RE SIS TEN CIA Gabriela Escobar
No hay mal que dure 100 años, ni pueblo que lo resista. [126] La ciudad de la furia
Toda palabra revela un síntoma, mucho más cuando se insiste en ella, cuando se vuelve habitual, repetitiva, simbólica ¿Qué revela entonces que la nuestra, en este estallido social, sea resistencia? Resistir es sinónimo de aguantar, tolerar y sufrir, pero también lo es de oponerse, pervivir o durar. La palabra tiene, al mismo tiempo, una lectura pasiva en la que algo se tolera, o se sufre y, una activa, en la que se genera una oposición a algo, una barrera. Además, que algo sea resistente quiere decir que es durable, que aguanta los cambios o las presiones del ambiente. Pero, es que eso es lo que hemos sido, somos y seremos siempre, un cuerpo fornido, tras haber disputado innumerables batallas, la mirada fija en el horizonte, chequeando el extenso territorio, el brazo derecho siempre en alto, empuñando una lanza, lista para ser disparada ante la presencia de alguna bestia blanca. Así yace el cuerpo inmortalizado del cacique Jamundí, famoso por su valentía durante feroces peleas, y eso nos ha dejado de herencia a todos los que hoy nos abrazan estas tierras, permanece la sensación de pertenecer a un sentir colectivo que se enuncia como La Resistencia. Incluso, sin juntarse en la calle, o sin haber participado en este Paro, hay un cierto vínculo de la mayoría de los jamundeños que se resume en eso: resistir. El subterráneo y perma-