulario de Bertonio, Quesintúu y Umantúu eran peces hermanas contra quienes el dios Tunupa cometió pecado. Los nombres de estos dos peces se conocen todavía hoy: umantúu se refi ere a dos especies de orestias: Orestias cuvieri Valenciennes y Orestias Tschudii Castelnau, y, quesintúu a la especie Orestias Pentlanndi Valenciennes. Por ello, los peces orestias poseen una connotación femenina, como las sirenas en el Viejo Mundo.

En muchos otros centros se construyeron también plataformas reminiscentes de Puma Punku, además de templetes semisubterráneos que se asemejan a los modelos de éstos y otros edifi cios presentes en el mismo Tiwanaku. Esto permite suponer que, dentro de la ideología estatal, el culto al agua era de gran importan-

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cia, con toda la potencia de las divinidades masculinas y femeninas relacionadas con el agua del cielo (lluvia) y de la tierra (lagos, ríos, canales, etc.).

Hay que recordar que en algunos sitios ceremoniales, ya desde los tiempos de Caral hasta la cultura Chavín, las plataformas y templetes semisubterráneos conformaban los núcleos de los centros urbanos, de modo que los tiwanacotas solo habrían continuado y modifi cado una tradición que tenía larga duración dentro de la historia andina.

Al oeste de Kalasasaya se encuentran los edifi cios Putuni y Kerikala, posible sector residencial del sacerdocio y de la alta nobleza. Además, es posible que el Putuni también haya cumplido la función de mausoleo durante la última fase de esta cultura, conocida como Tiwanaku V (750-1000/1100 d.C), cuando la ciudad creció hasta llegar a su tamaño máximo de 6 km2 y las diferencias entre clases sociales aumentaron.

En suma, la mayoría de los monumentos centrales en el núcleo de Tiwanaku fueron construidos durante la época clásica, es decir en la época IV, así como en la fase fi nal o época V. Precisamente en esta última se intensifi caron los trabajos agrícolas, con gran crecimiento del área urbana de Tiwanaku y, al mismo tiempo, una más fuerte expansión territorial hacia las áreas surandinas.

El arte de Tiwanaku, especialmente de las épocas IV y V (400–1100 d.C.), es fácilmente distinguible por ser muy convencional e iconográfi co, tanto en grandes portales y esculturas como en textiles y objetos de oro, plata, cerámica, madera y hueso. Hacia 1000 d.C., el arte plástico y el abstracto simbólico habían alcanzado un nivel universal (Fig. 9).

Fig. 8. Puerta del Sol.

Fig. 9. La Mona Lisa de los Andes es un ejemplo de cerámica de Pariti. Demuestra como los alfareros de Tiwanaku alcanzaron un nivel universal en su arte ceremonial.

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