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c. Nuevos tiempos y colectividades

intrínseca de la juventud que ya hemos mencionado, su transitoriedad: los jóvenes dejan de ser jóvenes en algún momento (a veces muy pronto). Esto explica la fragilidad de los movimientos juveniles que no se nutren lo suficiente de la experiencia y tienen que ser regenerados constantemente (Rodríguez, 2011).

Quizás es esta la razón por la que fue fácil para el gobierno aprista (2006-2011), que sucedió al de Alejandro Toledo, desmontar las instituciones que sustentaban las políticas mencionadas (la desarticulación del CONAJU es un ejemplo). Los jóvenes que habían participado en la recuperación de la democracia ya no eran jóvenes, y se encontraban a esas alturas insertos en otros procesos personales y sociales. Así, no hubo un movimiento juvenil consistente que pusiera resistencia a la descomposición realizada, que apenas si tuvo unas cuantas menciones a través de la Internet. Como si la memoria de los jóvenes no se transmitiera generacionalmente.

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c. Nuevos tiempos y colectividades

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En la actualidad (segunda década del siglo), no podemos decir que existe un movimiento juvenil, aunque sí colectividades de jóvenes distribuidas en todo el país. Y decimos colectividades antes que organizaciones, pues en realidad son pocos los jóvenes organizados51 que deliberadamente estructuran un grupo con objetivos, metas y planes de acción conjunta. Aunque en algunas regiones se han establecido dinámicas interesantes en la promoción de espacios

50 El siguiente análisis se centra sobre todo en la situación de los jóvenes en Lima, zona de estudio y trabajo del autor. Aunque no han sido sistematizadas, el autor ha utilizado sus indagaciones en diferentes experiencias de trabajo realizadas en la ciudad de Lima.

51 Según algunos estudios regionales, sólo están organizados en América Latina entre el 5 y el 20% del total de jóvenes, dependiendo del país y del momento histórico en que fueron realizados los estudios y registros. En Algunas Experiencias de Políticas de Juventud en América Latina. CONAJU. Lima, 2005.

participativos, como los consejos regionales o provinciales de juventud. En Lima algunos distritos han afianzado estos espacios de coordinación con los consejos juveniles distritales, por ejemplo, Ate Vitarte y Los Olivos.

Aquí tenemos que realizar una primera diferenciación. El escenario universitario constituye la cantera de donde han surgido grandes movilizaciones en el país, pero no es el único escenario. En este acápite revisaremos sobre todo la cantera barrial, espacio donde los jóvenes que provienen de la ciudad popular gestan diferentes tipos de asociatividad. No descuidaremos el análisis de otros escenarios como el de la iglesia donde se han canalizado diferentes propuestas inspiradas por movimientos como la Teología de la Liberación y la Opción Preferencial por los Pobres.

En los espacios locales, los jóvenes tienen diversos referentes de asociacionismo. Así, tenemos las manchas de esquina a las que ya nos hemos referido, donde confluyen jóvenes del barrio, comparten tiempo libre y estructuran interrelaciones a partir de algunas actividades cotidianas: conversar (hacer hora), escuchar música, caminar (pasear), jugar fulbito, bailar, etc. Ahora bien, creemos que se debe revisar el impacto de las tecnologías y redes sociales en la socialización de los jóvenes, este análisis escapa a los objetivos del presente texto.

Tanto para los jóvenes que estudian y trabajan, como para quienes se encuentran al margen de estas ocupaciones, la calle es un referente obligado de socialización, más aún en la ciudad. La calle puede ser cualquier espacio público: la esquina del barrio, el parque, la loza deportiva, una plaza pública, un boulevard, una glorieta, etc. Sobre estos espacios se gestan aglomeraciones que no configuran en sí mismas, grupos —en el sentido organizacional del término—, pero si determinan colectividades generacionales diferenciadas en

cuanto a sus intereses, necesidades, pautas de interacción y signos culturales (consumo, moda, música, look, etc.). Allí encontramos a los breakers, bboys, skaters, grafiteros y también

a los pandilleros y barristas, además de un extenso mosaico de expresiones juveniles urbanas.

