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La cuarentena en Ayacucho por una estudiante de antropología

Lorena Roca Navarro1

“La cuarentena se vuelve más llevadera, a pesar de todo, si empiezas por tener claro que hay personas que no se pueden quedar en casa porque no tienen casa. Que hay muchas más que no pueden trabajar en casa porque su trabajo es forzosamente presencial y, además, si no trabajan hoy, no comen mañana. La pandemia deja al desnudo nuestra realidad. La cuarentena en este contexto es más un privilegio que una imposición”. Edgar Morín

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El día 15 de marzo del 2020 nos tomó por sorpresa, al decretarse el Perú en estado de emergencia, dictaminada por el ejecutivo. A consecuencia de un suceso que ha de marcar hitos en la historia. Siendo para nuestro país la secuencia del célebre cierre del congreso, que generó tensiones en los poderes del Estado.

Meses después se venía expandiendo un problema silencioso dejando estragos perjudiciales incluso en las economías de países

1Estudiante de antropología social, cursa la serie 400 en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, sus áreas de interés de investigación es lo económico y político.

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considerados potencia mundial, y llegaría al Perú arrasando las pequeñas esperanzas del “progreso económico” que se concentra, en un mayor porcentaje, en la informalidad, llegando a cubrir todos los rincones del país, entre ellos, la región de Ayacucho. Al confirmarse el primer caso escarapeló a toda la población e hizo que el miedo se apodere de cada uno de nosotros, entonces algunos se han aprovechado de eso. Se dieron el alza de precios en productos de primera necesidad. Además de primar las pérdidas laborales de los sectores más bajos e informales.

“Una revelación constantede recaídas en nuestro país es lo que nos amordaza a un pesar y lamento nacional” (Quiroz, 2013). Nuestro país ha pasado por alto muchos de los programas de contingencia que deberíamos tener y la necesidad de inversión sostenible. A pesar de tener antecedentes en el Gobierno de Alberto Fujimori durante la enfermedad que aquejó a todo el mundo2, el gobierno actual no supo que hacer. Los casos de corrupción en cuanto al requerimiento de medicamentos dieron la noticia. “La desenfrenada sed lucrativa, es responsable de muchos de los desastres humanos” (Morin, 2020).

Lo acontecido es el reflejo perfecto de todo un proceso histórico que contiene un pasado rapiño que, estructuralmente, ha beneficiado a pocos a expensas del sufrimiento de cientos de miles de peruanos, que hoy visibilizamos bajoel brote de la pandemia. “La catástrofe sanitaria desencadena-da en todo ámbito humano” (Morin, 2020).

Esto golpea a las familias desempleadas, pobres y de extrema pobreza, que ven como necesidad vital salir a las calles a trabajar, ya que el Estado no garantiza su seguridad ni la de su familia. Sobreviven sin subvenciones ni mejoras salariales o algún otro tipo de solvencia económica, ya que, las que promueve el gobierno no llegan a su destino.

2 El Cólera se llevó la vida de un aproximado de 5 mil peruanos, y más de 300 mil fueron afectados, en su gran mayoría pobres o de extrema pobreza, enriqueciendo sin embargo a empresas farmacéuticas chinas y otros.

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En muchos casos ni siquiera pudieron pagar las rentas mensuales, teniendo en cuenta que muchos viven en casas alquiladas, y durante esta emergencia destinaron su dinero para los —ahora con precios exorbitantes—elementos de primera necesidad, ya que muchos trabajan de manera informal y dependen del día a día.

Ayacucho no escapa de esta realidad. El primer caso de COVID-19 se confirmó el 29 de marzo, luego de haber pasado unos tranquilos carnavales. Llegada la noticia del contagio la paranoia se apoderó de la población. La semana Santa ya no correría la misma suerte, ya no se estimarían siquiera ingresos, ya que se postergaría la festividad y otras actividades hasta nuevo aviso, manteniendo a la deriva a varias familias que dependen del turismo y otros similares tales como: artesanía, gastronomía, hotelería, transporte, etc. Cuyas actividades sostienen a gruesa parte de la población. Este suceso trajo y traerá abajo las muchas inversiones que anualmente suelen hacer los comerciantes tras la espera de estas fiestas, eventualmente a expensas de préstamos bancarios u otros medios. En consecuencia, se generaron pérdidas económicas y laborales de manera brusca por el miedo y zozobra. Muchos se preguntaban ¿cómo se solventarían durante este tiempo? ¿qué comerían ellos y su familia, ya que todo cerraría, incluso sus trabajos?Muchas de las familias laboran en la ciudad en pequeños restaurantes, bares, mercados, instituciones educativas, entre otros, cuyos ingresos económicos no fueron lo suficiente para enfrentar la cuarentena sin complicaciones. Además del miedo psicosocial que entraba a tallar.

