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Papá, quiero ser Artista, de Javier Cuevas

Papá, quiero ser Artista

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Corría el año 1986 cuando un grupo de amigos, geranio a la oreja y como si de Scarlett O’Hara se tratara, se prometieron que “jamás volverían a echarlos de una caseta.” Y no es que fuesen unos cafres, no. Se daba el caso de que las casetas de entonces, la mayoría de peñas y hermandades, restringían su uso a socios. Fue, sin quererlo, una socia de la Veracruz que quiso disfrutar de la terraza con su marido la que prendió la chispa obligando al guarda a echarlos. Así, casi sin quererlo, nació la que hoy por hoy sigue siendo una de las casetas de referencia del Real de la Feria de Osuna: la Caseta de Los Artistas.

Pues con algunos de estos socios, de los que formaron parte de esa primera directiva y de los que les han seguido me he citado en El Arco. Bajo la atenta mirada de El Gran Poder, Camarón de la Isla y Jack Sparrow, hemos pedido unas cervezas para comenzar con un ejercicio de memoria que nos llevará a deducir si en 2022 la caseta cumple 35 años o no. Jose Antonio Pulido ha aparecido con una vieja carpeta de cartón azul en la que se puede leer “FERIA 8788-89-90-91... CASETA”. Me relamo al verla pensando en que por primera vez en esta revista de feria voy a poder contar con una enorme selección de fotografías con la que ilustrar mi artículo. Mi gozo en un pozo. Es hombre ordenado el señor Pulido y en sobres marrones, por años, tiene guardado todos los recibos, listados de socios (19 en el primer listado), tarjetas e invitaciones con los precios de cada año, incluso hasta un cartel de la feria taurina de entonces.

Ahí ha comenzado la primera discusión de la tarde. Que si era 1985 cuando se planteó su montaje, que, si se cumplen 33, 35... Afortunadamente la fotografía de ese grupo de amigos tiene escrita en el reverso el año 1986, por lo que podemos asegurar que la caseta de Los Artistas cumple 35 años en la feria de 2022. Aunque como bien me dejaron claro “los artistas cumplen los años que quieran y cuando quieran”. Y yo lo afirmo, que pa’eso son artistas.

Y lo cierto es que durante estas más de tres décadas y gracias a una idiosincrasia muy particular, Los Artistas han conseguido hacer de su caseta, de su casa en la feria, un referente. Mientras que Pulido sigue con sus papeles, Marco Maldonado, Sepu, Arcadio Pérez, Eduardo Ferrón y yo seguimos hablando de los detalles que les han hecho especiales.

“La fiesta ya comenzaba con el montaje de la caseta, en los módulos de la explanada del antiguo cuartel de

Reunión de amigos en la puerta de la caseta “Los Artistas”, en la feria de 1987.

la Guardia Civil. Allí nos reuníamos, comprábamos pollos asados y cerveza y comenzábamos a montar la caseta. Siempre, incluso cuando ya no se ponían, utilizábamos las flores de papel que elaboraban los usuarios de Nuevo Reto. La caseta siempre ha tenido la cocina a la vista y una particularidad que no todos los abastecedores veían con buenos ojos: de miércoles a domingo la caseta no cerraba nunca.” Durante estos 35 años han abastecido la caseta Quico (Francisco Delgado), Raspao, Waito, Juan de Puerta Palos, Postigo, los Hermanos Cachola, Jesús y Pepe de Casariche y los últimos años El Piña de la Puebla de Cazalla.

Con respecto al nombre fue casi por aclamación popular de todo el pueblo. “Al principio no hacía falta ni música ni nada, no había grupos. La gente venía, se ponía a cantar, a tocar y a bailar y nunca faltaba algún artista que ambientara la caseta. Así, de manera casi involuntaria, la gente fue conociéndonos como la caseta de los artistas” cuenta Eduardo. Incluso hoy, 35 años después de aquello, la caseta sigue manteniendo tradiciones tan bonitas como el baile por sevillanas con castañuelas, quizás de las pocas donde todavía se pueden escuchar. Es habitual desde hace más de una década ver, los domingos por la tarde, a un grupo numeroso de socios bailando en corro y tocándolas para deleite de todos.

