4 minute read

8.1 Introducción

8

Envejecimiento poblacional y el mercado de trabajo

8.1 INTRODUCCIÓN

Uno de los desafíos que enfrentan los países de América Latina y el Caribe es lograr un ritmo de crecimiento sostenido del PIB per cápita una vez iniciada la etapa de envejecimiento poblacional. Por lo general, se considera que el crecimiento económico es función de la dotación de los factores productivos –trabajo y capital tanto físico como humano– más un componente residual denominado productividad total de los factores. Este sentido, una caía en el tamaño de la población en edad activa, es decir, de la fuerza de trabajo, implicaría una reducción de la capacidad de crecimiento del PIB.

La transición demográfica hacia una población envejecida plantea algunas interrogantes relacionadas con los posibles impactos sobre el mercado laboral y, a través de él, sobre el nivel del PIB y el bienestar social de la población. La transición demográfica es un proceso en el cual se modifican los grupos etarios, tanto su tamaño como su peso relativo en la población total. El envejecimiento poblacional, ceteris paribus, tiende a limitar el crecimiento del consumo per cápita, puesto que el ingreso de las personas activas deberá ser compartido con un mayor número de personas inactivas. Sheiner et al. (2007) ajustan este mecanismo con los parámetros de la economía estadounidense y estiman caídas permanentes en el consumo per cápita del 4,4%. Cabe destacar, que la evolución demográfica en América Latina es mucho más rápida, por lo que es factible prever un efecto todavía mayor. De acuerdo con estos autores, si no se incrementa de forma significativa la participación laboral de aquellos grupos con participaciones relativamente bajas, el envejecimiento poblacional conducirá a una reducción del consumo per cápita.

Sin embargo, antes de arribar a esa etapa, los países de la región tienen una gran oportunidad: el bono demográfico. Dicho bono es una ventana temporal en la cual el peso relativo de la población en edad de trabajar, y con capacidad de ahorro, en la población total se encuentra en su nivel máximo. Este efecto temporal ofrece una oportunidad que, si se usa adecuadamente, puede acelerar la acumulación de capital y, por ende, el crecimiento del PIB per cápita. Como muestra en el capítulo 4, este proceso cuenta con fases denominadas primer y segundo dividendo demográfico.

Si bien el primer dividendo es transitorio por definición, su magnitud y duración dependen, en parte, del comportamiento de los grupos poblacionales (en particular, de las mujeres y de los adultos mayores) con respecto a su participación en el mercado laboral. El primer dividendo implica que los países alcanzan la máxima cantidad de personas en “edad de trabajar” de su historia. Sin embargo, dicho dividendo solo será útil si estas personas ingresan a la fuerza laboral a realizar trabajos productivos. De igual modo, los adultos mayores podrían retrasar su jubilación y las mujeres, aumentar su participación en el mercado de trabajo. Estos cambios podrían extender el primer dividendo y crearían más oportunidades para incrementar la acumulación de capital que luego conduciría al segundo dividendo. más aún, si estos trabajadores adicionales cuentan con las habilidades necesarias para contribuir con el aumento de la productividad de toda la economía, su impacto podría ser crítico para garantizar que los países se mantengan en la senda del crecimiento, independientemente de las tendencias demográficas de largo plazo.

Para garantizar que los trabajadores continúen adquiriendo habilidades relevantes, el fortalecimiento de los programas de formación continua debe ser el eje de cualquier política laboral dirigida a mejorar la calidad de la fuerza laboral en el marco del envejecimiento poblacional. En términos generales, los sistemas de educación formal en todos sus niveles fueron diseñados para proporcionar las habilidades requeridas en los empleos de la industria manufactura, en los cuales la trayectoria laboral de los trabajadores estaba claramente definida. Este modelo de empleo se ha vuelto menos común a medida que las nuevas tecnologías se adaptan, los mercados laborales evolucionan y las personas cambian de ocupación con mayor frecuencia. En este sentido, la posibilidad combinar actividades laborales con capacitación es esencial. El acceso a la oferta de capacitación suele ser limitado, ya que los trabajadores destinan gran parte del tiempo a su ocupaciones y los empleadores no cuentan con incentivos para financiar la recapacitación. En efecto, los programas de formación continua, ya sean subsidiados o proporcionados directamente por el sector público, por lo general, suponen que los beneficiarios dedican el 100% de su tiempo a ellos, lo cual dificulta que muchos trabajadores puedan aprovechar las oportunidades disponibles.

Por último, la mayor participación laboral femenina resulta de suma importancia para compensar la disminución esperada de la población en edad de trabajar. Aunque tal participación ha aumentado significativamente en los últimos veinte años, sigue siendo muy inferior a la de los varones. Uno de los principales determinantes del aumento reciente de la participación femenina es su mayor nivel educativo. De hecho, en lo que respecta al nivel de educación, no se observan diferencias entre el nivel educativo de las mujeres en América Latina y las de los países de la oCDE.

En este contexto, el objetivo del presente capítulo es analizar las implicancias del envejecimiento poblacional sobre la tendencia futura de la oferta de trabajo. Para tal efecto, se estudian nueve países de la región: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, El Salvador, méxico, Perú, república Dominicana y Uruguay. La selección de tales países se fundamenta en la disponibilidad de información, pero también en su distribución geográfica. De este modo se abarca las diferentes regiones del continente y se logra una mayor representatividad regional: América del norte, Central, El Caribe y América del Sur.

This article is from: