Esto yo vi, esto yo sentí… —Susan Najarro Rojas—
L
unes movido. Militares en algunas calles, policías cerrando lugares públicos, mercados populosos —más de lo normal—, mascarillas por algunos lados, silencios incómodos en los microbuses después de un mensaje a la nación un domingo por la noche. Así empieza la semana. —¡Sí! Así empieza la primera semana de cuarentena, con dudas, miedos e incertidumbres por doquier y algunas sorpresas por llegar en los próximos meses. «Respetemos los espacios públicos, mantengamos la calma, evitemos las aglomeraciones públicas, evitemos salir con niños a las calles, no nos expongamos, un saludo de codo no está demás en estos días, el lavado de manos continuos ayuda bastante, al toser y estornudar cúbrete con el antebrazo, empatía para con los demás, no seamos acaparadores con los alimentos, unos días comiendo un poquito menos no nos hará daño» (normas básicas de convivencia y respeto mutuo entre conciudadanos). Estas eran algunas frases que daban inicio a la cuarentena; y aunque muchos nos decíamos ingenuamente: «esto no llegará a Huamanga —¡por favor! —, estamos tan lejos; es China el lugar del brote inicial —¡por Dios! —, a miles de kilómetros de distancia, casi medio planeta tierra de diferencia, con el mar atravesado», semanas después, aquí estábamos, dando inicio a la cuarentena. Recuerdo claramente aquel lunes. Como todos los días me dirigía, en el microbús, a mi centro de labores, con más dudas que miedos, y aunque esto ya se oía de días antes (desde los familiares de Lima que 171