La caseta de Los Artistas fue incorporando, casi involuntariamente y surgidas de la creatividad de sus propios socios, costumbres y actos que fueron convirtiéndose en tradiciones: que-

mar las flores el domingo de feria, la regá, el baño en la fuente del parque el domingo por la noche, los desayunos con churros en el Ojeda después del baño... Durante un tiempo, me cuenta Marco, “la caseta contaba con una regadera que tenía como uso principal aplacar el polvo del, por aquel entonces, suelo de albero, pero que al final se convirtió en un objeto casi de culto. Lo mismo regaba el albero, que se llenaba de vino o se paseaba durante la feria por diferentes casetas para aparecer de nuevo, siempre y milagrosamente, el domingo por la noche para la regá (esto era, literalmente, acabar todos los allí presentes calados de agua y/o cualquier líquido disponible en ese momento en la caseta). Como en el salto de la reja, no había una hora establecida para que la regá comenzase. Bastaba con que varios socios se miraran e iniciaran esta particular guerra para que toda la caseta acabase calada hasta los huesos. Esto se hizo tan popular, que la gente se congregaba en los módulos en la madrugada del domingo al lunes para no perdérsela, lo que acabó convirtiéndose en un atractivo más de la Feria de Osuna. Me contaba Eduardo que la mejor etapa en todos estos años fue la época de Eduardo Pachón “Waito”. “Se trajo la salsa a la feria. Era una auténtica revolución esa música sugerente que aún no se conocía en nuestra feria. Ese año supuso el auténtico despegue de la caseta, Waito era el dueño de la marcha en la feria, además del dueño de la regadera. De él salieron muchas de las ideas que después se fueron manteniendo”.

La caseta de Los Artistas, en los módulos, estaba justo enfrente de otra caseta mítica por aquellos entonces, “La Receta”, del Hospital. Juntas congregaban a tal número de personal que llegan a tomar la decisión de poner un portero. Corría el año 1989 y la asamblea, porque en esta caseta siempre se ha votado todo de manera democrática y asamblearia, decide por unanimidad poner un portero, fijar una cuota de 12.000 pesetas por socio, 1000 al mes, y limitar el número de socios a 50. Esto del portero duró sólo algunos años. Aun así, cada socio disponía de invitaciones, hasta 5 en algunos casos, para sus compromisos, por lo que lo habitual era ver la caseta llena. Pulido sigue con sus papeles y en medio de la conversación interrumpe para decirle a Marcos y Sepu que “en 1989 ninguno de los dos estaban aún como socios”. De esos papeles fueron apareciendo nombres (que voy a obviar) y anécdotas: desde directores de banco que adoptaron la caseta como su casa casi las 24 horas de esa feria o miembros de la judicatura que “amenazaban” a los que aparecían con cámara de foto, escasos por aquellos entonces.

“La caseta vendía tanto- comenta Marco- que los socios pagábamos 15.000 pesetas y recibíamos 17.000 en tickets”

La tolerancia, el respeto, el concepto de espacio abierto a todos, las sevillanas han forjado la seña de identidad de esta caseta, reflejo sin duda de sus socios que hoy llegan al exótico y erótico número de 69.

Y lo que también han forjado con el tiempo ha sido su otra seña de identidad: el logotipo diseñado por Felipe Carlos Hernández. Representa un catavino que escancia el nombre de Los

Artistas y que fue forjado en hierro por Antonio Calle.

Treinta y cinco años después siguen discutiendo si mejor albero o mejor suelo de madera (de los que fueron también pioneros junto con el hecho de instalar aire acondicionado) A Los Artistas les debemos, por ejemplo, que el pescaíto se celebre el martes. Fueron los primeros en su momento en abrir el miércoles, día de la víspera. “Cuando Los Carrozas pasaron su pescaíto al miércoles, nosotros nos pasamos al martes” aseguran.

Que Los Artistas son una gran familia no hace falta decirlo. Era habitual ver a Ana Mª Cano con una “patulea” de niños, los suyos y los de otros artistas, en los cacharritos. Las mujeres también han tenido un papel principal en todos estos años, mención especial a Rosario Moreno, quizás la primera socia Artista. También decidieron hace algún tiempo nombrar a dos artistas honoríficos por su contribución al buen desarrollo y funcionamiento de la caseta y de la organización: Francisco Jaldón Fernández y Rafael Antonio Pérez Alcázar-Caballero.

Estos dos años han sido muy duros también para la familia de Los Artistas. Esta feria echaremos de menos a José Manuel Ruda, nuestro “Jose de la Parra”, un gran anfitrión que te recibía con los brazos abiertos (igual que bailaba) y con una copa de rebujito en su caseta, y también a su hijo. Tampoco estará mi amigo Francisco Verdugo (“que un amigo es un amigo y no una cabra”) al que el destino le tenía preparado un plan distinto. Prometo brindar en tu caseta por tu futuro nieto, seguro un digno heredero de tu amor por la feria y por la vida.

Los Artistas son el fiel reflejo de lo que es la Feria de Osuna: alegría, hospitalidad, ganas de diversión… Ellos son el reflejo de nuestra sociedad, la que hace de nuestra feria la mejor del mundo y de la que tenemos que sentirnos realmente orgullosos. Gracias, Artistas, por seguir manteniendo viva esa llama feriante. Por inculcar a vuestros hijos que nuestra feria es pa’vivirla, pa’disfrutarla y pa’compartirla. Brindo con vosotros por otros 35 (o 50 más) al son de vuestras castañuelas.

Javier Cuevas

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