JOSÉ CABRERA CHACÓN – JESÚS MACEDO GONZALES
jóvenes sean reconocidos en la agenda pública. A nivel local, por ejemplo, en Lima, se creó el Sistema Metropolitano como un proceso para elaborar Políticas de Juventud, institucionalizando a los diversos actores involucrados: autoridades, ONG y jóvenes organizados. La irrupción de jóvenes en la escena pública de fin de siglo constituye un fenómeno complejo que hemos bautizado como emergencia de las juventudes. Supuso la aparición de pandillas y barras bravas enfrentándose en las calles o de jóvenes universitarios marchando y protestando contra la dictadura fujimorista en ellas. Se visibilizó así el fenómeno juvenil en el imaginario colectivo haciendo que se discuta con mayor vehemencia la necesidad de una política de Estado que brinde una respuesta integral a los problemas y oportunidades presentados por el movimiento juvenil. El avance institucional en materia de juventud no fue una simple concesión gubernamental; pues los propios jóvenes —probablemente sin buscarlo— se lo ganaron. De allí que sea válida la creación de espacios de diálogo y concertación entre los jóvenes y las instituciones. Lima tiene —por ejemplo— diversos consejos de participación juvenil, donde los jóvenes tienen la posibilidad de presentar propuestas y de ser escuchados. b.
Labor de la Secretaria Nacional de la Juventud (SENAJU) El trabajo de la SENAJU durante buen tiempo se redujo a la organización de encuentros nacionales realizados en función de las organizaciones juveniles inscritas. Si bien es cierto, hasta la fecha no se ha logrado aprobar el Plan Estratégico Nacional de la Juventud, se han promovido dos estrategias que promueven la participación de los jóvenes a nivel nacional: Encuentros nacionales de jóvenes y los Consejos Regionales de la Juventud (COREJU). Además, se propuso un 80