A
Que Dios quiera
ún no las tengo todas conmigo porque escribo esto a finales de febrero y de aquí al 11 de mayo pueden pasar muchas cosas. Ha sido una de las consecuencias de la pandemia: el futuro ha aprendido a sacudirse nuestras previsiones y cuando ahora decimos “si Dios quiere”, no tenemos muy claro si Dios querrá. En cualquier caso, sea por-
que a la variante ómicron le pueden las ansias, sea porque nos han banderilleado hasta el ensañamiento, parece que este año habrá Feria. Insisto: parece. Dos años llevamos sin ella, al menos sin la oficial. Clandestina siempre la hubo porque, como escribió Martínez Mesanza, hay “jinetes de luz en la hora
Feria de Osuna | del 12 al 15 de mayo de 2022
oscura”. Benditos sean. Me consta que, en el primer año, cuando la gente hasta se duchaba con la mascarilla, hubo feriantes empecinados, irreductibles, que improvisaron una caseta en un campo de quién sabe dónde. La llamaron “Los pandemiosos”, burlaron a las autoridades y bebieron rebujito mientras el mundo zozobraba.
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