con agrado que los dominicos junto a la prédica del evangelio abogaran por los derechos indígenas. Los informes de visitadores enviados por el virrey resultaron adversos para los dominicos y el propio Toledo se quejó al rey por demoras en las obras de las iglesias6, afirmando que los religiosos volvían a España llevando dinero del trabajo de los indígenas, aunque cronistas posteriores desmintieron esas acusaciones7. Finalmente los cargos formulados contra los predicadores determinaron que en 1572 sean retirados de las doctrinas. Para muchos investigadores la decisión obedeció a planes del virrey para administrar los recursos de la región, imponiendo el trabajo obligatorio de la mita y servicios forzados en las minas8. El mismo virrey dispuso el sistema de reducciones, concentrándolos en centros poblados, para utilizar su mano de obra, imponerles el pago de tributos e impartirles la religión católica. Las doctrinas pasaron a jurisdicción de las diócesis, a través de clérigos y solo quedaron en el Collao los agustinos que conducían la de Copacabana y los jesuitas que se encargaron de las de Juli. La Compañía de Jesús aceptó las cuatro doctrinas de Juli a partir de 1576, dedicándose a la evangelización. Con medidas elementales como la distribución de limosnas, organización de un hospital y un colegio se ganaron la cooperación de los indígenas y los misioneros aprendieron el idioma nativo para educar a los indígenas9.
Antecedentes peninsulares de la arquitectura religiosa Antes de analizar la arquitectura religiosa en la región, es indispensable referirnos a los antecedentes españoles, cuyas expresiones fueron las que se trasladaron al Nuevo Mundo. En la península ibérica existió una tradición arraigada en el estilo gótico y en la tendencia mudéjar, vigentes hasta el siglo XV. Esta última producida por artífices musulmanes, perduró aún cuando ese grupo étnico se integró a la población cristiana. Cobró vigencia gracias a que sus ritos se elevaron a la categoría de mitos cristianos, contribuyendo a una hibridación estilística con el gótico10. En las postrimerías del siglo XV empezó la influencia italiana, incrementándose el gusto por el clasicismo, sin desplazar las formas góticas y mudéjares del llamado gótico isabelino. En torno a 1530 los modelos clásicos se generalizaron, gracias a una nueva generación que desarrolló concepciones «a lo romano», adoptando el nuevo lenguaje. No se produjeron cambios en las tipologías y se mantuvieron las plantas de tradición mudéjar con longitud acentuada y ábside poligonal. Exceptuando los grandes santuarios que se cubrían con bóvedas, se mantuvo la fórmula tradicional de utilizar madera en las cubiertas11 y se generalizó el empleo del arco triunfal entre la nave y la capilla mayor. El esquema de arco de triunfo romano, se convirtió en motivo de inspiración para las portadas. La arquitectura española no fue ajena al movimiento estilístico surgido entre el Renacimiento y el Barroco, conocido como el Manierismo. Su afán por simbolismos, alegorías y contradicciones a los cánones clásicos, le deparó aceptación12.
Roberto Samanez Argumedo
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