ENTRE MARCHAS Y MANCHAS. JÓVENES PERUANOS EN EL NUEVO MILENIO
Estado y Juventud: Un lento aprendizaje
No se ha sido joven de la misma manera en todas las épocas e incluso, en algunos momentos históricos no han existido jóvenes. (Saintout, 2009).
En nuestro país, las relaciones entre el Estado y nuestras juventudes no estuvieron libres de tensiones y conflictos. Algunas actitudes asumidas por diferentes instituciones públicas frente a los jóvenes fueron alimentadas por posiciones intransigentes que revelaron un conjunto de prejuicios y estereotipos que perduran hasta hoy. Por lo tanto, cuando evaluamos al Estado en materia de juventud, debemos tener en cuenta cuáles son los prejuicios interiorizados en los funcionarios que ejecutan o no, políticas de juventud. No existen muchas iniciativas de fortalecimiento de capacidades especializadas para el abordaje de la materia. Dichas actitudes se sustentaron en concepciones que transitan entre los enfoques punitivos, de control social —apoyados en la idea de que los jóvenes deben ser reprimidos y/o controlados—, orientaciones paternalistas y asistencialistas —que presentan a los jóvenes como personas vulnerables—, y perspectivas clientelares —que instrumentalizan la participación juvenil—.
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