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Capítulo I Mundos juveniles: Ideas y concepción de la juventud
Mundos juveniles: Ideas y concepción de la Juventud
“No en todos los sitios, ni en todos los momentos históricos significa lo mismo que a las muchachas le crezcan los pechos y a los muchachos el bigote” (Feixa, 1999)
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En diversos países de Latinoamérica, hacia fines del siglo pasado, algunos jóvenes fueron actores de complejos procesos y fenómenos que los enfrentaron a la sociedad y sus instituciones (Cisneros, 2006). Muchos de ellos formaron parte de bandas, pandillas, maras, colectivos juveniles y su socialización se vinculó al consumo de alcohol, drogas y la expresión irrefrenable de su sexualidad2. La cobertura excesiva que merecieron estas posiciones gobernó la escena pública y creó una mirada que en nuestro país aún sigue vigente en las representaciones de algunos políticos y funcionarios del Estado. Nuestras políticas públicas recientes —entiéndase éstas como las respuestas del Estado Peruano a las necesidades de las y los jóvenes— los han representado como un vasto sector demográfico que ejerce una creciente presión sobre el sistema con sus
2 Esa —por ejemplo— es una mirada de los jóvenes de los 80 y 90 en una
América Latina convulsionada por la violencia, sin embargo los procesos de socialización y de construcción de identidad de lo que se entiende por joven cambia conforme a cada cultura y la realidad de las y los jóvenes.
demandas laborales, de formación, de acceso a la información, de servicios de salud y de participación ciudadana.
En el Perú, la institucionalidad pública en materia de juventud a través de los años ha sido dispersa. Durante el segundo gobierno de Alberto Fujimori (1995-2000) se elaboraron los primeros Lineamientos de Políticas de Juventud en el desaparecido PROMUDEH (Ministerio de la Mujer y del Desarrollo Humano) y no es hasta el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) en que se crea y fortalece una institucionalidad pública con respaldo del Estado: el extinguido CONAJU que tuvo rango ministerial y pretendió articular estratégica e intersectorialmente los diferentes servicios estatales dirigidos a la juventud por un lado y por otro, articular el movimiento juvenil a través de instancias locales, regionales y nacionales de representación (el CNJ). Durante el segundo gobierno de Alan García (2006-2011), esta estructura fue desmantelada, convirtiéndose en la SENAJU: Secretaría Nacional de la Juventud, dependiente del Ministerio de Educación, apartada físicamente de la sede ministerial y orgánicamente menos visible dentro de su estructura organizativa.
Para comprender las relaciones aparentemente conflictivas entre Juventud y Estado, es preciso entender las propias realidades juveniles. La juventud no debe ser solo concebida como una etapa biológica de la vida que se manifiesta en un intervalo etario más o menos definido.
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Tampoco como un simple fenómeno psicológico al que corresponde un periodo de adolescencia con tareas de desarrollo4 universalmente establecidas. Tampoco como
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De hecho, los márgenes etarios no son los mismos incluso, entre los países de la región. En el Perú, por ejemplo, la Ley de creación del CONAJU (2003) considera jóvenes a aquellos sujetos que se encuentran entre los quince y veintinueve años de edad. 4 Las tareas del desarrollo son un constructo desarrollado ampliamente por Erikson y se refieren a “... tareas que surgen en cierto periodo de la vida del individuo, cuyo cumplimiento exitoso le lleva a la felicidad y al éxito en tareas posteriores, y cuyo fracaso produce infelicidad del individuo, la desaprobación
un mero momento histórico marcado por generaciones que imponen determinadas pautas de relación y de consumo.
Nuestra noción de juventud debe superar las concepciones anteriormente señaladas (aunque muchas de ellas persistan aún en el sentido común), teniendo en cuenta las presencias individuales (la existencia personal de cada joven) como las realidades históricas sociales (el pasado y el presente de su sociedad)5 así como el entorno cultural en el cual se desenvuelven. Los propios jóvenes configuran formas de cultura y es por eso que algunos investigadores peruanos, como Sandro Macassi, se refieren a las culturas juveniles del Perú.
Dicho de otro modo, no podríamos comprender a los jóvenes aislándolos del contexto donde transitan, ni dejando de lado su propia historia. Nuestras representaciones de lo que ellos son, marcan la pauta no solo del adulto que trabaja con ellos, sino también de los propios jóvenes. Sería más certero hablar de jóvenes en particular que, de juventud, en general, sobre todo cuando aquellos poseen una condición social específica y a la vez son agentes del proceso de reproducción y transformación
social (Valenzuela, 1997). Balardini (2005) lo dice mejor: no podemos pensar el sujeto sin estructura o aislado de la estructura, así como tampoco podemos pensar las estructuras genéricas sin considerar a los sujetos.