Por otro lado, los jóvenes que participan de los espacios institucionales (escuelas, iglesias, institutos, academias o programas juveniles) comparten diversos momentos de encuentro que no son regulados corporativamente: los recreos, los breaks, la salida, el almuerzo, el fin de semana. A partir de estos encuentros, en apariencia frugales, surgen una serie de iniciativas de acción social: la organización de campeonatos deportivos, de fiestas, rifas, polladas, etc. Esto afianza una organización que, siendo coyuntural, tiene un gran potencial por desarrollarse. Lamentablemente en nuestras regiones, son escasas las iniciativas que apoyen estas iniciativas y las potencian en toda su posibilidad de generar participación ciudadana.

Las colectividades, movimientos y organizaciones de jóvenes son variados y variables. Van desde la mancha de patas, las pandillas, las barras, el grupo parroquial, hasta las asociaciones civiles formadas por jóvenes profesionales. Existen complejas hibridaciones, pero debemos diferenciar la estructura organizacional de la mancha de patas de la de asociaciones civiles formadas a partir de organismos juveniles que maduraron y se institucionalizaron formalmente.

En medio de estos dos extremos, se despliegan muchas formas de asociación, algunas de las cuales consideraremos organizaciones en tanto tienen objetivos comunes, metas más o menos claras y participan explícitamente de la vida social de su comunidad.52 En consecuencia, nuestra concepción de

52 No hemos considerado como una de las características el hecho de compartir

organización juvenil53 pretende ser flexible pues la realidad de nuestro país (especialmente la de Lima Metropolitana) nos muestra que existen agrupaciones con diferentes grados de estructuración, organización y formalización. Además, estrictamente hablando una organización juvenil debe por lo menos estar inscrita en el registro de organizaciones sociales de alguna municipalidad, lo cual implica la existencia de mecanismos legales y formales como estatutos, libros de actas y juntas directivas. Además de una vida orgánica, a través de asambleas donde se deciden y planean actividades. Según algunos estudios latinoamericanos de juventud

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las organizaciones o movimientos juveniles se pueden clasificar en cuatro grandes conjuntos: a) los movimientos más politizados, tales como organizaciones estudiantiles y las juventudes de los partidos políticos; b) los que funcionan en el marco de estructuras complejas e internacionales con predominio de lógicas adultas; c) los que se relacionan con iniciativas programáticas en espacios locales impulsadas, entre otros, por Comisiones Municipales de Juventud, y d) grupos más informales incluyendo aquellos que operan en torno a expresiones culturales.

Atendiendo a esta clasificación, podemos afirmar que la mayoría de organizaciones juveniles peruanas se ubican en las dos últimas formas organizacionales, sobre todo en la última

una ideología. A diferencia de los movimientos juveniles históricos del Perú, los actuales carecen de una ideología o por lo menos no ha sido ésta un referente expreso para la asociación juvenil.

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Nosotros consideramos Organización Juvenil a aquella agrupación de pares que se congrega en torno de propósitos determinados, establece roles y funciones individuales para mantener la unión y estructura grupal y busca cumplir con metas propuestas por el grupo. Además, claro está, como el resto de colectividades, expresan intereses y expectativas similares y participan de la vida social de su comunidad. 54 Estudios al respecto han sido realizados por Sandro Macassi Lavander (Perú),

Ernesto Rodríguez (Uruguay), Sergio Balardini (Argentina), Dina Krauskopf.

categoría. La mayoría de ellas desarrollan actividades referidas al arte y cultura: representaciones teatrales, presentaciones de danza, organización de conciertos, participación en concursos artísticos, pintado de murales y grafitis, movidas y tocadas (Hip Hop). Aunque en los últimos años también han surgido muchas organizaciones y movimiento juveniles vinculados a la defensa y protección del medio ambiente.

Otras actividades realizadas son las relacionadas a la educación, capacitaciones a otros jóvenes, difusión e información en escuelas, realización de cursos y talleres en las ramas de su especialidad. Otro considerable porcentaje de organizaciones están más relacionadas al desarrollo social donde destacan las actividades de utilización del tiempo libre, talleres preventivos, organización de campañas para combatir problemáticas específicas. Un pequeño porcentaje de organizaciones realiza actividades vinculadas a la promoción de la participación ciudadana: participan en los presupuestos participativos, en mesas de concertación, en movimientos más amplios de reivindicación de derechos.