En llamadas que realicé a madres de familia, para la ONG World Visión, me manifestaron que sus trabajos habían cerrado, por ende, debían volver a sus zonas de origen, dónde realizaron ollas comunes a fin de contrarrestar los problemas que consigo trajo el Estado de Emergencia.

Por otro lado, la especulación con respecto al alza de los productos de primera necesidad hizo que los mercados se aglutinaran por personas

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desesperadas, contrariamente a lo sugerido por el ejecutivo: “Que debíamos evitar ese tipo de aglomeraciones y que no abarquemos los productos”. El actuar de muchas personas denotó una falta de empatía, al mismo tiempo que el miedo fue el factor clave bajo el cual muchos se aprovecharon incrementando el precio, sobre todo, de productos farmacéuticos, como: las mascarillas, el alcohol en gel, el alcohol, pastillas, guantes quirúrgicos, jabón líquido, etc. Cuyos productos no tardaron en agotarse. Posteriormente se venderían con receta médica a fin de llegar a más personas.

Perútiene el problema de ser un país centralista, ya que todos los acuerdos son decididos desde la capital. Esto genera no solo deficiencias en el funcionamiento gubernamental de las regiones, sino que limitan acciones decisivas que, en este caso, pudieron atenuar el impacto del virus.

Las últimas décadas del siglo pasado aceleraron la urbanización de la región, convirtiéndola en una ciudad más compleja y con evidentes fracturas (calles estrechas, mercados insalubres, proliferación del comercio ambulatorio, centros médicos sin tecnología especializada, infraestructura precaria, congestión vehicular, etc.), las cuales se evidenciaron con la crisis sanitaria.

La desinformación, por su parte, ha generado pánico; así mismo, el mal uso de las nuevas leyes, el mal uso de las mascarillas, el mal uso o nulo de la tecnología, la desinformación, ente otras, contribuyeron al colapso; convirtiéndonos al día de hoy en uno de los países con altas tasas de contagiados y fallecidos a causa del virus. A la par de las medidas de confinamiento se diseñaron subsidios para las poblaciones en extrema necesidad, a fin de aplacar en cierta medida las necesidades que conlleva el estado de emergencia. Si bien la decisión estuvo buena, pero los pocos estudios estadísticos y desactualizados no permitieron su adecuada

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ejecución, dejando a la intemperie a familias que verdaderamente necesitaban de tal subsidio, entre ellas poblaciones de la periferia, adultos mayores indocumentados y analfabetos, personas con discapacidad, etc. todos con escasos accesos a la tecnología. Por otra parte, el gobierno transfirió presupuesto a los gobiernos locales, quienes se encargarían de repartir canastas con productos de primera necesidad a familias previamente focalizadas; no obstante, en muchos casos no hubo transparencia, al punto de desbordarse en denuncias de corrupción.

El desconocimiento de esta enfermedad hizo que muchas familias ayacuchanas recurran a los saberes ancestrales de la medicina tradicional, que en el transcurso de la historia ha ido aplacando muchas enfermedades. Los usos de las infusiones de hojas de eucalipto, tomillo, matico, ajo, entre otros, han servido por generaciones en el tratamiento de males de este tipo. Por otro lado, las decisiones que se tomaron en el sector educativo generaron descontento en la población, ya que no se consideraron las herramientas necesarias para llegar a todos los estudiantes de las diferentes regiones del país, cuyas tecnologías son aun precarias y/o ausentes.

Esta problemática lleva a las Ciencias Socialesa buscar estrategias que no solo visibilicen si no colaboren en minimizar los daños que consigo lleva esta pandemia. Y como antropólogos debemos inmiscuirnos en el problema para entenderlo desde adentro, desde la cultura misma, desde el contexto de la modernidad, dónde la globalización creó una abrumadora interdependencia. Sin embargo, ella no es significado de solidaridad. Por ello es necesario entender la realidad nacional, la cultura ‘’combi’’, y al cada vez nuevo ritmo de una desenfrenada vida de trabajo. Esta pandemia que nos pone de rodillas nos hace re-pensar la vida, parar por un momento y ver nuestras carencias, pone a prueba nuestros valores,nuestros conocimientos.

Bibliografía

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Cardenas, M. T. ( 2017). Ayacucho y su Riqueza Cultural. Ayacucho -Perú: DSG Vargas SRL.

Galvéz, N. M. (s.f.). Identidad Peruana y Peruanidad. EL COMERCIO, 18.

Lomnitz, L. (2011). J. Migración y vida urbana : Cómo sobreviven los marginados. México.

Morin, E. (02 de Mayo de 2020). “Vivimos en un mundo incierto y trágico”. (L. Monde, Entrevistador) Portocarrero, F. (2000). Políticas Sociales en el Perú: Nuevos Aportes. San Miguel - Lima, Perú: Universidad del Pacifico - Centro de investigación.

Quiroz, A. W. (2013). Historia de la corrupción en el Perú. Lima -Perú: IPE -Instituto de Defensa Legal.

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