Desde esta perspectiva, la comprensión y vivencia de la juventud no es similar en todos los sectores sociales, ni en todos los momentos históricos, ni en las diversas regiones del país. Su valoración, en sí misma, difiere considerablemente entre los jóvenes de sectores acomodados, sectores medios y sectores populares. Lo
5 de la sociedad y la consecuente dificultad para cumplir tareas posteriores…”
Erikson, E. El ciclo vital completado. PAIDÓS, Buenos Aires, 1985. Participación y Desarrollo Social en la Adolescencia. Dina Krauskopf. Fondo de
Población de Naciones Unidas. San José de Costa Rica, 1998.
mismo podríamos decir para los jóvenes urbanos y rurales, como para las mujeres y los hombres y también para aquellos que tienen quince o dieciséis
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que para aquellos que tienen entre veintiocho y veintinueve. Esto lo constatamos a diario quienes trabajamos con jóvenes y tenemos que interactuar cotidianamente con esta diversidad. No es lo mismo conversar con un joven de veinte a veinticinco años que proviene de la sierra sur del Perú, que con uno de dieciséis a dieciocho que vive en la capital del país.
De la misma forma, la comprensión de la juventud no es la misma si quien analiza el trabajo de los jóvenes es un abogado, un sacerdote, un psicólogo, un padre de familia o incluso otro joven. Nuestras representaciones pueden facilitar o limitar el trabajo que realizamos con ellos.
PROFECÍA AUTOCUMPLIDA
Muchas veces terminamos creando lo que fervientemente esperamos. A través de estereotipos y prejuicios asignamos roles a algunos actores sociales. Estos estereotipos son tan fuertes que no podemos imaginarlos representando roles y papeles distintos. Finalmente les cerramos oportunidades en otras áreas de desarrollo y los sujetos terminan desempeñándose en lo que nosotros esperábamos, confirmando así nuestros prejuicios. Un ejemplo muy extendido de este fenómeno fue el rumor que se creó durante la depresión de 1929 en EEUU, de que los bancos iban a quebrar. Muchas personas retiraron sus ahorros con presteza, producto de lo cual los bancos quebraron. Esto pasa con las expectativas que se construyen respecto del comportamiento de los miembros de
6 En este trabajo utilizamos el término joven para los sujetos comprendidos en rango de edad entre quince y veintinueve años. Algunos autores hacen una diferenciación entre adolescentes y jóvenes. Nosotros lo haremos cuando sea necesario y sobre algunos procesos en particular.
algunas minorías. Sucede también con las expectativas que se construyen de los jóvenes.
Entre el concepto y la realidad, podemos tropezarnos, pues “… no debe confundirse la juventud (un concepto sociológico relativamente reciente) con los jóvenes (una realidad demográfica
de largo alcance)” (Feixa, 2006). Quien quiera realizar un trabajo serio debe incorporar una mirada interdisciplinaria sobre ellos. Esto es un desafío, pues a pesar de que los jóvenes mantienen algunas características generacionales, cambian demasiado rápido. Lo que antes pudo ser considerado joven después ya no lo es y aquello que podría ya no serlo, puede volver a serlo luego.
SOBRE LA NOCIÓN DE JUVENTUD
Castillo, Lucero y Gasquez, 2010 definieron algunas particularidades sobre la noción de la juventud:
Es situacional. Responde sólo a contextos delimitados; no se podría hablar de juventud en forma general sin tener en cuenta la especificidad de espacios y tiempos concretos en los que la noción surge.
Es construida. Sobre lo juvenil se dan procesos de disputa y negociación entre las significaciones elaboradas por el lugar que ocupan frente a sus adultos más cercanos —los padres, por ejemplo, e instituciones sociales externas, como la escuela—, en torno a los jóvenes y las culturas juveniles que ingresan y habitan las mismas. Estas significaciones a veces coinciden, otras veces mantienen una relación conflictiva o de negociación, donde se delimita quiénes pertenecen al grupo juvenil y quiénes quedan excluidos del mismo.
Es variable. Se construye y reconstruye permanentemente en la interacción social. Se produce en lo cotidiano. Sus ámbitos de referencia son íntimos, cercanos, familiares: los barrios, la escuela, el trabajo, la música, los estilos, a moda, Internet, los medios de comunicación, la parroquia o su iglesia evangélica, entre otros.
Es transitoria. Dependiendo de tiempos biológicos y socioculturales que los integran o expulsan de la condición juvenil.
Se construye en relaciones de poder. Se advierte la existencia de construcciones discursivas dominantes, con valor de verdad, que recluyen otras formas subjetivas de habitar la juventud. Hoy las diversas estigmatizaciones por las que transitan determinadas subjetividades juveniles —aunque compartan la misma generación— los alejan del discurso dominante.
Por tanto, cuando hablamos de jóvenes tenemos que identificar sus territorios de origen: ¿de qué parte del país provienen? En muchas zonas rurales la juventud prácticamente no existe (algunos autores sostienen que se trata de un concepto urbano), pues se la entiende como sinónimo de preparación para el mundo adulto .
Los procesos de disputa, muchas veces se traducen en los llamados conflictos generacionales, que no solo se expresan entre jóvenes y adultos, sino también entre los propios jóvenes. Un típico ejemplo sucede en las universidades peruanas donde los estudiantes de los últimos años miran con cierto desdén a los cachimbos (ingresantes).
Los espacios de referencia social (escuela, instituto, barrio, etc.) son sumamente importantes, pues ayudan a construir la identidad de los jóvenes. Quienes trabajamos con ellos tenemos que usar las redes sociales como el Twitter, Facebook o Instagram