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TEJIDO - Brahyan González Banguero

TE JI DO

Brahyan González Banguero

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La lucha, la rabia y la agorafobia, sentimientos constantes que permean la realidad de esta ciudad,

algunas personas le llaman Cali calentura, donde la cuña “calentura” no hace alusión exclusivamente al radiar del sol que nos golpea, también se refiere a la inseguridad y sinfín de peligros a los que nos vemos expuestos, solo por el hecho de habitarla. Hace poco un parcero partió de este plano, hoy recuerdo una conversación que tuvimos hace un par de meses, donde dijo entre risas: “Es que aquí el sol nos tiene tostados a todos”.

Luego de un panorama desalentador y cada vez más asfixiante por parte del Gobierno, se propone una reforma tributaria con políticas cero generosas con las clases media y baja, poblaciones que representan más del 60% del país, como respuesta a esto se empezó a gestar un paro nacional. Con el pasar de los días varias entidades, instituciones públicas y privadas se fueron sumando, solidificando la fuerza y el alcance del paro. El 28 de abril se convoca el primer día de paro, la mañana inicia con Belalcázar derribado por la Comunidad Indígena Misak, dando un mensaje fuerte y claro, inicia el paro y el pueblo se hizo sentir.

Al pasar la jornada, luego de realizar los bloqueos, la respuesta del estado: represión. Se desencadenaron una serie de enfrentamientos entre los manifestantes y agentes del Estado, rocas y capuchas, contra gases y armaduras; pero, a medida que el paro avanzaba, mientras que los manifestantes continuaban con rocas, palos, capuchas y alguno que otro casco o escudo, los agentes usaban sus armas de fuego. Además de estar apoyados por el Gobierno, la mediatización, desinformación y los pseudo paramilitares conformados por las élites de Ciudad Jardín. En la calle se mencionaba constantemente que estábamos en guerra ¿Guerra? Hubo semanas donde prácticamente había un muerto por día, sin mencionar los heridos, ahí ya lo reducimos a horas. No había igualdad de condiciones entre “bandos”, no es equiparable una pistola y una roca, no era guerra, era una masacre.

A pesar de lo que ya sabemos y conocemos, la impunidad, la persecución, la corrupción y un sinfín de etcéteras, también hubo cosas positivas. En medio de tanto caos se gestó un tejido comunitario, gracias al cual se dieron varios procesos de pedagogía, transformación y resignificación de espacios. Aún hoy varios de ellos permanecen. El lugar más emblemático y considerado corazón de la resistencia, Puerto Resistencia, es un ejemplo claro de estos procesos, reflejando la construcción desde y para el pueblo, el monumento allí presente hace memoria a la lucha que hubo, que no todas las batallas han sido derrotas, ha habido pequeñas victorias, que poco a poco fortalecen los tejidos que se han venido gestando. El gobierno tuvo que escuchar los reclamos del pueblo y tuvo que ceder, aunque haya sido una vez.

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