
8 minute read
lA déCAdA dE los dErEChos
por marTÍN FrEsNEda
secretario de derechos huManos de la nación
Advertisement
Ganamos la Patria, volvimos a cantar el himno, volvimos a tener causa. Néstor Kirchner nos invitó a transitar un sueño y en él encontramos el camino entre el gesto y la palabra. Encontramos la simpleza desde la complejidad de la realidad a lo cotidiano de la política. Encontramos lo que perdimos en casi cincuenta años de historia, luego del golpe de Estado de 1955.
Nos encontramos 40 millones de argentinos con los logros que siempre soñamos tener. Nos encontramos con una nueva forma de hacer política, como lo hizo el primer peronismo medio siglo atrás, al recuperar los lazos afectivos con el pueblo.
Somos muchos los que, siendo víctimas directas del terrorismo de Estado, nos emocionamos al ver que el Presidente de la Nación pedía perdón por la vergüenza de haber callado durante veinte años de democracia, se reencontraba con la historia y la manos de sus compañeros que ya no están y de los que siguen, lucharon y dieron su vida por un proyecto de país que hoy es posible. Y ese reencuentro es el reencuentro con la Patria y una Argentina distinta.
Hace diez años llegó Néstor Kirchner a nuestras vidas para movilizarnos e invitarnos a creer, que no es poca cosa para quienes llevamos en el alma y en la piel resabios de la última dictadura, para quienes presenciamos la impunidad de quienes callaban ante el horror y la corrupción, para quienes sufrieron la desocupación, la marginación
La década dE LOS dEREcHOS:
uN caMiNo Que Nos lleVa de los sueÑos hacia el Futuro
y la resistencia durante los años 90.
Nos encontrábamos en una sociedad en la cual la teoría de los dos demonios era parte del sentido común de los argentinos, vivíamos con mucha soledad en términos de iniciativa política, y al intentar desandar ese camino de impunidad, éramos reprimidos por la policía.
Intentamos y luchamos por cuidar aquel Estado que estaba siendo desmantelado paulatinamente. Nos enfrentamos a la Ley de Educación Superior, resistimos la privatización del sistema de reparto, marchamos contra la desocupación y contra la flexibilización laboral. Gritamos y nos opusimos a la privatización de Aerolíneas Argentinas y los ferrocarriles. Marchamos a la par con los sectores más marginados, sin un Estado presente, con escraches y piquetes. La democracia directa recién tuvo su lugar de experiencia y ensayo en los barrios y en las asambleas populares en el año 2001, pero nuevamente la protesta social fue criminalizada y perseguida.
Para encontrar los puntos fundamentales de la década ganada tenemos que ser muy conscientes de todo lo que perdimos.
En esta década ganada pudimos recuperar lo perdido e incluso fuimos más allá. Néstor nos propuso un sueño, y nos enseñó que para transitarlo y hacerlo realidad había que construir organización popular. Y esta realidad, la actual, nos encuentra dentro del Proyecto que compartieron nuestros 30.000 y se concreta gracias a Néstor y Cristina. La enseñanza es que cuando el sueño se hace política pública nada es imposible, y que todos los obstáculos se pueden ir desplazando más y más, y seguir avanzando.
Primero nos mostraron que aquel sueño de transformaciones podía realizarse desde el Estado con las propias herramientas del sis-


tema democrático. Y que la transformación de fondo era del sujeto político, de aquel capaz de tener el coraje necesario y la convicción histórica para desafiar y plantarse ante las corporaciones, el establishment, los organismos internacionales, e incluso desafiar al imperialismo. Aún resuena el “No al ALCA”. Aquel grito de los líderes fue el punto de inflexión, el hito que nos devolvió a lo mejor de la tradición latinoamericana. Entonces recuperamos el sueño de la Patria Grande.
La memoria fue la herramienta política que nos permitió analizar la realidad desde el revisionismo, y fuimos recuperando del fondo de la historia lo mejor de las gestas del surgimiento de la Patria. Y la memoria nos devolvió que la lucha y las conquistas del pueblo y para el pueblo, los derechos originarios, comenzaron hace 200 años. Fueron los sujetos políticos con coraje, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, quienes con convicción, amor y sensibilidad por su pueblo lograron recuperar y alzar aquellas banderas desde el origen de nuestra Patria, transformándolas en políticas públicas y en acciones de un Estado presente.
En ese ejercicio de memoria, aparecen los sueños de los que no están. Aparecen con fuerza y claridad los pañuelos blancos, y aparece también nuestra generación, la generación de los hijos, empezando a ponerle alegría y colores a la vida.
