5 minute read

f. Entre marchas

Un fenómeno inesperado, sin embargo, terminan arrasando estas imágenes: las marchas juveniles de recuperación de la democracia (1997-2000). Estas movilizaciones colectivas fueron convocadas, organizadas y lideradas por los propios jóvenes (es célebre la marcha de junio de 1997 contra la dictadura de Fujimori). Diversos sectores ciudadanos se sumaron a estas movilizaciones inundando las calles de Lima y creando un clima propicio para el retorno de la democracia. Desde nuestro punto de vista, es el propio desencanto que había producido el fenómeno Fujimori, el que llevó después a aquella juventud, en apariencia apática, a salir a las calles y consolidar así una nueva imagen de los jóvenes: la del sujeto comprometido, activo partícipe en la lucha contra la dictadura. Revisemos con detenimiento cómo se dieron las cosas.

f. Entre marchas

Advertisement

Luego de su primer gobierno (1990-1995), Fujimori tentó un segundo periodo gubernamental, que finalmente consiguió gracias a un masivo apoyo electoral.

Si en su primer periodo pudo consignar algunos triunfos políticos y económicos, como el control de la hiperinflación (que había trastornado durante el quinquenio previo la economía de los peruanos) y la derrota de los movimientos terroristas

47

que asolaron el país durante más de una década. Su segundo régimen, a decir de muchos analistas, se empeñó en consolidar un aparato político cuyo principal objetivo era entronizarse en el poder. Así, con un Congreso conformado por una

47 Al menos eso hizo creer por varios años, ya que cuando la captura Abimael

Guzmán, fue ejecutada por el grupo Especial de Inteligencia (GEIN) de la Policía

Nacional del Perú (PNP), pero con los medios comprados, supo canalizar estas capturas a su favor. Según el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), la derrota del terrorismo no fue la política dura de Fujimori, sino la organización de la población, el aprendizaje y estrategias de las fuerzas armadas, la PNP, la conciencia ciudadana de una cultura de paz entre otros.

absoluta mayoría oficialista

48 y un Poder Ejecutivo totalmente subordinado, se abrió el camino para que Fujimori emprendiera acciones cada vez más audaces, que revelaron su vocación autoritaria.

49

Bajo el postulado de que los partidos políticos y los movimientos sociales eran un estorbo para la efectividad de las medidas reformistas, el régimen inició una campaña de deslegitimación de los diferentes sectores de la oposición a través de los medios de comunicación, que había literalmente tomado luego de convertir a sus promotores en cortesanos suyos.

Luego consiguió, a través de la Ley de Interpretación Auténtica, arreglar las cosas para postularse a un tercer mandato. Es en esta época que se hace evidente el rol de su oscuro asesor Vladimiro Montesinos (que ha purgado condena junto a Alberto Fujimori) detrás de todas las acciones de corrupción del gobierno. Uno de los últimos proyectos en los que se embarcaron fue el control del Poder Judicial. Bajo este formato, Fujimori tuvo, literalmente en sus manos, los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, avasallando el clásico esquema de separación de poderes, fundamental para el sostenimiento de cualquier proyecto democrático.

Mientras tanto, las voces de oposición que se alzaban desde el Congreso permanecían desarticuladas y eran aplastadas por la abrumadora mayoría oficialista. Los medios de comunicación

48 Un dato interesante es que la mayoría de proyectos presentados por el ejecutivo en ese periodo provino del ejecutivo. Para ampliar este análisis podemos recurrir a: El Nacimiento de los Otorongos, de Carlos Iván Degregori y Julio

Meléndez. 49 Cabe indicar que ya antes, en 1992, Fujimori había ordenado la disolución del congreso con el pretexto de que éste, era un estorbo para las reformas democráticas que su gobierno pretendía realizar. Su decisión gozó de una amplia aceptación popular.

adeptos al régimen (era escandaloso el caso de los canales de señal abierta) ejercieron su hegemonía con un impresionante rating popular. Con todo a su favor, el gobierno arremetió nuevamente: destituyendo a los miembros del Tribunal Constitucional.

Cuando todo hacía suponer que nada frenaría el tsunami Fujimori, aparecieron de pronto (junio de 1997) una innumerable cantidad de jóvenes universitarios que atravesaron las calles del centro de Lima para protestar frente al Congreso de la República. Se inició de esta manera, una etapa de protesta ciudadana que ya no pararía hasta la fuga del entonces presidente; acaecida en noviembre de 2000.

Meses antes, en abril de 2000, se convocó a un nuevo proceso electoral en los que se presentó nuevamente Fujimori. Para ese entonces tenía cada vez más presión internacional y dentro del país, los sectores de oposición, inspirados en el movimiento juvenil, habían comenzado a articularse y expresar en las calles su rechazo al régimen. No fue suficiente para evitar que, en un proceso fraudulento, Fujimori se haga de la victoria y juramente como Presidente de la República para un tercer mandato, mientras en las calles de Lima, más de decenas de miles de personas protestaban durante la llamada marcha de los cuatro suyos (según reportaron medios internacionales).

Reinstalados en el poder, Fujimori y Montesinos se vieron envueltos en nuevos escándalos. El último de ellos lo protagonizaron el propio Montesinos con el congresista Alberto Kouri. En un vídeo propalado por los medios de comunicación independientes, aparecía el segundo de ellos aceptando su traslado al oficialismo por unos cuantos miles de dólares entregados por la mano del asesor presidencial. La ciudadanía contempló estupefacta en sus televisores cómo operaba

la maquinaria de corrupción del SIN (Servicio de Inteligencia Nacional que dirigía Montesinos). Ante tamaño escándalo, Fujimori anunció inmediatamente, a través de un mensaje televisado en vivo a toda la Nación, un nuevo proceso electoral donde él no participaría. Meses más tarde, en medio de una gira presidencial por el continente asiático, renunció al cargo, a través de un fax enviado desde Japón. Se cerró así un capítulo nefasto de nuestra historia republicana. El entonces presidente del Congreso, Valentín Paniagua, asumió el gobierno de transición y convocó a elecciones generales para el año 2001.

Si bien muchos ponen en tela de juicio que haya sido el movimiento ciudadano el que descalabró al régimen hasta hacerlo caer, es verdad que la movilización de los jóvenes hizo emerger una nueva imagen de la juventud: la del joven luchador, principista y protagonista.

La propuesta electoral de la mayoría de partidos políticos y movimientos que participaron en el proceso electoral de 2001, consideraba, como nunca, iniciativas para abordar la realidad de las juventudes del país. Y es que los jóvenes aparecían como protagonistas de la reciente historia nacional y esto no podía ser ajeno a los partidos, más aún cuando cerca del 40% de la masa electoral del país estaba constituida por ellos, un dato que en anteriores procesos electorales había pasado desapercibido. Aparecieron en escena un conjunto de especialistas que discutían sobre la situación de los jóvenes en el país y pusieron en debate el esquema de políticas de juventud más apropiado para el caso peruano.

Capítulo V

This article is from: