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Añorando los tiempos de guerra

Max Rony Jorge Curi1

Majomaxrony@gmail.com

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Qué difícil puede llegar a ser, el comprender la realidad, y justamente es por ello que esbozo mis puntos de vista a través de este ensayo, que bien podría servir para ayudar al lector a reflexionar sobre los acontecimientos recientes o para establecer una leve comparación entre los tiempos del pasado y los que vivimos actualmente, de esta manera tendremos una perspectiva más amplia de los hechos.

Debo aclarar que el propósito en sí, es desarrollar una mirada retrospectiva hacia los tiempos del pasado, específicamente, los años ochenta, y realizar una comparación con los tiempos de hoy; así mismo, describir cómo las acciones humanas van cambiando en relación a los fenómenos sociales que se dan en un cierto periodo de la historia, y cómo a partir de ello los sujetos sociales se adaptan a nuevos estilos de vida. Y para ello he recurrido a múltiples instrumentos conceptuales, que

1 Estudiante del IIIciclo de la Facultad deDerecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. Integrante del Círculo de Estudios José María Arguedas.

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ayudarán a pensar la problemática en común, reflexionando a partir de dos eventos claves en nuestra historia reciente.

Siendo un asunto sumamente importante, el cómo las personas son capaces de asociar e identificar circunstancias que marcaron gran parte de su vida, haciendo que añoren los tiempos de paz, y recuerden con mucha nostalgia los tiempos de guerra. Son cambios que se dieron de manera abrupta y que fulminaron los deseos y proyectos de toda una generación. Todo ello prueba, que de un momento a otro las cosas pueden cambiar, es algo muy repentino, que nos explica que todo puede ser relativo,si se trata de la sociedad y del hombre.

Siendo así, no podría ser indiferente a los problemas sociales que a más de uno nos motiva a investigar para descubrir la verdad de los hechos, ya que gran parte de esta preocupación yace en la mente de muchos intelectuales que dedican su vida a la investigación, articulando el discurso y la acción, pues de no ser así, no podríamos hablar de un desarrollo social, no sin antes empezar por la consciencia humana.

A veces la historia da un giro inesperado, es como si tratara de advertirnos algo y nos quisiera mostrar las consecuencias de todo acto, y sabemos que eso es cierto. La vida en estos tiempos responde a un tipo especial de transitoriedad, la llamada vida liquida, 2 de la que Bauman3 nos advirtió. Los cambios resultan ser fugaces, absolutamente súbitos y más aún en una sociedad como la nuestra, en la que prevalece la discontinuidad y la fluidez con que sucede todo, la misma naturaleza del hombre como ser social que se adapta al cambio lo hace volátil, susceptible a perder la secuencialidad.

2 Bauman, Z. (2006). Vida Líquida. Barcelona: Editorial Paidós. 3 La vida líquida se caracteriza, según Bauman, por ser una “cultura del desenganche, de la discontinuidad, del olvido”; una cultura que no educa en la reflexión en profundidad, ni en la actitud de búsqueda, sino en la ojeada fugaz, en dejávu (Bauman, 2006, pág. 57).

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Vivimos una situación muy peculiar, de hecho, estamos a puertas de presenciar una crisis económica de grandes dimensiones, sin mencionar que ya enfrentamos la terrible pandemia, la alerta al país, los tiempos de cuarentena, el toque de queda; y más aún, el hecho de no tener claro que será del futuro. Por si fuera poco, los especialistas afirman que continuaremos siendo atacados por el virus, una enfermedad que, es muy probable, nosotros mismos causamos.

Ahora bien, la orden está dada, el presidente Martin Vizcarra ha tomado las medidas pertinentes y necesarias para contener el contagio; no obstante, muchos ciudadanos reacios y carentes de sentido común salen a las calles arriesgando su salud y el bienestar de su familia. Pero, ¿quién soy yo para juzgarlos? Muchos de ellos viven tan solo de su labor cotidiana, trabajan para sobrevivir, y al verse obligados a quedarse en casa, sus necesidades solo se incrementaron, ¿o es que acaso se podría vivir de esperanzas?

Siendo este un problema muy común en el Perú, en el cual los niveles de pobreza son muy altos, el gobierno destina bonos para los más necesitados, otorgándoles así una pequeña muestra de generosidad, esperando que quizá con eso sea suficiente, al menos en lo que dure la pandemia. Nada más alejado de la realidad. La pobreza aumenta y cada día hay más personas infectadas por el virus, así como el número de personas que mueren a causa del mismo; tal parece que todo se estuviera saliendo de nuestras manos, este acontecimiento está poniendo a prueba nuestro sistema de salud. Quizá aún no sabemos lo que podría pasar más adelante, pero lo podemos predecir con cierta exactitud, asociándolo con otros momentos de la historia, en el cual hechos similares ocurrieron, ya sea a causa de enfermedades virales u otros motivos, como, el atentado contra la humanidad durante el conflicto armado interno.

No lo vamos a negar, en ambos casos las muertes se dieron y se dan de diferentes maneras, algunas mucho más atroces que otras. Es difícil mantenerse de pie teniendo a un familiar luchando por sobrevivir a una

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enfermedad que se ensañó en quitarle la vida; así como vivir momentos de incertidumbre donde un familiar es desaparecido o asesinado por alguien más a causa de motivos impropios, y su paradero aún es desconocido. En ambos casos se torna violento.

