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los PróxiMos 10 Años dEl KirChnErisMo
pensar un pais con justicia social
“Entre nosotros, y en la geografía más amplia de Sudamérica, ese fin de viaje prometido por los poderosos encontró sus límites. Y, como antes y tal vez como mañana, nuevamente se puso en marcha el tren de la historia. Sin por eso dejar de intuir que la marcha del tren no será ni segura, ni tranquila y que la amenaza del descarrilamiento estará ahí para recordarnos que nada está garantizado, sólo la reproducción infinita de la barbarie”.
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Ricardo Forster
por lUIs rOdEIrO
Es realmente un desafío, posiblemente una osadía, un viaje complejo sin puerto seguro de llegada. Quizá solamente un sueño. Mi intención es tratar de mirar hacia adelante. Desafiarme a pensar, sobre la base de todo lo que hicimos, los próximos 10 años del kirchnerismo. No será fácil, porque no se trata de dibujar aquel puerto de llegada, sino de imaginar un camino que hay que transitar y que está lleno de dificultades, que admite triunfos, derrotas y empates que no siempre se entienden.
Hablar de los próximos diez años es partir del convencimiento de que el kirchnerismo es un movimiento político y social que es mucho más que un mero artefacto político, que no solo vive de un impulso original favorecido por la gran debacle argentina que dejó el neoliberalismo, sino que tiene una proyección histórica profunda como el
los próXimos 10 aÑOS dE KIRcHnERISMO
yrigoyenismo o el peronismo, que amamanta de aquellas tradiciones y que incorpora otras experiencias del campo popular para dar respuesta a un nuevo tiempo histórico. Pero su proyección, su perdurabilidad, no es un determinismo divino, es el desarrollo de una voluntad política expresa, de un compromiso de lucha.
Si hay algo que está íntimamente ligado a los próximos diez años es, sin duda, el tema de la organicidad y sus complejas derivas. Derivas que se interrelacionan, que se entrecruzan, que dependen entre sí, pero que intentaremos dividir al solo efecto de analizarlas. 1.Todos sabemos que los grandes movimiento populares, con la impronta latinoamericana, están ligados a fuertes liderazgos. Nadie duda que tras la muerte de Néstor, Cristina es la que ocupa en plenitud el liderazgo del kirchnerismo. Nadie duda, tampoco, que una batalla central en el seno de la sociedad es lograr abrir la posibilidad de su reelección, a través de los mecanismos de la democracia. Pero no somos ingenuos en cuanto a la magnitud de la lucha y las posibilidades de triunfar. Es cierto, no necesariamente un liderazgo debe ejercerse desde la función de gobierno. Allí está el ejemplo de Lula. Pero esta instancia depende de una organización sólida. Precisamente, la debilidad organizativa es lo que plantea la necesidad de la reelección. 2.Más allá de esta situación concreta, sabemos que los líderes son personas y las personas no son inmortales. Nos duele como una herida absurda la muerte de Néstor. Nos duele como una herida abierta la muerte de Chávez. Tenemos la experiencia de la muerte de Perón y sus consecuencias hacia adentro del peronismo. Por ello, y para hacer frente a la eventualidad de una reelección imposible es preciso plantearse a fondo, en la perspectiva de los próximos diez años, la organicidad del kirchnerismo y la formación de cuadros. 3.Desde el punto de vista organizativo, tiene razón Horacio González (HG), cuando nos recuerda que el 27 de abril tuvo lugar una elección totalmente bizarra pero épica. Con poco más del 22%, Néstor inauguraba una nueva era. Dice textualmente: “Es que ese número escaso entregaba muchas responsabilidades. Anunciaba una debilidad constitutiva que casi no desapareció hasta hoy. Y con esa debilidad constitutiva, en el interior del todo que está ocurriendo: momentos de mucha plenitud donde tomaron decisiones de gran importancia. Decisiones que, quizás, no se hubieren tomado con respaldo político, económico y cultural mayor”. Esta debilidad y ese decisionismo lo definen como “una gran promesa”. Las decisiones, grandes o pequeñas, se toman, pero es indudable que atravesadas por un horizonte de debilidad, aporta González. 4.Esa debilidad, en una aplicación quizás indebida del pensamiento crítico de HG, está en que, a pesar del contundente 54%, todavía no somos una fuerza política. Aunque el desarrollo de estos últimos años ha logrado ir definiendo un peronismo neoliberal, alejado de los orígenes (De la Sota reivindica al Perón de 1973) y un peronismo abierto y rebasado, capaz de encontrarse con aquellos orígenes históricos, pero fundiéndose con sus experiencias más combativas y receptando el aporte de otros orígenes históricos y otras militancias, todavía debemos plantearnos –desde la realidad-

alianzas electorales indeseables con dirigentes y punteros que caminan hacia atrás. Falta recorrer todavía un largo camino, donde es preciso encontrar las claves de “una organización que venza al tiempo”, que represente la originalidad de un movimiento de movimientos, que se constituya en una estructura convocante y abierta, que ensaye una democratización a fondo, sin perder la mística, el sentido gravitante de la movilización, que elija el camino del diálogo, no el de la soberbia, que evite constituirse en un coto cerrado de “elegidos”, que establezca su propia agenda política. Capaz de proponer y de autocriticarse. Un movimiento vivo, que bulle desde abajo y no un aparato vertical. Corremos con ventajas. Como bien dice Roberto Caballero, el trasvasamiento generacional ya no es una propuesta lírica que aparece en las películas sepias de Solanas y Gettino, Es una necesidad de la identidad kirchnerista para no ser carcomida por los efectos corrosivos en esta década de confrontaciones indispensables. 