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EditoriAl
“Vengo a proponerles un sueño: quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo. Anhelo que por estos caminos se levante a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación: la nuestra”, dijo Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003 al asumir la presidencia.
“Como Presidente de la Nación Argentina vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades”, fueron sus palabras en la ESMA, el 24 de marzo de 2004.
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“No te voy a decir general porque ni eso te merecés, tené en claro que sos un cobarde. Los argentinos saben quién sos y que tendrías que estar en una cárcel común, que es donde tienen que estar los asesinos –refiriéndose a Menéndez- (…)Yo le digo a la Justicia: ¡por favor, basta! ¡Juicio y castigo, eso necesitamos! Yo les juro que empujo y empujo pero hay jueces y fiscales que se hacen los distraídos”, sostendría en Córdoba, aquel 24 de marzo de 2007, cuando se abrieron las puertas del ex Centro Clandestino La Perla.
Y en el multitudinario acto en Plaza de Mayo, a diez años del inicio de este proyecto, nuestra presidenta, Cristina Fernández de Kirchner afirmó: “Yo quiero la unidad de todos los argentinos. Pero quiero la unidad con memoria, con verdad y con justicia, porque sin eso no hay unidad posible y la necesitamos (…) Cuando se habla de fin de ciclo, en realidad se están refiriendo a que cuando yo me vaya se va a acabar todo lo que hemos conquistado. Me parece que se refieren a eso cuando hablan de la Asignación Universal por Hijo con desprecio, o cuando hablan contra el desendeudamiento que permitió generar un ciclo virtuoso de la economía.”
Los pilares de una década que cambió la historia: Verdad y Justicia. Esta década, a la que los militantes del Proyecto Nacional y Popular llamamos “la década ganada” expresó, después de aquella virtuosa década del siglo pasado tras la irrupción del peronismo como movimiento de masas transformador, cuánto perdura en la vida política argentina esa identidad política para muchos todavía difícil de escudriñar y que se recrea y reinventa permanentemente a través de sus prácticas sociales y políticas. Pero que, a juzgar por los resultados cuando cuenta con una conducción firme y con claros objetivos emancipadores, nadie discute su carácter transformador, profundamente nacional y popular y con una perspectiva integracionista hacia toda la región.
Esta década nos permitió a muchos retomar la participación activa. A otros incorporarnos con inusual entusiasmo a la política. Porque la idea de la recuperación de la política, un sino de la década, estuvo asociada a la exaltación justamente de la política como herramienta de transformación, rompiendo con el sentido común pacientemente instalado denostando su práctica, desalentando el involucramiento de nuevos actores, ciñendo su ejercicio a apenas una clase, la “clase política”.
Con Néstor y Cristina construimos un nuevo relato. Tienen razón los medios opositores y los dirigentes de la reacción que cedieron la iniciativa y el discurso a columnistas que apelan al poder de la palabra escrita en los diarios, a las verdades incontratables y a los buenos resultados que esa práctica les dio históricamente. Es natural que este gobierno fije su relato y que éste remita discursivamente al posicionamiento ideológico frente al adversario.
Romper con tantos años de hegemonía neoliberal, implica delimitar fronteras ideológicas y confrontar con el otro relato instituido como sentido común.
La retórica “confrontativa” que tanto se criticó, contrasta con la idea de llevar adelante principios y valores frente a los cuales una porción de la sociedad, minoritaria, ofrece profundos rechazos. Plantear la ampliación de derechos, avanzar sobre lo igualitario, lo nacional y popular e incluyente, implica, necesariamente, confrontar con intereses corporativos que se aferran a un status quo que parecía inalterable, con privilegios que se arrastran de nuestros orígenes como Nación.
No habrá posibilidades de cambios en una sociedad sin “confrontación”. Ya lo decía el general Juan Domingo Perón: “para hacer una tortilla hay que romper los huevos”. Entonces, así como las clases históricamente dominantes en Argentina, las que hoy identificamos con las corporaciones que detentan el poder económico y otras que actúan como indiscutible sostén de tantos privilegios, han distorsionado siempre los procesos sociales mediante poderosos aparatos culturales y mediáticos, buscando imponer una subjetividad social determinada y acentuando prejuicios, nosotros debemos avanzar en esta lucha cultural, planteando abiertamente la batalla de ideas.
Todo un desafío que se nos presenta a quienes asumimos la responsabilidad y el compromiso de la militancia en pos de la liberación de la Patria. Un desafío que nos encuentra en una inmejorable posición tras estos primeros diez años; con una base formidable fruto del esfuerzo de tantos argentinos y la conducción de los dos más grandes dirigentes tras 30 años ininterrumpidos de democracia: Néstor y Cristina.
Un agradecimiento especial a todos los que se sumaron a nuestra convocatoria desde “El Avión Negro”, a todos los que apoyan este humilde proyecto que no es otra cosa que una digna manera de sumarnos a la batalla cultural por un relato veraz y definitivo, el relato que refleje la Patria Justa, Libre y Soberana.
