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brindando atención durante más de tres años y pocos tenían conocimientos adecuados sobre la demencia (Córdoba et al. 2012). Los riesgos que involucra esta situación van desde la práctica involuntariamente inapropiada hasta la negligencia. En una encuesta efectuada en México, el 32% de las personas mayores con discapacidades de largo plazo, pero sin mayores impedimentos cognitivos, manifestó haber experimentado algún tipo de abuso durante el año previo (GiraldoRodríguez, Rosas-Carrasco, y Mino-León 2015).
6.6 ASISTENCIA PARA EL CUIDADO EN EL HOGAR Un factor que contribuye a la menor calidad del cuidado familiar es la falta de apoyo externo. Por tal motivo, en los países de altos ingresos, cada vez más, se intenta abordar el cuidado familiar y formal como un complemento y no como la alternativa. Por ejemplo, en Finlandia se han implementado servicios de relevo para las personas que cuidan familiares mayores, como parte de un objetivo más amplio de políticas dirigidas a garantizar que al menos el 90% de las personas de 75 años o más pueden continuar viviendo en sus hogares. La Ley de Cuidado Familiar de 2006 otorgó a los cuidadores familiares tres días de relevo por mes, en los cuales los familiares dependientes ingresan temporalmente a un geriátrico local. Colombo et al. (2011) y Sain et al. (2009) señalan que estos breves períodos de descanso reducen el estrés de los cuidadores. En América Latina, los servicios de apoyo a los cuidadores familiares están poco desarrollados y la gran mayoría no recibe soporte (Córdoba et al., 2012). En Brasil, por ejemplo, no hay políticas públicas ni programas nacionales o regionales para apoyar la atención domiciliaria (Lima-Costa et al., 2017). Algunas intervenciones, por lo general de carácter local, o programas piloto, han buscado desarrollar la asistencia en el hogar (Flores Castillo, 2012). Por ejemplo, en Chile se evaluó un programa destinado a brindar servicios de relevo a cuidadores y se está considerando extenderlo en todo el país (Silva, 2018). Otro abordaje al apoyo de los cuidadores es contar con leyes que obliguen a los empleadores a brindar contratos flexibles, que incluyan licencia sin goce de sueldo y horarios laborales movibles para aquellos trabajadores con responsabilidades asociadas al cuidado familiar. Una encuesta realizada en Chile reveló que al menos 64.000 mujeres debieron abandonar un empleo pago para poder cuidar de los miembros mayores de sus familias (Comunidad Mujer, 2010). En 2004, dos tercios de los miembros de la OCDE obligaban a los empleadores a ofrecer licencias por cuidados, salvo en aquellos casos en que existieran razones comerciales de peso para negar la solicitud. En América Latina, donde gran parte del empleo remunerado corresponde a actividades informales de pequeña escala, y las regulaciones del Estado para los empleadores son limitadas, los desafíos de introducir licencias por cuidado con goce de sueldo serán considerables y podrían generar la discriminación hacia las mujeres al momento de conseguir un empleo. Las intervenciones costo-efectivas para aumentar la autonomía y la capacidad de las personas mayores para cuidarse por sí mismas son tan importantes como brindar apoyo a los propios cuidadores. Un ejemplo simple es el programa Meals on Wheels, dirigido a los adultos mayores con dificultades en sus hogares, de amplia cobertura en los países de altos ingresos. Además de ofrecer nutrición y seguridad alimentaria a aquellas personas que no pueden preparar sus propias comidas, Meals on Wheels brinda un contacto social diario y puede actuar como