E l i m p a c t o s o b r e l o s t r a b a j a d o r e s , l a s e m p r e s a s y l o s l u g a r e s
que los márgenes de beneficio son muy altos en América Latina en comparación con otros continentes. Aunque la literatura existente demuestra que existe una relación entre la concentración del mercado de productos (y aglomeración), los salarios y el desempleo, pocos estudios se centran en la relación entre la concentración y los efectos permanentes del mercado laboral. Para llenar este vacío, Fernandes y Silva (2021) emplean microdatos detallados para evaluar los cambios en el empleo y los salarios a nivel de trabajador según el tipo de estructura de mercado y el tipo de empresa. Los resultados se presentan en el gráfico 3.8. Demuestran, por ejemplo, que los trabajadores que en el momento de la crisis trabajaban en mercados con una menor concentración de mercado incurren en mayores efectos permanentes. En estos sectores menos concentrados, los salarios y el empleo más bajos son un reflejo de la respuesta a los shocks, tal como predice la teoría económica. Por el contrario, en los sectores en los que pocas empresas controlan una gran cuota del mercado, un shock negativo de demanda no produce pérdidas de empleo —en lugar de ello, el empleo aumenta— y los salarios no se ajustan. Estos resultados coinciden con la idea de que las empresas con más poder de mercado están más protegidas contra los shocks negativos. Aunque los trabajadores de estos sectores están mejor protegidos contra las crisis que otros trabajadores, los costos de dicha protección corren a cargo de la economía en su conjunto. La existencia de una competencia imperfecta en los mercados de producción está aceptada entre los economistas (como afirman Card et al. 2018), y las preocupaciones sobre la competencia imperfecta en los mercados de productos de América Latina han surgido en los debates sobre políticas (OCDE 2015). Estos debates sobre políticas dependen fundamentalmente de la fuente de la concentración en estos mercados de productos. Hay varias fuentes potenciales, incluidas las barreras económicas a la entrada (como los grandes costos fijos), las barreras políticas a
la entrada (como las protecciones o la normativa gubernamental) y las diferencias de productividad a nivel de empresa que provocan que las empresas más productivas expulsen a empresas menos productivas (Melitz 2003). Varios trabajos recientes sugieren que los beneficios de las empresas predominan en los países en desarrollo y que con frecuencia se asocian con conexiones políticas, tanto en América Latina (Brugués, Brugués y Giambra 2018) como en otros lugares (Rijkers, Freund y Nucifora 2017). Las empresas estatales son un caso extremo de empresas con fuertes conexiones políticas. Dichas empresas son menos rentables en general y tienen mayores coeficientes trabajo/capital que las empresas privadas (Dewenter y Malatesta 2001). Aunque existe una extensa literatura sobre las diferencias en las opciones de empleo entre empresas estatales y privadas, hay escasa evidencia empírica que compare las diferencias en el ajuste del empleo a los shocks entre las empresas protegidas por el estado y las no protegidas. Para cubrir este vacío, Fernandes y Silva (2021) comparan el cambio en el empleo tras un shock negativo en empresas estatales y privadas. Los autores observan que las empresas estatales se ajustaron menos a lo largo del margen intensivo (los meses de trabajo de los trabajadores) en respuesta a la crisis financiera mundial de 2008–2009 porque dichas empresas estaban protegidas contra el shock.
Lugares: el rol de las oportunidades locales y la informalidad Hasta ahora, este capítulo ha explorado las diferencias potenciales en los efectos permanentes causados por diferencias en las características personales (demográficas) y las características de las empresas. Una tercera dimensión que podría afectar a los efectos permanentes del mercado laboral son las características de los mercados laborales locales en los que los trabajadores residen y trabajan. Estudios recientes han prestado
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