El Avión Negro N° 15

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pensar un pais con justicia social

“Entre nosotros, y en la geografía más amplia de Sudamérica, ese fin de viaje prometido por los poderosos encontró sus límites. Y, como antes y tal vez como mañana, nuevamente se puso en marcha el tren de la historia. Sin por eso dejar de intuir que la marcha del tren no será ni segura, ni tranquila y que la amenaza del descarrilamiento estará ahí para recordarnos que nada está garantizado, sólo la reproducción infinita de la barbarie”. Ricardo Forster

E

por

LUIS RODEIRO

s realmente un desafío, posiblemente una osadía, un viaje complejo sin puerto seguro de llegada. Quizá solamente un sueño. Mi intención es tratar de mirar hacia adelante. Desafiarme a pensar, sobre la base de todo lo que hicimos, los próximos 10 años del kirchnerismo. No será fácil, porque no se trata de dibujar aquel puerto de llegada, sino de imaginar un camino que hay que transitar y que está lleno de dificultades, que admite triunfos, derrotas y empates que no siempre se entienden. Hablar de los próximos diez años es partir del convencimiento de que el kirchnerismo es un movimiento político y social que es mucho más que un mero artefacto político, que no solo vive de un impulso original favorecido por la gran debacle argentina que dejó el neoliberalismo, sino que tiene una proyección histórica profunda como el

LOS PRÓXIMOS 10 AÑOS

DE KIRCHNERISMO yrigoyenismo o el peronismo, que amamanta de aquellas tradiciones y que incorpora otras experiencias del campo popular para dar respuesta a un nuevo tiempo histórico. Pero su proyección, su perdurabilidad, no es un determinismo divino, es el desarrollo de una voluntad política expresa, de un compromiso de lucha. Si hay algo que está íntimamente ligado a los próximos diez años es, sin duda, el tema de la organicidad y sus complejas derivas. Derivas que se interrelacionan, que se entrecruzan, que dependen entre sí, pero que intentaremos dividir al solo efecto de analizarlas. Todos sabemos que los grandes movimiento populares, con la impronta latinoamericana, están ligados a fuertes liderazgos. Nadie duda que tras la muerte de Néstor, Cristina es la que ocupa en plenitud el liderazgo del kirchnerismo. Nadie duda, tampoco, que una batalla central en el seno de la sociedad es lograr abrir la posibilidad de su reelección, a través de los mecanismos de la democracia. Pero no somos ingenuos en cuanto a la magnitud de la lucha y las posibilidades de triunfar. Es cierto, no necesariamente un liderazgo debe ejercerse desde la función de gobierno. Allí está el ejemplo de Lula. Pero esta instancia depende de una organización sólida. Precisamente, la debilidad organizativa es lo que plantea la necesidad de la reelección. Más allá de esta situación concreta, sabemos que los líderes son personas y las personas no son inmortales. Nos duele como una herida absurda la muerte de Néstor. Nos duele como una herida abierta la muerte de Chávez. Tenemos la experiencia de la muerte de Perón y sus consecuencias hacia adentro del peronismo.

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Por ello, y para hacer frente a la eventualidad de una reelección imposible es preciso plantearse a fondo, en la perspectiva de los próximos diez años, la organicidad del kirchnerismo y la formación de cuadros. Desde el punto de vista organizativo, tiene razón Horacio González (HG), cuando nos recuerda que el 27 de abril tuvo lugar una elección totalmente bizarra pero épica. Con poco más del 22%, Néstor inauguraba una nueva era. Dice textualmente: “Es que ese número escaso entregaba muchas responsabilidades. Anunciaba una debilidad constitutiva que casi no desapareció hasta hoy. Y con esa debilidad constitutiva, en el interior del todo que está ocurriendo: momentos de mucha plenitud donde tomaron decisiones de gran importancia. Decisiones que, quizás, no se hubieren tomado con respaldo político, económico y cultural mayor”. Esta debilidad y ese decisionismo lo definen como “una gran promesa”. Las decisiones, grandes o pequeñas, se toman, pero es indudable que atravesadas por un horizonte de debilidad, aporta González. Esa debilidad, en una aplicación quizás indebida del pensamiento crítico de HG, está en que, a pesar del contundente 54%, todavía no somos una fuerza política. Aunque el desarrollo de estos últimos años ha logrado ir definiendo un peronismo neoliberal, alejado de los orígenes (De la Sota reivindica al Perón de 1973) y un peronismo abierto y rebasado, capaz de encontrarse con aquellos orígenes históricos, pero fundiéndose con sus experiencias más combativas y receptando el aporte de otros orígenes históricos y otras militancias, todavía debemos plantearnos –desde la realidad-

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