El Titicaca en la mirada de los cronistas
«E
n los tiempos antiguos dicen ser la tierra e provincias de Piru oscura y que en ella no había lumbre ni día...y en estos tiempos que esta tierra era toda noche dicen que salio de una laguna que es e esta tierra del Perú en la provincia que dicen de Collasuyo un señor que llamaron Contiti Viracocha...»1.
Como en el Génesis, Juan de Betanzos describe en el primer capítulo de su obra Suma y narración de los incas, el nacimiento de la gran estirpe del imperio andino. El lugar primigenio era el Titicaca, la marmita de azul intenso de la que todo nació (Fig. 1).
Fig. 1. Fiesta de los collasuyus. Felipe Guamán Poma de Ayala. Nueva corónica y buen gobierno. 1615. Folio [147] del manuscrito en la Biblioteca Real de Copenhague, Dinamarca.
Carlos D. Mesa Gisbert
El lago Titicaca tiene una significación decisiva para toda la historia prehispánica andina, es el referente inexcusable para comprender muchas de las razones míticas, simbólicas y materiales que permitieron el desarrollo de pueblos que desde su núcleo de expansión se transformaron en los estratos históricos andinos en un vasto periodo, que puede perfectamente referirse desde la cultura Viscachani en el 7.000 antes de Cristo, pasando por Wankarani, Chiripa, Tiwanaku –el primer gran
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