Muchas de estas organizaciones no están inscritas en ningún registro de organizaciones sociales (RUOJ o RUOS), no poseen estatutos ni líderes elegidos formalmente y sus miembros cambian y mudan a lo largo del tiempo. La cantidad de miembros activos que tienen es muy variable. La mayoría no sobrepasa los veinticinco miembros activos, por lo que las consideraremos organizaciones pequeñas. Otra observación que podemos realizar es que estas organizaciones son prioritariamente masculinas, no solo por el escaso número de mujeres entre sus miembros, sino por la posición formal de la mujer dentro de ellas. En cuanto a la edad, la mayoría de sus miembros tiene veinte años como edad promedio, siendo significativa la presencia de jóvenes menores de edad.

Ahora bien, sobre los motivos que llevan a los jóvenes a organizarse hemos constatado diversas modalidades, siendo las más comunes aquellas que se forman a partir de convocatorias institucionales, los que nacen a partir de su participación en espacios de concertación local, los que surgen de algún evento o encuentro generacional y deciden trasladar la experiencia a sus espacios locales y los que lo hacen a partir de su concurrencia a un espacio de socialización común.

Nos llama especialmente la atención aquellos que surgen de encuentros generacionales a partir del interés común en temáticas específicas (música, danza, grafiti u otra expresión artística) que coinciden en algún evento o encuentro zonal o distrital. Los jóvenes asistentes a estos eventos quedan motivados y buscan luego replicar la experiencia en sus espacios locales, identificando en sus barrios a otros jóvenes con similares intereses y afinidades.

Es el caso de los grafitteros y de los grupos de arte urbano. Hay un potencial integrador en estos movimientos, similar al de las barras de fútbol, que se despliegan en el territorio urbano y luego se congregan de modo masivo en puntos determinados de intersección distrital. Estas movidas no sólo son territoriales, sino también temáticas, por ello trascienden las fronteras distritales. Los jóvenes que las integran comparten una práctica aparentemente marginal (están muy cerca de lo que los antropólogos llaman subculturas) y esta condición les otorga una sólida identidad común.

También hemos identificado grupos formados a partir de la participación en espacios de socialización común: la parroquia, la cancha deportiva, la playa, etc. Allí se generan espacios abiertos para compartir necesidades e intereses de donde surgen, muchas veces la posibilidad de agruparse. Aquí muchos jóvenes dejan en claro la conjunción de sus

necesidades colectivas y capacidades individuales para ha-

cerle frente a problemáticas específicas como el pandillaje.

En el discurso de formación de la mayoría de grupos que hemos estudiado, prevalece la idea organizarse para hacerle frente a una problemática local. Sea la presencia de violencia callejera, de alcoholismo o de drogadicción, ellos buscan generar una alternativa frente a estos malestares locales. El enfoque usado para abordar estos problemas, en la mayoría de casos, es el del buen uso del tiempo libre.

Muchos de estos grupos han elaborado planes de acción a partir de un diagnóstico en los temas que abordan, aunque es obvio que no todos manejan los instrumentos pertinentes para llevar a cabo procesos de diagnóstico e intervención. Aunque otros también se organizan solo para realizar actividades en función de una necesidad inmediata sin algún plan de trabajo o estructura formal. Aquí hemos detectado una ausencia de educadores y/o promotores de jóvenes que apoyen estas iniciativas, Lima tiene muchas ONG que lo hacen a partir de sus proyectos, este es un desafío que sigue vigente para los profesionales de las ciencias sociales.

Otro importante número de organizaciones juveniles se agrupan para afirmar algunos derechos que ellos juzgan vulnerados: Salud Sexual y Reproductiva y Derechos a la Vida y

al Buen Trato, por ejemplo. Un discurso recurrente entre algunos jóvenes, especialmente los vinculados a las nuevas culturas urbanas, es el de la lucha contra la exclusión y/o la marginación. Ellos se reconocen como un sector excluido y manifiestan luchar para demostrar lo contrario. Además de jóvenes vinculados a los temas de orientación sexual, desde el llamado movimiento LGTB, muchos de ellos que han adquirido poder en el discurso social, pese a la reticencia de una sociedad conservadora en discutir el tema.

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