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Notas
e l im P ac to sobre los trabajadores, las em P resas y los lugares 81
eficaz a las personas más afectadas. Sin embargo, si los trabajadores de las localidades donde hay más oportunidades de empleo se recuperan mejor de las crisis (tal como se observa en este estudio) —ya sea porque ofrecen más oportunidades de empleo informales o porque el conjunto de empleadores disponibles (empresas más grandes y sectores de servicios más grandes con empleos compatibles) es más accesible para encontrar nuevos empleos— es posible que las pérdidas de ingresos observadas entre otros trabajadores no constituyan efectos permanentes en el sentido tradicional de pérdida de capital humano, sino que más bien sean un síntoma de falta de oportunidades. En este caso, abordar el problema únicamente desde una perspectiva basada en los trabajadores no lo resolverá.
Los efectos en los trabajadores descritos anteriormente tienen importantes implicaciones para la equidad y la pobreza. Además, como demuestra este informe, también pueden afectar a la eficiencia a largo plazo. La crisis no solo destruye puestos de trabajo, sino que también altera la futura productividad. Se dan dos hechos que coinciden con la lenta recuperación de los puestos de trabajo. Primero, las crisis pueden tener efectos persistentes en el uso de tecnología de las empresas existentes, y en el tamaño y la capacidad de las nuevas empresas que se crean durante las crisis. Las empresas preexistentes ajustan su demanda de cualificaciones, el atractivo de los productos y los márgenes de beneficio tras los shocks de demanda. Por ejemplo, Fernandes y Silva (2021) observan que, en respuesta a la crisis financiera mundial, las empresas brasileñas y ecuatorianas aumentaron su coeficiente capital/trabajador. Las crisis también aumentan el contenido de cualificaciones de producción: se ha demostrado que la participación de mano de obra cualificada en el empleo total aumenta tras los shocks negativos de demanda externa en países como Argentina (Brambilla, Lederman y Porto 2012), Brasil (Mion, Proenca. y Silva 2020) y Colombia (Fieler, Eslava y Xu 2018). Segundo, las empresas que se crean en tiempos de crisis sufren retrasos de crecimiento, lo que significa que crecen más lentamente a lo largo de su ciclo de vida, incluso cuando mejora la coyuntura. Si las empresas inician su actividad durante un periodo de baja demanda, tienen más dificultades para desarrollar una red de clientes y aprender a trabajar adecuadamente con ellos, y esta deficiencia perdurará durante mucho tiempo. Si los puestos de trabajo tardan en recuperarse después de una crisis debido a los efectos permanentes que sufren las empresas en este sentido más amplio, es posible que tener políticas que aborden los efectos permanentes del mercado laboral no sea suficiente para resolver el problema, tal como se analiza en el siguiente capítulo.
Otro mecanismo clave a considerar es la depuración. Las empresas menos productivas podrían dejar de ser rentables y desaparecer durante una recesión más fácilmente que aquellas que son altamente productivas. Sin embargo, es posible que las empresas existentes no sufran el impacto total de una caída en la demanda si dicha caída se compensa con una reducción de la tasa de creación. Los efectos de destrucción y redistribución son positivos, pero solo si la creación de empleo aumenta después de la crisis. Una vez que se incluyen las dimensiones de espacio y empresa del ajuste del mercado laboral a las crisis, queda clara la relevancia de la demanda. Es importante destacar que los resultados indican que los sectores y las empresas protegidos se ajustan menos durante las crisis (Fernandes y Silva 2021), lo que sugiere que dichos sectores están menos expuestos a un efecto depurador.
1. Véanse, por ejemplo, Brunner y Kuhn (2014) para datos sobre Austria; Genda, Kondo y
Ohta (2010) para Japón y EE. UU.; Kwon,
Milgrom y Hwang (2010) para Suecia y EE.
UU.; y Kahn (2010) para EE. UU. 2. Estos estudios incluyen Burda y Mertens (2001); Couch (2001); Davis y Von Wachter 2011; Fallick (1996); Flaaen, Shapiro y Sorkin (2019); Hyslop y Townsend (2019); Kletzer (1998); Krolikowski (2017); Lachowska, Mas, y Woodbury (2018); Menezes-Filho (2004); y
Ruhm (1991a, 1991b).