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del envejecimiento

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en una descenso de la participación de los ingresos laborales en el ingreso. Esto se debe a que el envejecimiento aumenta el peso relativo en la población de las cohortes de más edad, que reciben la mayor cantidad de ingresos no laborales. dado que las personas de ingresos más elevados tienen una propensión al consumo más baja, se ve favorecido el ahorro. Por el contrario, una distribución sesgada hacia personas cuyos ingresos provienen de activos, dada su mayor propensión al “derroche” será desfavorable, puesto que generará una economía de bajo crecimiento con una distribución del consumo poco equitativa. La situación tampoco será proclive al crecimiento y el equilibrio macroeconómico si quienes poseen activos tienen una clara preferencia por invertir en el exterior, como ocurre en Venezuela y en Argentina. En efecto, esta tendencia tan marcada ha convertido a ambos países en acreedores del resto del mundo en los últimos años. Entre las causas de este fenómeno se encuentra la debilidad del marco institucional, que redunda en derechos de propiedad frágiles dentro del sistema financiero. En este sentido, es fundamental contar con sistemas financieros robustos que permitan aprovechar las oportunidades que brinda la demografía. En síntesis, si quienes reciben ingresos no laborales ahorran poco o colocan su riqueza en el exterior en activos seguros de muy baja rentabilidad –como ocurre según la literatura (gourinchas y rey, 2013)– la posibilidad de enriquecerse antes de envejecer se disipa.

4.3 DIVIDENDOS DEMOGRÁFICOS Y LAS CONSECUENCIAS

MACROECONÓMICAS DEL ENVEJECIMIENTO

Las previsiones de las naciones unidas sugieren que varios países de la región están completando su período de bono demográfico e ingresando a un proceso de envejecimiento acelerado, en el que la demografía representa un impuesto al crecimiento económico. La edad promedio de la población de América Latina aumentaría de 29,2 años en 2015 a 41,1 años en 2050, mientras que en países como Brasil y Chile ascendería a 45,1 años. Aprovechar lo que queda de la ventana de oportunidad es tan importante como prepararse para la etapa de envejecimiento.

La esencia del desafío macroeconómico es encontrar la forma de crecer, manteniendo la capacidad de apoyar el consumo de la creciente proporción de adultos mayores, sin erosionar el bienestar de las generaciones futuras. Para tal efecto, es crucial mantener el valor de la riqueza (dasgupta, 2009). dado que se trata de un problema de asignación intertemporal de recursos entre generaciones, el análisis de sus implicancias macroeconómicas requiere darle protagonismo a aquellas variables macroeconómicas que actúan como bisagra entre el presente y el futuro, es decir, el ahorro, los déficits y superávits y el crecimiento (Fanelli, 2015). Al respecto, a continuación se discuten en detalle el ahorro y las nociones de primer y segundo dividendo demográficos, de gran utilidad para ordenar el análisis de la relación entre crecimiento y envejecimiento.

4.3.1 Perfil de ahorro por cohorte y ahorro agregado

Al igual que el déficit de ciclo de vida, el ahorro varía con la edad de la cohorte. La “propensión al ahorro”, es decir, el ahorro como proporción de los ingresos laborales y de los ingresos por activos, permite tener una idea más acabada sobre dichas variaciones. La figura 4.4a muestra que, aunque con diferencias entre

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