2 minute read

SUCESOS - Juliana Urbano Urbano

SUCESOS

Juliana Urbano Urbano

Advertisement

Bajo un día soleado y con el cielo despejado de abril,

entre carteles, pitos y sonrisas, multitudes de hombres, mujeres, niños y niñas por aquí y por allá, y en cada esquina donde te posaras, alegremente entonaban arengas, cantos y rimas que, con fervor, brotaban de sus almas. Sí … te hablo de una ciudad que nació … O no, mejor dicho, renació cual ave fénix que se despoja de sus cenizas y emprende el vuelo más fuerte que nunca. Así mismo, esta ciudad donde cientos de personas crecen al ritmo de la salsa, marcó el comienzo de lo que durante unos meses sería, cual campo de guerra, donde se batiría a duelo y entre armas, gases, daños, e incluso muertos que aún se lloran por las calles, el sueño de muchos: dejar caer una gran venda que durante décadas traía encima. Pero no hace falta adentrarse mucho en esta ciudad de ensueño. Si la caminas un poco se llega al oriente, donde la calidez de sus habitantes te va envolviendo, y quizá hasta entristeciendo, pues no hace falta alzar mucho la mirada para notar que casi que, en cada esquina, en cada semáforo, se esconden algunas de las más grandes problemáticas de esta preciosa y colorida ciudad: la pobreza, la delincuencia, el hambre, el desempleo y podríamos sentarnos, tomar un café y continuar enumerando cada una de las desgracias que trae a bordo este paraíso. Porque sí, es un paraíso, pero mal administrado, un paraíso que por el deseo de poder y ambición desmesurada de unos cuantos, se ha ido lentamente al fango.

Y es que cuando todas estas barbaridades confluyen entre sí, se convierten en una auténtica bomba de tiempo, donde cada “tic tac” fue marcando el camino que estalló simultáneamente en varios puntos, actuando como si de un circuito se tratase. Un estallido que más que hacer ruido para el oído, hizo ruido al corazón, a la memoria, a los recuerdos. Un estallido ocurrido bajo aquel puente del oriente, un sitio de apariencia insignificante, que no permitía verse más allá de un simple flujo de carros y, así, día tras día la misma rutina. Pero sin pensarlo y mucho menos esperarlo, un día de abril eso cambió por completo, y aquel puente de apariencia nostálgica y simple, dejó de ser un sitio desolado, para empezar a ser transitado y ocupado a cada instante por personas con un objetivo en común: realizar un cambio, personas que sin importar su edad, su raza, su sexo, ni nada en lo absoluto, se aglomeraban bajo la sombra de este puente y empezaban a llenarlo de color, de alegría y de cantos por la vida.

Así, el triste y antiguo puente, se convirtió en un símbolo que perdurará por siempre en tu conciencia y en la mía también. Un sitio que nos recuerda que alguna vez ahí ardió, entre barricadas, palos y cartones, el espíritu de un pueblo luchando por su presente y su futuro, que alguna vez allí se resistió y se venció.

This article is from: