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Crónica de una madre adolescente sobreviviendo la pandemia
Rocío Rosbely Sánchez Perales5
rociorosbelysanchezperales@gmail.com
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La problemática de las madres adolescentes es, probablemente, uno de los temas poco discutidos en este contexto, en la cual, los problemas sociales del Perú afloraron con el arribo del virus. El debate, la crítica y la reflexión se centraron en torno a la salubridad, la educación virtual, el colapso económico y su respectiva reactivación.
No obstante, en el Perú y el mundo, la maternidad en adolecentes es un problema social alarmante; por tal motivo no es sorpresa que, América Latina y el Caribe tengan la segunda tasa más alta de embarazo adolescente en el mundo, y el 15% de todos los embarazos registrados se producen en menores de 19 años. A nivel mundial se estimula que 16 millones de niñas de entre 15 y 19años,dan a luz cada año (UNFPA)6. En el Perú, según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar - ENDES 2017, el 13% de madres tienen edades que fluctúan entre 15 a 19 años, es decir, 13 de cada 100 adolescentes son madres, esta realidad es de por sí preocupante; del mismo modo, si nos enfocamos en nuestra región de
5 Activista política, miembro del Movimiento Político Kuskanchik Atisun y presidenta de la Organización Juvenil Regional RETAMAS 6 Para mayor referencia véase https://lac.unfpa.org/es/rese%C3%B1-general
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Ayacucho, el porcentaje es de 16.8%, esto quiere decir que 17 de cada 100 adolescentes ayacuchanas son madres o gestantes7. A pesar de los esfuerzos de los gobiernos locales esta problemática no ha encontrado asistencia técnica, ni capacitaciones, tampoco apoyo, los pocos intentos se quedaron a mitad del camino. Esta es una realidad que muchas sufrimos; por tal motivo, en estas líneas, me permito dar a conocer nuestra lucha constante por sobrevivir, no solo a un Estado que nos oprime, sino también, a la probabilidad de ser una estadística más de los casos positivos y muertes por la pandemia del Covid-19.
Nuestro día a día no es nada fácil, por nuestra condición de tener un niño en brazos —a nuestra corta edad—somos objeto constante de discriminación, burlas y críticas8. Somos juzgadas a los ojos de la sociedad. La mayoría de aquellas personas no ven lo que hay detrás de cada madre adolescente y el peso que lleva consigo. Se sabe que muchas fueron víctimas de abusos sexuales, ¿será justo juzgarlas sin saber la realidad detrás de sus vidas?
Cuando escuché decir que el Estado repartiría bonos a, ‘’supuestamente’’, todas las familias pobres del Perú, me pareció excelente. Pero llegada la situación todo parecía un juego, los bonos se destinaron a quién sabe quién. Entonces me hago la pregunta: ¿las madres adolescentes, qué tipo de familia somos para el Estado?,¿acaso somos familias que no necesitan comer, vestirse y trabajar? Todas las familias de madres adolescentes que hasta hoy no recibimos ese apoyo, nos sentimos burladas, abandonadas y discriminadas por el gobierno.
Decretado el estado de emergencia se paralizó el trabajo ambulatorio, una actividad que sostiene a una gruesa parte de la población peruana. En nuestra situación; en lacual para alimentarnos y vestirnos dependíamos de la venta de gelatinas, canchitas, chicha, entre
7 Para mayor referencia véase https://observatorioviolencia.pe/datos-inei-2017-2/ 8Sabemos que la discriminación es el trato diferente a una persona, grupo o comunidad por motivos de raza, sexo, condición, religión, etc.
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otros, el golpe fue letal. Muchas no contamos con el apoyo de nuestras familias, el único sustento para mantenernos y mantener a nuestros hijos, es salir a las calles. Esta pandemia sin duda ha sido muy difícil.
En el transcursodel estado de emergencia se dioinicio a la llamada «reactivación económica». Se hablaba de bonos para pequeños empresarios y otros. Por los medios de comunicación veíamos a los comerciantes ambulatorios volver a los puntos de venta y nos unimos a ellos. Ahora nuestra preocupación ya no es solo si logramos terminar de vender nuestros productos, si no, el temor al contagio. Ante esta situación, hubo instituciones que, de manera voluntaria ycomprometida con poblaciones vulnerables, apoyaron a muchas madres adolescentes en situaciónde riesgo. Yo soy una de ellas.
El Proyecto DIA (Desarrollo Integral del Adolescente) es una institución que merece más de mil aplausos por la gran labor que realiza, y por el protagonismo que tuvo en nuestras vidas; nos brindaron un apoyo emocional y sustento alimenticio. Las personas, que las conforman, apoyan a las madres adolescentes más vulnerables, algo que el Estado debería hacer. Sin embargo, a pesar de los grandes esfuerzos que realizan, este apoyo no logra llegar a todas las madres adolescentes por falta de recursos.
Nosotros, los jóvenes, entre otros, somos uno de los sectores menos atendidos por el gobierno, abandonados a nuestra suerte, y explotados en los trabajos. La condición se agrava todavía más para quienes son padres de familia, ni que decir si le sumamos la pandemia.
A continuación, me permito compartirles el testimonio de una adolescente a quien conocí, y quise compartir su historia, la llamaremos Sarita:
“Hola mi nombre es Sarita tengo 16 años y soy de Ayacucho. Tuve a mi bebé a los 15 años, mi hijo es mi motor, mi motivo para seguir luchando;
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pero hay momentos en que digo: ¡Ya no puedo más, esta carga es mucho!, y solo basta un abrazo de mi hijo para decir: ¡Lo haré!
Lamentablemente no conozco el amor de mi madre, y de mi padre solo conocí maltratos físicos y psicológicos. Uno de los momentos más difíciles que pasé fue en la cuarentena, semanas después, la escasez de alimentos y el poco dinero que había ganado vendiendo mi gelatina, se me agotó, fue un momento de desesperación. Mas luego, el presidente anunció el bono de los 380 soles, tuve la esperanza de ser beneficiaria, y no fue así. Ese bono benefició a mi mamá que me había abandonado.
Entré en más desesperación y me estresé con tanto pensar, no lograba dormir por las noches, y solo atinaba a llorar.
Al pasar los días comencé a prestarme víveres, fabricar pañales de mi hijo con mi propia ropa; hoy en día me siento decepcionada de los gobernantes que tanto decían: “En los jóvenes está la fuerza, apoyemos”. Todo era mentira. Tuve esperanzas de recibir uno de los bonos o la canasta familiar, no me dieron por ser menor de edad. Pero gracias al Proyecto DIA tuve apoyo, y por un tiempo, algo que comer. Ahora al culminar la cuarentena terminé adeudada. Vivo con el miedo a contagiarme, pero necesito salir a vender mi gelatina, si no lo hago moriré de hambre, y mi hijo también.”
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