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d. Interrupción del tiempo libre

postgrado después de los cincuenta, pues el mercado laboral los obliga a actualizarse de forma permanente.

Citemos un caso. Los jóvenes del coro de la Capilla de Ilo y Moquegua, realizaban reuniones después de sus sesiones de canto. A uno de ellos se le ocurrió sugerir que orasen antes de cada reunión. Un sector de los jóvenes se opuso tajantemente, aduciendo que ya no estaban en la misa. Al finalizar la discusión quedó claro que no cuestionaban la oración como ritual, si no la institucionalidad de la Iglesia que les obligaba a hacerlo. A los que trabajan con jóvenes les corresponde permitir espacios de análisis que permitan cuestionar la institucionalidad y a partir de allí generar una reflexión sobre las prácticas juveniles. Cuando hablamos de institucionalidad nos referimos a los dispositivos de instituciones que marcan las pautas del proceso de socialización: el estado, la iglesia, la escuela, la universidad e incluso la familia.

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Por otro lado, la escuela ya no es el espacio privativo de la socialización juvenil. La calle y las redes sociales (Facebook, Twitter, juegos on-line, salones de chat, etc.) han cubierto la función socializadora, descentrando la influencia de la escuela en la socialización juvenil. Esto es algo que les cuesta aceptar a algunos docentes tradicionales de escuela que critican las redes sociales y no facilitan procesos de discernimiento para usarlas. Muchas veces las aulas escolares se convierten en jaulas y los jóvenes más valoran el espacio afectivo de sus pares que la propia escuela.

d. Irrupción del tiempo libre

El trabajo ha dejado de ser el gran organizador de la vida social. Hoy, los individuos se definen más por lo que hacen en su tiempo libre. Los circuitos culturales giran en torno del

mundo del ocio y configuran nuevos fenómenos como las culturas juveniles.

Eso no significa que el trabajo no sea un elemento muy importante para los jóvenes, lo sigue siendo, pero existen otros espacios que antes no eran considerados trascendentes en el proceso de socialización. Por ejemplo, los espacios de amigos, son muy significativos para ellos, su espacio de ocio puede ser para consumir drogas entre otras razones o para ayudar a la comunidad o hacer música con un grupo. Esto

es una novedad porque antes, la construcción de identidad estaba ligada a la política y la religión sobre todo en los 80, hoy son los espacios definidos por el tiempo libre, la subjetividad y el internet, que marcan su proceso de socialización.

La concepción de los trayectos, aporta también a pensar y comprender la situación de los jóvenes, es decir lo propiamente juvenil, superando lo general. Los individuos no son meras transiciones, pues se trasladan de una a otra etapa vital. Su vida no es una etapa en sí misma y es por eso necesario entenderlos en el marco de esa transición; más aún cuando la etapa juvenil pareciera difuminar sus límites, pues, como analizaremos a continuación, éstos no terminan de establecerse mediante meras condiciones biológicas o sociales.

ALTERIDADES

Tenemos que el concepto de transición juvenil es una concepción occidental y citadina. Contrario a lo mencionado, en las comunidades amazónicas y andinas, el trabajo y consecuentemente la identidad de los niños y adolescentes, está ligada a su relación con la tierra y no necesariamente a etapas

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