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b. Vertientes de pensamiento en juventud

no aprendieron a transferir lo aprendido ni tuvieron adultos que los acompañen.

b. Vertientes de pensamiento en juventud

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Las modernas concepciones sobre juventud, así como las escuelas del pensamiento que las han hecho posibles, son recientes en la historia (la revisión que vamos a proponer pertenece en su mayor parte al siglo XX).

Desde la vertiente pedagógica los sujetos se consideran alumnos11 y son homogenizados por el proceso educativo bajo la condición de educandos, con lo que pierden, en alguna medida, su condición individual. Desde esta perspectiva los jóvenes son hojas en blanco que se llenan (porque no son capaces de hacerlo por sí mismos) con conocimientos y herramientas (desde una mirada utilitaria) para incorporarse a la vida social y al mercado laboral de manera normal (sin considerar su habilidades y preferencias).

Paulo Freire —destacado pedagogo latinoamericano— hablaba de la educación bancaria donde los estudiantes son como bancos vacíos donde se depositan los conocimientos. Este tipo de educación, decía, justifica el sistema y es opresora, no liberadora. Postulaba que la educación debía liberar al hombre de aquellas ataduras que lo amarran y no le dejan ser libre (Freire, 1970).

10 Las ideas de este acápite han sido sintetizadas a partir de los textos del Diplomado Mundos Juveniles del Seminario de Investigación en Juventud de la Universidad Nacional Autónoma de México, y muchas han aparecido en el

Blog del Instituto de Psicología y Desarrollo que gestiona José Cabrera.

11 Esta palabra proviene de la denominación latina alumnus, que quiere decir alimentado. Por allí hemos recogido una versión en la que alumno proviene de la denominación a-lúminus que querría decir sin luz o sin iluminar. Sin embargo, no hemos encontrado ningún sustento académico de esta última versión.

Para Durkheim la educación es un mecanismo de socialización y reproducción del orden social, para lo cual es necesaria una renovación de generaciones. El enfoque educativo ha aportado mucho a la construcción de proyectos institucionalizados en el mundo de las escuelas secundarias.

Necesitamos jóvenes capaces de construir nuevos modelos e inventar la escuela, algunas instituciones educativas tienen problemas con el famoso uniforme escolar. ¿Por qué los estudiantes en Estados Unidos no llevan uniforme escolar y en el Perú si? ¿Son las formas externas las que importan o las identidades que construimos o destruimos? A veces los adultos queremos que los jóvenes se comporten de acuerdo a nuestros modelos disciplinarios y somos renuentes a aceptar la construcción de un sujeto nuevo, diferente, discrepante a nuestro modelo de vida.

“Ciertamente jóvenes han existido siempre y estos han sido capacitados para ejercer luego tareas en su comunidad; sin embargo, en las sociedades modernas la educación se convierte en una función especializada, separada de la vida productiva y cívica de los mayores. La educación se abstrae del hogar, la chacra, el taller, etc.; los jóvenes son separados a instancias donde, reunidos, son diferenciados del resto de la población. Se diferencian jóvenes de adultos. La sociedad en su conjunto reconoce esta separación y produce imágenes de lo juvenil que todos consumen, tanto los adultos como los propios jóvenes. Se aprende a ser joven en un doble movimiento: desde dentro, en la experiencia de los pares; y desde fuera, en el consumo de imágenes sobre las (distintas) juventudes que producen los diseñadores de modas, los maestros, los psicólogos, los padres, los guionistas de cine y televisión, entre otros.

Venturo. 2001

La vertiente psicológica (que más precisamente podríamos denominar biológico-médico-psicológica) consagra la idea de la adolescencia como estado natural de la vida que corresponde al tránsito del estado de naturaleza al de la cultura (Rosseau). En el marco de estas ideas —influidas por la teoría evolucionista—, surge la propuesta de Stanley Hall,12 para quien la estructura de la personalidad atraviesa distintas etapas, las mismas que corresponden a la propia historia de la evolución de la especie. La adolescencia (de doce a veinticinco años) se vincula a una prehistoria turbulenta dominada por las fuerzas del instinto (Feixa, 2006). Dicha etapa constituye un periodo de moratoria durante el cual los sujetos no tienen que comportarse como adultos, pues se encuentran transitando entre la barbarie y la civilización.

