
4 minute read
h. El enfoque de las generaciones
margen entre los diez y veinte años. El hecho es que, en un escenario como el nuestro, con un deficiente sistema educativo y un sistema laboral todavía precario (a pesar del crecimiento económico del país), a nuestros jóvenes les resulta difícil independizarse, insertarse en el mercado laboral, conquistar su autonomía, y acceder por lo tanto, a una ciudadanía plena. Esto explica la permisividad de nuestros límites etarios, que amplían la etapa de la juventud cerca de los treinta años.
21
Advertisement
Por otro lado, no solamente la edad es lo que define quién es joven, hay otros elementos a tomar en cuenta. Así, la estratificación social, la madurez, la cultura, la etapa de socialización, entre otros, son elementos a considerar. Enmarcar a los jóvenes dentro de un rango numérico, es un enfoque que por sí solo no funciona. Quizás ese sea el principal problema de un Estado que no logra empatar con las necesidades de los jóvenes del país.
h. El enfoque de las generaciones
Otra línea desde donde se ha observado el fenómeno juvenil es el de las generaciones. En torno de este concepto hay muchas acepciones, como las positivistas que conciben el tiempo como una externalidad de los sujetos y evalúan el progreso como una eterna sucesión que es posible gracias al relevo generacional.
Desde esta perspectiva es posible ponderar el tiempo de duración de las generaciones (treinta años para Comte, para muchos hoy día, diez o cinco años). Una variable clave en
21 Durante julio de 2002, con motivo de implementar el sistema del CONAJU en el Perú, se dieron, en diferentes localidades, las consultas públicas “Oirán tu Voz”, donde jóvenes y especialistas debatieron intensamente sobre los límites de edad que se considerarían en el rango etario de la juventud.
esta perspectiva es el elemento coetáneo, necesario para la configuración generacional de los sujetos.
Este enfoque generacional considera el rango de edad de las personas que nacieron en determinado momento y que son coetáneos. Cada vez es más difícil determinar cuánto tiempo abarca una generación. Hemos visto cómo muchos jóvenes de dieciocho o diecinueve años ven viejos a los de veintidós o veintitrés, y no sienten que sean sus coetáneos. A lo mucho, pueden sentir coetáneo a quien comparte su salón de clase o su organización juvenil.
Abordajes más historicistas introducen la variable de la contemporaneidad, entendiendo las generaciones como un conjunto de vivencias condicionadas por influencias históricas (culturales, políticas, económicas, sociales, etc.). Desde una entrada más sociológica deben de considerase factores como la clase social en la vivencia de las generaciones.
De esta manera, los sujetos están expuestos a situaciones históricas que los impactan de manera peculiar según su pertenencia a un grupo o una clase determinada. Es clave considerar el factor edad, pues los acontecimientos tendrán una impronta más determinante en la primera edad de los sujetos. De allí que no sea raro que la música que acompaña gran parte de la vida de muchas personas es la que sonaba en su juventud.
Siendo la juventud una etapa sensible a la percepción del cambio, es por tanto susceptible de impresiones más o menos duraderas. En nuestro país, algunos hechos políticos son vividos de manera distinta por las diversas generaciones. Los adultos que pasan los cuarenta años recordarán la época del terrorismo (1980-200), como uno de los mayores miedos de su juventud. Los que superan los treinta años de
edad recordarán la marcha de los cuatro suyos (2000) o la destitución de los miembros de Tribunal Constitucional.
Sería interesante determinar cuál es la impronta que marca a las actuales generaciones. Recordamos la llamada generación pulpín, que tienen como acontecimiento las marchas en contra de la ley que recortaba derechos laborales a los jóvenes.
Quizás los programas televisivos de concurso de cuerpos esculturales sea actualmente un referente de generaciones recientes.
Otras perspectivas sociológicas introducen la variable de la identidad en la configuración de las generaciones. En la forja de la identidad confluyen dos dimensiones imprescindibles de la vivencia humana: la biografía y la historia social. Ambas se sincronizan y se funden para dar sentido a una generación (Feixa y Leccardi, 2011).
Esta es una de las miradas que ha trabajado mucho el Instituto de Formación Social Comunicación y Juventud en el libro Pedagogía del Acompañamiento Juvenil (2010)
donde se plantea la necesidad de resignificar la historia personal y curar las heridas del pasado, por cuanto, la identidad de los jóvenes se construye muchas veces sobre la base de historias cargadas de heridas o frustraciones no procesadas, ya sea de violencia vivida en la infancia u otros eventos. Ello no les permite salir de sí mismos y proyectarse provechosamente en la sociedad.
Por lo tanto, un enfoque de trabajo con jóvenes, debiera incorporar elementos como la subjetividad, la autoestima, la resiliencia en el ser humano, entre otros.
LAS GENERACIONES DE CARLES FEIXA
I. Generación A (Adolescente) II. Generación B (Boy Scout) III. Generación K (Komsomol) IV. Generación S (Swing) V. Generación E (Escéptica) VI. Generación R (Rock) VII. Generación H (Hippy) VIII. Generación P (Punk) IX. Generación T (Tribu) X. Generación R (Red)
Feixa, C. Generación XX. Teorías sobre la juventud en la era contemporánea. En Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Vol. 4, Nº. 2. 2006.