
2 minute read
MEMORIA - Carolina Quinto
MEMORIA
Carolina Quinto
Advertisement
En tierras privilegiadas y la brisa glorificante,
entre calles coloquiales en medio del progreso, transitan recuerdos que han pasado de generaciones en generaciones, de horrores y desgracias de pueblos olvidados, cuya intención radica en descolonizar la historia, haciendo justicia así, a sus memorias. No se culpa al historiador, se culpa a quienes han violentado la historia. Ya no se señala la vía al mar en este paredón, ahora se señala a quien piensa diferente. Hemos sido diagnosticados con amnesia, y quienes buscan la cura han derrumbado a Sebastián, y no se trata de desprestigiar el arte, la figura del prócer se ha desprestigiado sola. La ausencia de la figura insignia trajo consigo memorias invisibles y llevó a recordar que somos el resultado del despojo, del adoctrinamiento, de un mestizaje que resultó de atrocidades con el que se llegó a ocupar estas tierras. Esta caída, esta pastilla para la memoria tuvo efecto, pero, también hay quien, aun así, resulta defensor de la tiranía.
Y si de recuerdos se trata, este mirador vio pasar el tiempo en la ciudad, vio pasar el miedo y la resistencia en busca de un nuevo país, sus calles que se placen a lo lejos fueron testigos de aquel violento carnaval de gases lacrimógenos y detonaciones que no fueron precisamente juegos pirotécnicos, que suelen envestir los barrios de la sucursal. Tal parece que los jóvenes son los únicos que la amnesia no ha afectado, tienen memoria, en busca de la justicia y la dignidad se embarcaron en un proceso, que a media

respuesta pretende nuevamente estallar en cualquier momento, si de defender los derechos se trata. Saquearon estas tierras, pero no saquearán sus derechos.
Me gusta esta parte de la historia donde los malos son los buenos, donde son más los que quieren un cambio. Desde esta cima, desde esta cara de la ciudad se respira esperanza de un pueblo en pie de lucha, aquí donde en sus noches la hecatombe cobra vida, donde por más espacios vividos que contenga, el recuerdo de quienes terminaron el recorrer de su vida exigiendo sus derechos, opaca cualquier otra remembranza. Aquí en este momento de la historia puedo decir que cabe soñar, cabe esperar que esta parte de la historia sí se cuente como está escrita y no como lo que conviene al educar. Tal vez en un anhelado futuro Cali tenga más por contar, tenga más por ofrecer, o quizá tal vez nada, lo único certero es que, si de la memoria y la conciencia se han querido librar, la realidad siempre los mantendrá atados a la historia.
Los que ya no pueden levantar su voz, hoy son memorables, recorrer las calles que fueron testigo de resistencia hace vislumbrar en cada escenario a sus actores. Cali huele a revolución si de resistencia se trata, y aquellos jóvenes ausentes son los verdaderos monumentos heroicos de la ciudad, ¿por qué no ser un país sin insignias, pero, con memoria?