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CONTRASTE - Karen A. Tristancho
Duitama - Boyacá
CON TRASTE
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Karen A. Tristancho
El paro nacional tiene diferentes perspectivas a nivel de ciudades y a nivel del sentir individual de los que hacen parte o no de esta lucha.
Una lucha que se vive en las calles, pero también en las redes, en esos videos e imágenes que se van propagando con el fin de plasmar la realidad; esa realidad cargada de miedo, conmoción y gritos como forma de expresar inconformidad e indignación. Así, en los centros de las ciudades se vive muy de cerca ese ruido y transcurrir de las protestas que, además trae consigo la parálisis de un sistema y ritmo de ciudad muy acelerado, en algunas partes del país o de una misma ciudad, como veredas o periferias lejanas, se experimenta un transcurrir rutinario y silencioso frente a la situación que se vive; y aunque están lejos de vivenciar las marchas y cantos o los estallidos y abusos, parte de estas personas captan y ponen en duda lo que está ocurriendo en el país.
Asimismo, al pensar en cómo se vivió el paro en una ciudad y en otra, se puede considerar que las acciones que se hacen en cada ciudad frente a las manifestaciones y protestas, llegan a ser muy parecidas en su forma de organizar e idear actividades que mantengan de manera satisfactoria la resistencia en las calles,
pero, hay algo que sí cambia y es la intensidad de esas acciones y el sentir que estas llegan a trasmitir, pues es diferente hacer un velatón en una ciudad como ciudad Duitama (cuando se sabe que todo está bien allí) al hacer una velatón en Cali y sentir que el amigo que estaba al lado en la marcha lo mataron; sin embargo, se debe poner en presente la empatía y tristeza que se transmiten - como se mencionó anteriormente - en las redes sociales, en en-vivos, que sin estar allí dejan un vacío en el corazón y una mente abierta a seguir cuestionando.

Por otro lado, empresas privadas, entidades del gobierno y algunos negocios pequeños dejan una misma reacción: negocios o empresas cerradas con carteles de “Apoyamos el paro”, trabajadores en casa o en jornadas específicas para no afectar su movilidad y tiempo, entidades con vallas de seguridad y bancos con telones u otros objetos que reduzcan la posibilidad de grafitis o daños materiales y, como resultado, en algunas pequeñas ciudades calles vacías por rumores de marchas que puedan alterarse y causar inseguridad; resaltando en algunas otras el respaldo de trabajadores y demás gremios que, por el contrario, se unen a esta construcción y apropiación de los espacios de la ciudad. Espacios que son dados para demostrar que el pueblo y, en especial la juventud, aún tienen el poder para hacer revolución, ya sea por medio de la alteración en las calles o con gestos artísticos como grafitis, canciones, espacios transformados y todo tipo de acto que juegue a favor de representar la indignación que está presente en la mayoría de los ciudadanos.