Estos colores surgieron como el arcoiris que representa lo diverso, lo múltiple, a todos aquellos que estábamos marginados y desatendidos y que hoy el Estado incorpora. Aquellos excluidos de otros momentos, hoy somos parte del Estado, que nos interpeló a partir de la Memoria, Verdad y Justicia, encausando nuestra lucha y dándole sentido transformador al dolor. El Estado interpeló a otros con
pensar un pais con justicia social



igualdades de derechos reconociendo su posibilidad de elección sexual o de identidad de género. El Estado reconoció el rol difícil de la mujer dentro de la cultura y la sociedad, y nos invitó a todos a construir la perspectiva de género. Reconocidos e incorporados los pueblos originarios y los campesinos y trabajadores rurales, los descendientes de la comunidad afro en Argentina, y las personas migrantes que fueron reconocidas así como a los que no tenían derechos pues no tenían trabajo.
El sistema público previsional de reparto, recuperado y puesto nuevamente en manos del Estado, permite seguir incluyendo a los sectores históricamente empobrecidos, los otros de la historia, que a partir de este gran instrumento basado en la solidaridad, dejaron de ser negados y hoy son protagonistas de la ampliación de derechos. La Asignación Universal es un claro ejemplo de esto.
Hace una década, el pueblo era marginado mediante un Estado tutelado por el Fondo Monetario Internacional, hoy todos somos contenidos e incluidos. Porque todas aquellas voces que antes expresábamos dolor e ira, hoy somos voces que aparecemos en todos los rincones del país, gracias también al cumplimiento de un derecho humano básico como el derecho a la comunicación que se garantiza con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Es evidente que la lucha de todos los militantes de los organismos de derechos humanos fue institucionalizada por el Estado. Esta experiencia que compartimos nos permite alcanzar la felicidad ya que como nos enseñó Néstor, para un militante comprometido no hay mayor satisfacción que realizar sus convicciones.
Por eso, hoy estamos haciendo todo lo que siempre propusimos, lo que estamos convencidos de hacer. Esto nos define como generación, como funcionarios, como militantes. Vamos tras un sueño, y es imposible que haya especulación en ello.
Durante todos esos años de indiferencia e impunidad, en los años 90, nos formamos para brindar a los argentinos la posibilidad que no tuvo nuestra anterior generación, nuestros padres. Nos formamos para garantizar derechos. El patrimonio de nuestra generación es lo colectivo. Podemos comprender que la responsabilidad institucional no se aleja tanto de la responsabilidad militante colectiva. La responsabilidad que un sujeto político asume institucionalmente es una tarea que emerge de lo colectivo, del involucramiento directo de la sociedad, de ser uno más del pueblo. Tal como dijo Néstor, somos personas comunes con responsabilidades extraordinarias. Y eso es lo que nos da la convicción que estamos haciendo transformaciones históricas para el futuro. Cada paso que damos nos acerca a los ideales y sueños de nuestros padres, pero también a los que tuvimos desde la resistencia en las décadas de impunidad. Avanzamos por más democracia, más justicia, más derechos humanos y más Patria Grande. En lo inmediato nuestra generación tiene dos desafíos. El primero es el de comenzar a cerrar la etapa de reparación de las víctimas del terrorismo de Estado, que son miles y miles, directa o indirectamente. Esa reparación está ligada a la Justicia. La Presidenta nos pidió que para el 2015 podamos empezar a cerrar la etapa de los juzgamientos. Pero nos permite a nosotros también pensar que tenemos que impulsar todas las políticas de memoria en todo el territorio nacional, desarrollar herramientas de conocimiento y formación para todos los ciudadanos en lo que hace a la accesibilidad de derechos, así como a la materialización y territorialidad de las políticas. Es necesario tener una incidencia en el cumplimiento y garantía de derechos humanos en los territorios, a través de una mejor articulación y aplicación de todos los estándares nacionales en las provincias.
Las políticas de memoria, verdad y justicia están ligadas a seguir trabajando con las fuerzas de seguridad. La democratización de las fuerzas de seguridad es fundamental. Como dijo la Presidenta, el eje de la seguridad tiene que estar relacionado con el de justicia. Avanzar en la formación de las fuerzas de seguridad en cuanto a una injerencia sobre la matriz de pensamiento o en el funcionamiento orgánico, porque creo que es fundamental trabajar para que nuestras fuerzas de seguridad puedan asumir que los derechos humanos son una herramienta que nos va a mejorar la calidad de vida y ayudar a ser mejores hombres y mujeres. Estamos en ese proceso. La democratización de la Justicia también es otro de los avances que logramos en estos tiempos, pero no es fácil poder llevar adelante esos procesos que son de la sociedad y de amplia discusión colectiva.
Porque amamos nuestra Patria tenemos un sentido profundo de pertenencia en el pueblo. Son estos valores el aporte más importante de nuestra generación que vamos a dejar en la historia del país, en esta década ganada. Libertad es el valor ganado por el pueblo argentino hace 200 años. Cambio, fue el valor necesario que Néstor nos legó para dejar atrás los años de impunidad. La igualdad, tal como nos dijo la Presidenta en los festejos del Bicentenario, es nuestra tarea para los tiempos que comenzamos a transitar. Con la misma lucha y con la oportunidad histórica que tenemos hoy.