5.Vuelvo a González: El kirchnerismo “surgió en una hendidura en la historia, surgió frágil, tomó medidas que suelen tomar los fuertes y se hizo fuerte con esas medidas, ya sean económicas o culturales. Y hoy vuelve a rebelarse que la construcción política supone acuerdos de clases más sólidos, políticas económicas más meditadas, políticas culturales que ahonden más en la profundidad del desgarramiento cultural argentino desde el siglo pasado”. Lo aclara de inmediato: “Creo que siguen habiendo posibilidades y grandes campos de acuerdo. No digo con otras fuerzas políticas porque las que tienen nombre y apellido están jugadas en otras cosas. Hablo de acuerdos en el interior de las biografías múltiples, sociales y colectivas de la Argentina: personas, situaciones, conceptos y temas ausentes que tienen que estar de este lado”. 6.Pensando en los próximos diez años, que comienzan el 25 de mayo, tenemos el desafío de inventar una estructura dinámica, que construya desde las bases, desde la territorialidad y sus necesidades, pero que a la vez las proyecte en políticas, pero que a la vez sea un campo de debate que permita la participación y la formulación de metas, que le de consistencia a esa alquimia renovada, como señala Ricardo Forster (RF), en esa “apropiación salvaje de viejos signos y nuevos símbolos”, que es precisamente lo que llamamos kirchnerismo. Los nuevos acuerdos, pienso a modo de ejemplo, no puede dejar fuera del movimiento, en el freezer de nuestro pensamiento, una clara posición ambientalista que sea el límite de un desarrollismo, sustentado sólo en valores económicos. No podemos dejar fuera del movimiento una política orientada a los miles y miles de jóvenes trabajadores que se han incorporado al proceso productivo, para anclar allí –como esperanza- una estructura sindical renovada, que deje atrás la mediocridad de “gordos”, de “burócratas”, de “gerentes”, de “oportunistas”. No podemos pensar en los próximos 10 años de kirchnerismo sin la presencia del movimiento obrero como protagonista. 7.Estamos satisfechos por lo que hemos hecho de la mano de Néstor y Cristina. Hemos dado vuelta un país desfondado. Como dice Forster, material, social y moralmente. Pero debemos ser consciente que nuestra política de crecimiento, en el medio de la crisis más profunda que atraviesan las economías de los países desarrollados, así como antiguos problemas estructurales de la realidad argentina, nos presentan nuevos y viejos problemas, que debemos afrontar como gobierno y como movimiento. El gran desafío es cómo, en un horizonte donde resulta tremendamente difícil repetir los índices de crecimiento de estos años de kirchnerismo, mantener nuestras ideas fuerzas de luchar contra la pobreza y la indigencia. Cómo resolver el nudo gordiano de la inflación, que horada la confianza en un proyecto y que permite a ciertos sectores, especialmente de las clases medias, huir hacia quienes son sus propios enemigos. El blanqueo de capitales que es un retroceso frente a la dolarización enfermiza ¿es el camino? ¿es la instancia no deseada, pero necesaria para cumplir otros objetivos? 8.Los 10 años que vienen están signados por la profundización del proyecto. Desde la realidad. Desde la aceptación de que los problemas de los argentinos –como le escribía Néstor a Feinnman- no se resuelven a vendavales, sino gestionando todos los días. Pero debemos trabajar sobre nudos de esa realidad, que más temprano que tarde será necesario para defender lo realizado y avanzar. Debemos planificar cómo luchamos contra los monopolios, oligopolios o posición dominante que persisten en sectores importantes de la economía, que nos determinan precios, que especulan y afectan el proceso de inclusión social. Debemos analizar, discutir, planificar cómo iniciamos un proceso de nacionalización de la economía que permita que los excedentes estén al servicio del interés nacional y que aporte significativamente a una más justa distribución de la riqueza. Es parte de la lucha actual y futura contra el poder de las corporaciones, de ese poder que pudo con el intento de Alfonsín y que condenó a la resignación de gobiernos democráticos, desde Frondizi en adelante, como recuerda Forster. No se trata de expulsar al capital extranjero, sino de enmarcarlo dentro de un proyecto nacional. Debemos contar con un proyecto abarcador sobre los recursos estratégicos que implica no sólo la soberanía en la política de hidrocarburos, sino también en el acero, en la siderurgia, en la minería y en las nuevas tecnologías. 9.Los próximos diez años de kirchnerismo deben establecer una relación progresista entre desarrollo y medio ambiente. Deberemos debatir y convocar a debatir, cómo –desde una visión nacional, popular y democrática- podemos defendernos de problemas reales de polución ambiental, de contaminación de aguas, de avances salvajes contra nuestros bosques. Debemos definir una política clara y consensuada con los conservacionistas con respecto a la minería a cielo abierto, al uso del glifosato en nuestros campos. 10.Los 10 años de kirchnerismo que cambiaron la historia del predominio neoliberal nos pone en condiciones para concretar una reforma tributaria que pueda asegurar una mayor equidad, una mejor distribución. Es un tema que no puede estar ausente en los años que se vienen a partir del 25 de mayo. Sabemos que no es fácil, pero no imposible y que si tenemos organicidad, podemos movilizar a la sociedad y respaldar una reforma que grave proporcionalmente a los que más ganan y a los que menos ganan. Es un problema de inclusión social, que es uno de los ejes de la experiencia kirchnerista. Sólo ejemplos de los desafíos que nos aguardan. El kirchnerismo sigue siendo una gran promesa renovada para ir más allá. Es una aventura. Es una construcción.