Para afrontar los tiempos que se avecinan, en Argentina y en Córdoba en particular. Como siempre lo decimos, “Unidos y Organizados”.
¿por qué una década ganada?
por CarlOs TOmada
Ministro de trabajo de la nación
realmente se trata de una década ganada. Porque hoy en la Argentina más de 12 millones de personas tienen derechos y cobertura social que no tenían antes de mayo de 2003. protección social es la más alta de los últimos 38 años. Es un 92% superior respecto de las personas que estaban en esa condición antes de 2003. • Cambiamos el abandono y la demonización de los salarios por
Pero esto tiene una explicación, que es no sólo lo que quisimos cambiar sino por qué cuestiones las cambiamos. Por ejemplo, teníamos un país sumido en la especulación, en el desencanto y en el abandono total de cualquier intento productivo. ¿Y qué quisimos hacer? Cambiarlo por producción y trabajo. Teníamos décadas de promesas de derrame que nunca habían llegado ni siquiera a un mísero goteo. ¿Por qué lo cambiamos? Por producción, por trabajo pero también por consumo. Teníamos un país endeudado, que no pagaba sus deudas, que profundizaba esa situación con blindajes, megacanjes, etc. Y lo cambiamos por independencia y soberanía económica. Cambiamos tanto el eje que de ser los niños mimados del FMI pasamos a ser una referencia ineludible en la OIT.
Ahora, nada de esto serviría si no llega a nuestro pueblo. Y la verdad que, recuperando un Estado activo, generando trabajo, fortaleciendo el mercado interno, potenciando el consumo, mejorando la recaudación, se logró un crecimiento que por primera vez en décadas llegó a los que menos tienen. A los que más necesitan. A los que históricamente fueron abandonados. Por eso es una década ganada. • Cambiamos exclusión por inclusión. Desocupación por trabajo. Pasamos de casi el 25% de desocupación a 5 millones de nuevos puestos. Sólo en la industria y el comercio se crearon 200 mil nuevas empresas. Un 64% más de las que había cuando comenzó la gestión del actual gobierno. Se crearon un promedio de 500 mil puestos por año. Se triplicó la cantidad anual de nuevos ocupados, que se generaron desde el inicio de la democracia en el ‘83 y con la convertibilidad. Se redujo a un 67% la cantidad de desocupados. • Cambiamos una ley de flexibilización y precarización laboral como la 25.877 (“Banelco”) por protección al empleo, como ocurre desde que la crisis financiera mundial estalló en 2008. Y con la ley 25.877 se creó un instrumento protectorio que sentó las bases de la acción normativa laboral del gobierno a favor del trabajo decente. Se financiaron proyectos productivos de gran envergadura o PyMES y se cubrió los efectos de la crisis sobre el empleo con los REPRO preservando el vínculo laboral. • Cambiamos descontrol por fiscalización. Un Estado despreocupado y desmantelado en su rol y en su responsabilidad de control por una inspección laboral protectora. Desde que se puso en marcha el PNRT se fiscalizaron 900 mil empresas y más de 3 millones de trabajadores. La tasa de empleo no registrado era casi del 50% (2003) y 10 años después bajó a 34,6%. La cantidad de trabajadores registrados que hoy tienen un trabajo registrado, legal y con potentes negociaciones salariales, paritarias libres y convenios colectivos todos los años. Y, además, recuperamos el Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil. Se pasó de homologar 200 convenios de empresa en 2003 hasta rondar en la actualidad los 1500 de actividad y de empresa. En 2012 la cobertura de la negociación colectiva fue un 90% más elevada en relación al 2002. Y en la actualidad cubre a 5,5 millones de trabajadores. El salario real de los trabajadores registrados resulta el más elevado de los últimos 24 años, independientemente del índice de precios que se utilice. El salario mínimo creció un 1338% con respecto al valor que rigió durante la década de los 90. • Cambiamos asistencialismo y bolsones de comida por capacitación laboral como una herramienta indispensable de inclusión. Se ha pasado de las acciones exclusivamente asistenciales (2 millones 300 mil planes de Jefas y Jefes de Hogar) a las de apoyo a la inserción laboral. Entre el 2003 y enero de 2013, el Ministerio de Trabajo ha apoyado cerca de 2 millones 700 mil trabajadores en actividades de capacitación, finalización de estudios, orientación laboral y prácticas calificantes. Además, también los Consejos Sectoriales de Certificación y Formación continua, de carácter tripartito, en 45 sectores de la actividad productiva. En este marco, se capacitaron 1 millón y medio de personas. • Cambiamos la indiferencia hacia los jóvenes y su futuro por políticas concretas para que accedan a su primer trabajo. En 2008 Cristina puso en marcha Jóvenes con Más y Mejor Trabajo. Apoyo concreto para personas entre 18 y 24 años que están desocupados y que no completaron el nivel básico. Casi 600 mil jóvenes se sumaron a esa iniciativa en 170 municipios del país. • Cambiamos el abandono histórico de nuestros jubilados por una política integral que los contenga. Pusimos en marcha una moratoria que le dio oportunidad a 2.8 millones de personas mayores de 60 para que accedan a la jubilación porque habían quedado fuera del sistema de seguridad social, producto de la exclusión que generaron las políticas desde mediados de los 70. Hicimos 13 aumentos para los sectores más perjudicados de la clase pasiva antes de que se pudiera implementar la ley 26417 de movilidad de los haberes jubilatorios que garantiza dos ajustes anuales. Hemos logrado que el 95% de las personas mayores reciba una transferencia por parte del sistema de protección social. Se pudo revertir una tendencia que había llegado al piso intolerable de sólo el 60% de los mayores cubiertos. • Cambiamos décadas de abandono de los menores de 18 años
