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1.2 Mecánica del ajuste y políticas que pueden suavizarlo

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Referencias

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GRÁFICO 1.2 Mecánica del ajuste y políticas que pueden suavizarlo

SHOCK E stabili zad ores + m a r c o m a c r oecon ómico

Apoyo a los ingresos Programas activos de mercado laboral TRABAJADORES

Políticas sobre competencia Inversiones locales + políticas regionales Normativas laborales

Fuente: Banco Mundial.

Aunque los sistemas laborales y de protección social pueden amortiguar los impactos de las crisis sobre los trabajadores, no abordan cuestiones estructurales que permiten determinar la magnitud de dichos impactos. Por ejemplo, este estudio destaca una dicotomía entre empresas protegidas (debido a su poder de mercado y a la falta de competencia) y empresas sin protección en la región de ALC, y la baja movilidad geográfica de los trabajadores de la región; ambos factores magnifican los efectos de los shocks en el bienestar social. El estudio también subraya los focos de rigidez laboral que están ralentizando las transiciones de empleo a empleo. Por lo tanto, las políticas sobre competencia, las políticas regionales y las normativas laborales (ilustradas mediante la flecha inferior en el gráfico 1.1) son una tercera dimensión clave en las respuestas políticas a las crisis. Esta dimensión se ocupa de problemas estructurales importantes que podrían ser la causa de ajustes deficientes —y que posiblemente requieran intervenciones a nivel de sector y localidad, así como intervenciones a nivel de trabajador y de toda la economía—, y que interactúan con las necesidades e incentivos de las protecciones sociales anteriormente señaladas (como se ilustra mediante las flechas verticales del gráfico 1.2). La respuesta política a una crisis debe abordar los problemas estructurales de manera directa y estos tendrán diversos grados de importancia en función del país o entorno.

Dada la complejidad de los ajustes del mercado laboral a las crisis económicas de la región de ALC, este informe sostiene que los países pueden mejorar sus respuestas si progresan en tres ámbitos.

Estabilizadores automáticos y marcos macroeconómicos como escudos

La región de ALC ha mejorado significativamente su marco macroeconómico en las últimas décadas. Gracias a estos esfuerzos,

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la región sufre menos crisis internas de las que solía tener. Salvo contadas excepciones, desde la década de los noventa no se han producido grandes crisis monetarias en la región; en cambio, algunos factores exógenos a la región están provocando la mayoría de sus crisis. Un importante avance es la reducción de la inflación en la mayoría de los países de la región. En las décadas de los ochenta y noventa, cuando la región tenía una alta inflación, el ajuste de la crisis a través de salarios reales más bajos solía ser mecánico: cuando la inflación se disparaba durante una crisis, los salarios reales caían. Actualmente, el ajuste a las crisis se produce principalmente por cambios en el empleo, que está asociado con efectos permanentes de larga duración, como ya se ha mencionado en este capítulo (Robertson 2021).

No cabe la menor duda de que es mejor evitar las crisis siempre que sea posible. Un marco macroeconómico prudente es fundamental para reducir la frecuencia de las crisis. No obstante, algunas crisis son inevitables. Las políticas de estabilización monetaria y fiscal son una herramienta valiosa para responder a dichas crisis. Estas políticas incluyen la gestión de la cuenta de capital nacional, los tipos de interés, la política cambiaria, los fondos soberanos de bienestar social y las normas fiscales. Es importante destacar que tener espacio fiscal para propiciar un estímulo a la demanda podría ser clave para resolver situaciones de crisis, pero el espacio depende de decisiones tanto presentes como pasadas. Las reformas fiscales con perspectiva de largo plazo son fundamentales; dichas reformas podrían implicar abordar cuestiones difíciles, como la política fiscal, los subsidios en el sector energético, la eficiencia del gasto social y la estabilidad financiera de los sistemas de pensiones de jubilación a medida que la población envejece.

Para proteger un país contra shocks externos, resulta decisivo disponer de un conjunto estable de estabilizadores automáticos. Entre estos estabilizadores se encuentran los acuerdos de protección de ingresos gestionados a nivel nacional, como el seguro de desempleo, y otras medidas anticíclicas de apoyo a los ingresos que se amplían cuando la economía atraviesa una coyuntura desfavorable para ayudar a las personas afectadas. Dichos programas estimulan el consumo, propiciando un estímulo de la demanda que limita los daños y ayuda a acelerar la recuperación. Los estabilizadores automáticos ayudan a los hogares a suavizar su consumo, reduciendo el impacto inmediato del shock sobre la demanda agregada y el empleo y, por lo tanto, mitigando la magnitud y la composición de sus efectos en los mercados laborales. Dicho de otro modo, dichas políticas pueden reducir la gravedad de una crisis.

La región de ALC aún necesita estabilizadores automáticos más robustos para garantizar respuestas fiscales eficaces a las crisis. La falta de estabilizadores agregados o su funcionamiento deficiente limitan la capacidad de los gobiernos para hacer un gasto dinámico y anticíclico, lo que dificulta la gestión de las crisis y amplifica sus correspondientes efectos.

Más allá de los programas de seguro de desempleo a gran escala, hay otras políticas que también pueden desempeñarse como estabilizadores automáticos. Durante la crisis del COVID-19, por ejemplo, algunas estrategias como la capitalización del tiempo de trabajo, las suspensiones del contrato de trabajo, los subsidios por conservación de puestos de trabajo y programas de indemnización a corto plazo8 han representado una parte importante del gasto para ayudar a limitar el daño a corto y largo plazo de los despidos. Los programas de transferencias monetarias para la asistencia social también se han ampliado y los resultados de este proyecto apuntan a que dicha ampliación ha aumentado el empleo en el nivel agregado de la economía local, además de tener efectos positivos en la pobreza y la desigualdad (Gerard, Naritomi y Silva 2021). Si algunos de estos instrumentos fueran componentes permanentes de los estabilizadores automáticos en los respectivos países, podrían reducir las pérdidas y los costos de ajuste tras futuros shocks. Algunos de estos programas podrían vincularse al estado y activarse de manera automática cuando, por ejemplo, el desempleo

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