Esto me remonta a los años 80s, cuando nuestros padres y abuelos, padecieron los infortunios de una época en la que el hombre sepultaba el destino de otros con sus propias manos, muchos inocentes pagaron el precio de la ingenuidad de un puñado de hombres, pero hoy sabemos que no ha sido del todo un fracaso, la sangre impregnada en la memoria de todos aquellos que sobrevivieron a la terrible masacre, son en el presente, la prueba fiel de la crueldad e injusticia de la llamada guerra popular y de un sistema opresor. La única manera de cambiar y reescribir nuestra historia es dejando de repetir las malas prácticas del pasado.

De ser así, la consigna del hombre moderno sería evitar a toda costa,que su porvenir se vea afectado por los errores cometidos a través del tiempo, lo cual resultaría un total progreso para la sociedad. Esto me recuerda los logros en el desarrollo del estudio sobre la fenomenología de la acción humana en: El pensamiento de los tiempos oscuros, así como la vigencia de este en la memoria del hombre. Pensar frente a la atrocidad del exterminio en los campos de concentración, y reflexionar en actos para que esta barbarie no se repita4 .

Una masacre como esa no puede ser olvidada, así como la que sucedió en el Perú durante la década de los 80s; los atentados de la lucha armada cobraron miles de vidas inocentes a su paso, los ataques de Sendero Luminoso fueron motivo de alerta en todo el país; así como el accionar por parte de las fuerzas armadas, quienes también asesinarona

4 Arendt, H. (1973). Pensar en tiempos sombríos. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

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mucha gente de manera indiscriminada. En el caso de Sendero Luminoso, quienes buscaban difundir las ideas de comunismo como sistema de gobierno (logrando así la configuración del pensamiento que originó su insurgencia), viendo que sus planes no resultaron, alertaron al país con los atentados que cometieron en su intento de imposición de poder, causando miles de pérdidas humanas. Asimismo, las fuerzas militares llamadas a mantener el orden, extendieron la violencia, siendo responsables de múltiples violaciones a los Derechos Humanos. En retrospectiva, el 12 de octubre de 1981, el gobierno decretó en estado de emergencia a cinco de las siete provincias de Ayacucho (Huamanga, Huanta, Cangallo, La Mar y Victor Fajardo), y en agosto de 1982 se declara estado de emergencia en todo el país.

Las personas no podían caminar con libertad, quedaron prisioneros en sus viviendas, muchos huyeron a zonas muy alejadas e inhóspitas, y otros miles partieron a la costa, pues se decía que ahí era menor el impacto de la violencia. Cualquiera en alguna comunidad sentía que estaba en medio del fuego cruzado, por un lado, si alguno no apoyaba a las fuerzas armadas era considerado traidor o que ocultaba alguna información,y por esa razón era asesinado, y por el otro, si se sospechaba que los comuneros brindaban información a los militares, los de Sendero tendrían que matarlos,porque se creía que eran “soplones”. En1990,“el paquetazo”, todavía con el rezago de la hiperinflación que el gobierno de Alan García nos dejó, intentaba restaurar la estabilidad económica de un país evidentemente en crisis, y una de las medidas dictadas por el entonces presidente Alberto Fujimori, fue el fujishock, una estrategia para solucionar el problema de la economía deficitaria del Perú. De un momento a otro, los lugares de abastecimiento se cerraron, al ver que el precio de sus productos no tendría el mismo valor y no sabían qué precio debía cobrarse.

Entonces ¿En qué se asemeja ese contexto, a la situación que vivimos actualmente?

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Tal vez, no hace mucho, nosotros nunca hayamos sentido el deseo agobiante de estar al pendiente de nuestras vidas, y aunque no lo crean, es así como estamos ahora, sometidos por el desorden que nosotros mismos hemos causado. Muchos, posiblemente, crean que unos cuantos días son nada comparado con el precio de arriesgar la vida, pero lo peor llegará quizá más adelante, cuando al fin creamos que se haya restaurado el orden y volvamos a transitar libremente por las calles.

La historia nos ha demostrado lo frustrante que puede ser sentir que no somos dueños de nuestra existencia, y quedar refugiados, encerrados, aguardando con cierto temor que el mal que está allá afuera acabe pronto, pero tratándose de las circunstancias actuales podemos tal vez evitarlo, podemos cambiar la historia, sé que quizá suene despótico y desconsiderado el quedarnos en casa, pero es lo único que por ahora podría mantenernos a salvo.

La vida de muchos peruanos no será la misma, cada gran acontecimiento deja lecciones y secuelas, y si nada de lo que está ocurriendo nos ayuda a pensar en el daño que estamos causando al mundo, tengamos la certeza de que el virus somos nosotros.

Los tiempos son otros, pero incluso en estos, el hombre continúa desafiando a la naturaleza, es muy cierto que los mayores males de la historia fueron a causa del mismo hombre, incluso me atrevo a afirmar, sin temor a equivocarme, que los millones de muertes por esta pandemia, solo pueden ser obra de la necedad humana, no digo que la enfermedad no tenga nada que ver, pero de no serasí, no se estarían cobrando vidas. La ambición y la desidia están condenando a la humanidad, y muy pronto, ningún esfuerzo para evitarlo será suficiente.

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