No podemos negar que esta mirada es importante pues la adolescencia marca las opciones vitales de la juventud. Es la etapa donde se construye el pensamiento abstracto y además un pensamiento protagónico, que cuestiona los estilos de vida existentes desde el mundo de los adultos. En esta etapa, uno empieza a pensar por sí mismo, se plantea preguntas y a veces no encuentra respuestas convincentes. El éxito del Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos (MANTHOC) revela un tipo de organización que supo valorar a los niños y adolescentes (desde su condición de trabajadores) por más de cuarenta años, para darles el espacio organizativo necesario, y desde su condición de niños y adolescentes. Quienes hemos conocido a sus delegados o representantes, nos hemos sorprendido por la calidad de sus discursos. Muchos de ellos

12 Adolescence: It´s Psychology and it´s Relations to Physiology, Anthropology, Sociology, Sex, Crime, Religion and Education. Obra considerada por muchos el

primer estudio serio acerca de la juventud contemporánea.

ahora son destacados líderes y algunos han salido a estudiar al extranjero. En estos casos, se aprovechó de manera positiva su adolescencia, no se la vio como una limitación.

Esta idea de la adolescencia creó una concepción entendida no sólo como etapa de cambios psicológicos, sino también como una etapa de crisis y moratoria social. Se generó la idea de que los adolescentes y los jóvenes eran seres incompletos a los que la educación, la represión y un exhaustivo control harían madurar hasta convertirlos en adultos ejemplares. La moratoria constituye así, un espacio simbólico de prerrogativas y licencias que la sociedad le otorga a sus jóvenes a través de dos instancias: la preparación y el tiempo libre, procesos fundamentales para entender la condición juvenil contemporánea. La idea de adolescencia y moratoria está muy presente en el sentido común de los que toman decisiones públicas y en la propia mentalidad de muchos jóvenes que aún se encuentran en la escuela.

Desde las ciencias sociales se aportó el análisis de las condiciones estructurales y la influencia de las instituciones sociales como la familia, la escuela y el trabajo. De otra parte, los estudios antropológicos han aportado la mirada de las imágenes culturales y la conformación y expresión de culturas juveniles urbanas. Así mismo, la psicología social ha sumado el estudio de las representaciones sociales.

Podríamos registrar dos ideas: dime qué joven fuiste y sabré a qué joven querrás o con cual te enfrentarás. Las represen-

taciones sociales creadas en nuestra propia vivencia de juventud marcarán nuestra apuesta o desconfianza por los jóvenes de nuestro país. Eso lo sabemos quienes trabajamos con ellos desde hace muchos años en diversos espacios de promoción de juventudes.

MORATORIA SOCIAL

“En 1899 se impuso, en la legislación británica, la prohibición de encarcelar a los menores de 16 años al lado de los adultos; en 1908 se instauraron los tribunales de menores: eran medidas que ponían de manifiesto el reconocimiento social de una nueva categoría de edad, situada entre la infancia y la mayoría de edad. Primero en los Estados Unidos y Gran Bretaña, y después en el resto de países occidentales, los jóvenes comenzaron a retrasar su incorporación al mundo laboral y a pasar cada vez más tiempo en instituciones educativas. Escuelas e internados, prisiones y tribunales de menores, servicios de ocupación y bienestar, todo eso formaba parte del reconocimiento social de un único status a quienes ya no eran niños pero que aún no eran plenamente adultos. Mientras para los jóvenes burgueses significaba un período de moratoria social dedicado al aprendizaje formal y al ocio, para los jóvenes obreros era una de las consecuencias de la segunda industrialización, que los expulsaba del mundo del trabajo y los condenaba al paro (desempleo) forzoso y a la calle.”

Feixa, 2006

“La juventud es la etapa de la vida dedicada esencialmente a la adquisición de conocimientos. Para ello, la sociedad otorga una moratoria de roles, esto es, una suspensión temporal de obligaciones que favorece tanto la flexibilidad para adaptarse a nuevas situaciones —experimentando con ellas y haciendo un balance de sus ventajas y desventajas— como la incorporación rápida de innovaciones, proceso que no enfrenta, como suele ser el caso entre las generaciones adultas, las resistencias provenientes de hábitos y prácticas cristalizadas, o de intereses que ya han echado raíces en estructuras institucionales.”

Rodríguez, 2001

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