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28A - Luisa Fernanda Quintero García

28A

Luisa Fernanda Quintero García

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Todo comenzó la madrugada del 28 de abril, cerca de las 5:30 a.m.,

cuando el pueblo indígena Misak bajó la estatua de Sebastián de Belalcázar, el conquistador español que en 1536 fundó la ciudad de Cali, capital del departamento del Valle de Cauca. La protesta social estalló en Colombia el 28 de abril de 2021, en el contexto de la Pandemia del Covid 19 y la propuesta de reforma tributaria encabezada por el Gobierno de Iván Duque y, su entonces Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla. Las protestas convocadas por diferentes gremios, sindicatos, movimientos sociales y colectivos juveniles, convocaron a la ciudadanía a una nueva jornada nacional de protesta para alzar su voz en contra del Gobierno. Pero, fue especialmente fuerte en la ciudad de Santiago de Cali, en el suroccidente del país. La caída de Sebastián de Belalcázar fue el detonante que marcó el estallido social del Paro Nacional, aquel 28 de abril. El gobierno del presidente Iván Duque reprimió brutalmente, justificándose detrás los numerosos saqueos y asonadas a las estaciones de buses urbanos que se presentaron durante varios días, en simultáneo a las manifestaciones.

Junto con el paro no solo se vivieron asesinatos y muchas otras injusticias, también se dieron bloqueos, no solo dentro de la ciudad, sino también fuera de ella, lo que trajo consigo la escasez de comida y el aumento del costo de la misma; trayendo consigo el descontento de la gente y la angustia de muchos. Fue algo que realmente me impactó y me preocupó. Nos ha dejado una serie

de angustias y sentimientos de indignación, dolor, de todo lo que sucedió por esos días en nuestro país, lo cual es el reflejo de décadas de violencia, de intentos fallidos de construcción de paz, de desigualdad e injusticia social.

En medio de las protestas, surgieron tendencias potencialmente preocupantes. En varias ocasiones, se filmó a civiles armados junto a la policía en ciudades como Cali y Pereira, disparando directamente o atacando a los manifestantes. Los grupos armados y criminales también parecen estar aprovechando el caos local para profundizar su control social y económico, y durante ese tiempo el Covid 19, también jugó un papel preocupante, pues desde las fechas del paro se dispararon los contagios, alcanzando casi las 700 muertes diarias. Un panorama bastante triste y preocupante para todos en general. A todo esto, el gobierno local y departamental parecía congelado. No tronaba ni sonaba. Solo supimos de las directrices violentas del orden militar, policial y nacional, que se instalaron en la ciudad a “imponer” el orden.

En conclusión, podemos decir que gran parte de la clase media y popular resiste, pues son las más olvidadas. Además, cayó por completo la imagen de la fuerza pública, ya que con todas las muertes han despertado la ira de muchos. Está claro que esta generación ya no tiene nada que perder.

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