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6.9 Conclusiones
que revelan una fuerte correlación entre la dependencia en la vejez y el riesgo del abuso financiero por parte de miembros de la familia (Johannesen y Logiudice, 2013). En el caso de la república de Corea, las transferencias en especie derivaron en una participación de los servicios residenciales mayor a la de la asistencia en el hogar. Esto podría haberse evitado con un diseño más minucioso de la política. En la práctica, el financiamiento directo a los prestadores les daría a los Estados una mayor influencia sobre el desarrollo futuro de los servicios. otra posible desventaja de los esquemas de transferencias monetarias es que funcionarían como un conjunto separado de beneficios para los adultos mayores, en paralelo a los programas de pensión ya existentes. En lugar de establecer esquemas completamente nuevos, los programas de pensión podrían expandirse y brindar respaldo a los servicios de cuidados y a la salud en general. Las siguientes opciones permitirían combinar el pago de las pensiones con los cuidados de largo plazo: i) entregar información sobre la salud y los cuidados de largo plazo en el punto de pago de las pensiones o junto con la transferencia electrónica; ii) realizar evaluaciones gratuitas sobre las necesidades de salud y de cuidados en los puntos de pagos de las pensiones; iii) visitar los hogares de los pensionados que han autorizado a terceros para que cobren las pensiones en su nombre o que no han ido a cobrar sus pensiones por más de un mes consecutivo; o iv) ofrecer descuentos en los servicios a los pensionados, tales como adaptaciones sencillas en sus hogares. Existe la imperiosa necesidad de realizar estudios piloto y de factibilidad para este tipo de intervenciones, al igual que evaluaciones de los programas de beneficios en efectivo para cuidadores independientes ya existentes.
6.9 CONCLUSIONES
más de 12 millones de adultos mayores de América Latina y el Caribe requieren servicios de cuidados de largo plazo. se prevé que esa cifra vaya en aumento, incluso según las proyecciones más optimistas sobre la evolución de la discapacidad a edades avanzadas, debido a la velocidad de crecimiento de la cantidad de adultos mayores, particularmente de aquellos con 80 o más años. se espera que para el año 2050, entre 24 y 55 millones de personas necesiten cuidados de largo plazo.
El costo principal de los servicios de cuidados de largo plazo en América Latina recae sobre los cuidadores familiares no remunerados, la mayoría de los cuales son mujeres que, además, viven en hogares de bajos ingresos. El bajo salario y la precariedad de las condiciones laborales de muchos cuidadores remunerados también debe considerarse como un costo indirecto de dichos servicios. Los adultos mayores que no reciben el cuidado necesario inevitablemente pagan el mayor costo de todos en términos de maltrato, abandono y menor esperanza de vida. si bien los Estados realizan aportes considerables a los costos de cuidados de largo plazo, dichos recursos se emplean de forma ineficiente, ya que se concentran en los cuidados hospitalarios. La mejora del estado funcional de los adultos mayores y del cuidado que reciben en la comunidad reduciría la necesidad de los Estados de pagar por admisiones innecesarias en hospitales y geriátricos. Este capítulo ha mostrado como incluso las reducciones marginales en los índices de internación de los adultos mayores pueden generar considerables ahorros en los costos. En lugar de priorizar las