pensar un pais con justicia social
por políticas de protección y cobertura social para los más chicos. En 2008 se sancionó la ley 26.390 en la cual los niños tienen el derecho fundamental a no trabajar hasta los 16 años. En estos días se promulgó la ley que convierte en delito el hacer trabajar a los menores de 16 años. La Asignación Universal por Hijo cubre a 3 millones y medio de chicos, no sólo con subsidios sino con acceso a la educación y la salud. El año pasado se realizó una encuesta en la que se observa una reducción del trabajo infantil. Sólo el 2,2% de los niños realizan actividades laborales. En 2004 esto era del 6,4%. Esto implica un descenso del 66%. En la actualidad, el 83% de los menores de 18 años está cubierto por el sistema de protección social, mientras que en el año 97 sólo lo estaba el 37%. • Cambiamos la exclusión y la discriminación de colectivos laborales por la equiparación de derechos. Los trabajadores del campo y de casas particulares son los sectores sociales a los cuales históricamente más se les ha negado sus derechos laborales. Se sustituyó el estatuto del trabajo rural (firmado por Videla, Martínez de Hoz, Harguindeguy) para garantizar derechos laborales y protección social. El Estado creó el RENATEA que puso en marcha un área de fiscalización con un cuerpo de inspectores y con un sistema de registración online. De esta manera, se logró poner al RENATEA al servicio de los trabajadores del campo y no al servicio de unos pocos como ocurría con el ex Renatre. Se sancionó la ley de Trabajadores en Casas Particulares, que modifica el régimen de trabajo doméstico (1956, firmado por Aramburu y Rojas) con el objetivo de equiparar derechos. En síntesis, dimos un salto cualitativo de extensión de derechos inédito. Dos millones de trabajadores tienen hoy los mismos derechos que todos los trabajadores/as de la Argentina. El mismo derecho. Todos los derechos, después de décadas. • Cambiamos la justificación y la indiferencia de una cultura por el combate explícito contra el trabajo esclavo. Sancionamos la Ley 26.364 contra la trata de personas como norma fundamental para el accionar contra el trabajo esclavo. Desarrollamos un trabajo de fiscalización en especial sobre los sectores que más utilizan esta práctica ilegal: rural y textil. Apoyamos a las provincias para detectar casos. En la Ciudad de Buenos Aires con la inspección se detectaron más de 1150 talleres textiles clandestinos, confeccionistas de reconocidas marcas que fueron debidamente multados. En 2011 en Santiago del Estero se detectó a la empresa Nidera que había reducido a la servidumbre a 133 trabajadores y 19 menores de edad. Por ese año también se encontró en Ramallo una situación similar con otra empresa que tenía 80 trabajadores en situación de esclavitud laboral. Hace poco, durante este año, en La Rioja, una aceitunera del grupo que lidera Mastellone tenía en situación de explotación a 200 trabajadores en miserables condiciones laborales. Y hace días nomás en Expoagro –una explotación conjunta de los dos grandes grupos mediáticos- realizada en la provincia de Buenos Aires, se detectaron a 58 empresas en situación de irregularidad laboral sobre las 126 que exponían o que participaban de ese emprendimiento.

Estoy hablando de los temas del sector del trabajo. Hay muchísimos más ejemplos: disminuyó un 26% el índice de accidentes de trabajo y un 27% el de muertes por accidentes de trabajo. Y esto tiene una razón simple. Las inspecciones aumentaron en más de un 600%. Además, se sancionó una Ley de Daños por Accidentes Profesionales que dejó la puerta abierta para ampliar el listado de las mismas y mejoró el resarcimiento por el daño sufrido por el trabajador.
Puedo darle algunos otros datos. Desde el punto de vista de la distribución de la renta entre el trabajo y el capital, se puede constatar que los asalariados incrementaron progresivamente su participación en el producto generado por la economía, pasando del 34 al 47%. También el índice de GINI que mide la distribución del ingreso personal mejoró un 22%. Esto quiere decir que la sociedad es actualmente más equitativa. Podemos hablar un montón de cosas más de estos diez años. Pero les voy a decir algo: nadie pasa 10 años sin hacer nada y que lo vote el 55% del electorado. Claro, no es sólo por el tema trabajo. El trabajo es un pilar que sostiene otros pilares como son los Derechos Humanos, como es la búsqueda de una mejor distribución del ingreso, del conocimiento y de la palabra.