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en la definición del gasto público en pensiones

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y generosidad de los beneficios que podrían generar el mismo nivel de gasto público en educación. Por ejemplo, en 2015, Paraguay y Alemania destinaron alrededor del 5% de su PIB a financiar el gasto público en educación. Sin embargo, los resultados fueron muy diferentes. Paraguay cuenta con una población joven: alrededor de 64 jóvenes en edad escolar por cada 100 personas que trabajan. Esto implica que –a pesar del porcentaje del PIB que destina al sector– el nivel de generosidad de los beneficios de la educación pública es bajo, solo el 7,8% del PIB por adulto en edad laboral. Como contraparte, en Alemania, solo hay 27 jóvenes en edad escolar por cada 100 personas en edad de trabajar, menos de la mitad que en Paraguay. Esto significa que Alemania puede invertir más del doble que Paraguay (18,5% del PIB por adulto en edad laboral) en la educación de sus jóvenes. Aunque los países de América Latina se encontraban, en 2015, haciendo esfuerzos de una magnitud similar a aquellos realizados por los países de la oCdE, destinando, en promedio, 5 puntos del PIB al gasto público en educación, las diferencias demográficas entre los países se tradujeron en resultados muy diferentes para los estudiantes. de acuerdo con los resultados que se presentan en la figura 3.5, es posible sugerir que, a medida que disminuye el tamaño de la población en edad escolar, en términos relativos, se abre la posibilidad de incrementar el nivel de inversión por estudiante sin necesidad de pasar a una curva isocuanta más alta. En otras palabras, una reducción en la tasa de dependencia escolar libera recursos para aumentar la inversión por estudiante, sin destinar mayores recursos al gasto público en educación.

3.4 EL ROL DE LA DEMOGRAFÍA Y DE LAS PREFERENCIAS

DE POLÍTICA PÚBLICA EN LA DEFINICIÓN DEL GASTO

PÚBLICO EN PENSIONES

El crecimiento del tamaño relativo de la población de adultos mayores tiene un impacto decididamente negativo en el financiamiento del sistema de pensiones. La figura 3.6 muestra la trayectorias para cuatro países latinoamericanos, así como la mediana de la región. Se estima que la proporción media de personas mayores de 65 años con respecto a la cantidad de personas en edad laboral se duplicará en los próximos treinta años: pasará de doce personas mayores por cada cien adultos en edad laboral a veintiséis. Si la generosidad de las pensiones se mantiene en los niveles actuales, el porcentaje del PIB necesario para financiar el sistema público de pensiones también debería duplicarse. Como consecuencia de los acelerados descensos de la tasa de fecundidad, algunos países están sujetos a presiones demográficas particularmente intensas en sus sistemas de pensiones: Chile muestra el mayor aumento absoluto, el número de personas mayores de 65 años por adultos en edad de trabajar podría incrementarse desde 17% en 2015 hasta 39% en 2045. A su vez, en Colombia se advierte el mayor aumento relativo potencial, con un crecimiento de 2,7 veces en la relación de adultos mayores por cada adulto en edad de trabajar, de 12 en 2015 a 32 en 2045. En otros países los aumentos porcentuales serían más modestos, pero relativamente elevados. uruguay, por ejemplo, ya ha pasado por la transición a un país envejecido, a diferencia de guatemala, cuya aceleración del envejecimiento recién comenzaría en la segunda mitad del siglo.

Al igual que en el caso del sector educación, la figura 3.7 desglosa el gasto público en pensiones en el componente de preferencias de política y la dimensión

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