
2 minute read
de cuidado
(oms, 2015). sin embargo, con frecuencia existen tensiones entre las expectativas y el real politik del control de calidad de los servicios. un dilema clave es cómo mantener los estándares de calidad y administrar los costos, con el fin de garantizar que los proveedores de servicios tengan un margen de ganancia razonable (Leona et al., 2014). también suelen existir grandes asimetrías de información entre los usuarios y los prestadores de servicios. Por ejemplo, el conocimiento limitado de la sociedad sobre lo que constituye un “buen cuidado” refleja que las familias tienen dificultades para tomar decisiones informadas (Lloyd-sherlock et al., 2017).
6.5 CUIDADO FAMILIAR PARA LOS ADULTOS MAYORES:
ESTRÉS Y BRECHAS DE CUIDADO
de acuerdo con las leyes vigentes en muchos países de América Latina, las familias deben velar por las necesidades del cuidado de sus miembros vulnerables, independientemente de la edad que tengan y, en teoría, pueden ser procesadas si no cumplen con dicho deber. En la práctica, la capacidad de los Estados para aplicar esta exigencia es limitada y el procesamiento de un familiar por no brindar dicha contención es muy poco frecuente. El principal efecto de esta normativa es el refuerzo de la idea que las familias deben brindar una red de seguridad efectiva y que la intervención del Estado solo es necesaria en circunstancias excepcionales. En este capítulo se sostiene que la ayuda familiar y la asistencia del Estado deben ser consideradas complementarias y no excluyentes. recopilar información sobre la calidad y cantidad de los servicios de cuidado familiar no es una tarea sencilla. En efecto, son pocas las encuestas de hogares que incluyen preguntas relacionadas con esta dimensión. Asimismo, obtener información confiable sobre el cuidado familiar puede ser complejo, debido a que las respuestas se encuentran fuertemente condicionadas por las normas de conducta aceptable (yanxia Zhang y yeung, 2012; sinunu et al., 2009). sin embargo, existe evidencia sobre las grandes brechas del cuidado familiar. una encuesta realizada en Chile en 2010 reveló que el 36% de los adultos mayores con una dependencia severa informó no recibir ayuda alguna, a pesar de que la mayoría convivía con otros miembros de la familia (sEnAmA, 2010). de igual modo, los datos de Brasil para 2013, sugieren que más de la mitad de los brasileños mayores con necesidades de cuidado no recibió apoyo (Camarano, 2017). Esto se debe, en parte, a que son cada vez más los adultos mayores que viven solos o con un cónyuge mayor. sin embargo, convivir con familiares adultos no garantiza el cuidado: en Brasil, el 51% de las mujeres mayores y el 45% de los varones con necesidades de cuidado que convivían con adultos no mayores informaron no recibir ningún tipo de asistencia. otros estudios muestran que el acceso al cuidado en el hogar y a los servicios formales de cuidados de largo plazo son especialmente limitados para las personas mayores en condiciones socioeconómicas desfavorables (Lima-Costa et al., 2017).
Asimismo, la atención familiar puede no cumplir con estándares aceptables de calidad. Los cuidadores familiares no remunerados, que por lo general son mujeres, a menudo carecen de conocimientos básicos sobre cómo cuidar a una persona mayor frágil. Además, se encuentran expuestos a altos niveles de estrés. una encuesta realizada en Colombia, a cuidadores familiares de personas con demencia, advirtió que el 55% de los cuidadores del hogar había estado