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PINTURA - Diego Fernando Hernández

PIN TU RA

Diego Fernando Hernández

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A veces se inicia con el ¿por qué? y el ¿para qué? de las cosas.

O, simplemente se inician de manera esporádica por los diferentes malestares que se acumulan, como la injusticia, la impunidad, el abandono, la falta de oportunidades, la corrupción, opresión, inseguridad, descontento, manipulación, etc. El paro nacional fue fruto de muchos de estos descontentos. A pesar de las vidas y esfuerzos de los que veían un mejor futuro, un mejor resultado de todo el esfuerzo, del compromiso de muchas personas, familias enteras, compañeros de estudios, de trabajo, y de los que ya no nos acompañan porque su compromiso fue más allá de las comodidades y miedos, de los que fallecieron por esa visión de país un poco mejor, no lograron aún sacudir la comodidad de las clases acomodadas a costilla de: salarios bajos, corrupción, impunidad, desigualdad social, evasión de impuestos, etc.

En mi caso elegí la foto porque plasma un lugar en el cual estuve presente en diferentes días y el que me marcó, emocionalmente y de manera literal, en la rodilla derecha. Ver como mientras unos gritaban por respeto a la dignidad, otros gritaban por mantener el orden de la injusticia; se vio en ese lugar la diferencia abismal de fuerzas, por un lado se encontraban personas con entrenamiento para reprimir con armaduras de pies a cabeza, hechas de fibra de vidrio, respaldados por logística, helicópteros, tanquetas con mu-

nición y chorro de agua; sueldos y armas, tanto letales como no letales convertidas en letales, que con solo mover un dedo puede lanzar un proyectil a más de 500 metros, en el otro lado, se encontraban personas unidas por el descontento, cansadas y mal alimentadas, cubriéndose con trapos el rostro que al mismo tiempo intentan cubrirse de los proyectiles, de los gases y chorros de agua, defendiéndose y resistiendo con palos y rocas, que solo para lanzar una piedra deben exponerse, correr, esquivar, cuidar de que el brazo no se vaya lesionar, que puede llegar solamente a 15 metros, lo que no le garantizará el objetivo y con más del 99 % de posibilidades de fallar; al igual con los cocteles molotov, aún más peligrosos porque se suma el peligro de incendiarse y perder los materiales que tanto costó conseguir. Presencié también otro gran esfuerzo. Presencié como un fotógrafo registraba con su cámara lo que sucedía para protección y denuncia jurídica, fue impactado en su mano por un proyectil disparado de manera horizontal, le destrozó parte de los dedos de la mano derecha, mientras que otros eran golpeados en el rostro, el cuerpo y asfixiados por los gases. Otros desaparecidos, que hasta el día de hoy se siguen buscando. Esa impotencia de ver todas esas injusticias continuas y cada vez más concentradas, que el día de hoy quedan marcas de pintura, recordándonos la injusticias, los gritos, la resistencia, la modificación que vivió la ciudad. Puntos como La Luna se volvieron símbolos donde se unieron personas que se atrincheraron y resistieron, a pesar de la desigualdad de fuerzas.

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