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Más de 40 años con la blanca y verde, de Marcos Quijada Pérez
from Osuna Feria 2022
by editorialmic
Más de 40 años con la blanca y verde

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El 28F del primer año de pandemia se cumplieron cuarenta años del mayor hito histórico del pueblo andaluz del que hoy nos separa no sólo el tiempo, sino también la concepción de esta tierra, el sentir andaluz dentro del Estado y las ganas de hacer política en nombre de Andalucía. Parece como si el tiempo hubiese ido hundiendo toda aquella explosión de libertad y de ganas de ser, hasta el punto de que gran parte de nuestra sociedad andaluza es hoy una divorciada del momento clave de la historia de Andalucía que supuso el 28F.
Estar saliendo hace cuarenta años de una dictadura golpista que había destrozado a Andalucía en su folclorismo y tópicos, haciendo de su gente la reserva de mano de obra barata y emigrante del país, convirtiendo esta tierra en el mayor espacio subdesarrollado y sin perspectivas de una España que había potenciado los grandes centros industriales en Cataluña, País Vasco y Madrid, era la espuela que agitaba a este pueblo a pedir justicia, tierra, libertad y, sobre todo, igualdad. Las estructuras franquistas habían generado una sociedad fracturada en torno a la tierra, una tierra desigual de señores que exteriorizan su enorme poder a caballo y una gran masa de jornaleros que llevan en su cara el ADN de la clase a la que pertenecían y las horas de trabajo de sol a sol, sin derechos frente al poder de los dueños de la tierra y los cortijos. Demasiados años fermentando la injusticia y la desigualdad.

Y es que el 28F tiene mucho de rebeldía frente al poder de allí y de los de aquí. No es casualidad que las calles un 4D, día del asesinato del joven García Caparrós y explosión del pueblo andaluz por su autonomía, llenara todas las capitales de provincia de banderas blancas y verdes y ninguna de España; era el símbolo de la realidad de la historia y de lo que representaba cada cual. La bandera andaluza se convertía en el símbolo de reivindicación de un pueblo que rompía “las cadenas”, que quería dejar atrás el hambre y que exigía jugar un papel diferente en la nueva España autonómica que por aquellos años se construía. Nuestra bandera era la apuesta firme de una potente Andalucía en la España democrática; la bandera de España aquellos años era utilizada, a veces con violencia, solo por aquellos que seguían defendiendo la continuidad del modelo de la “una, grande y libre” que había supuesto la España asimétrica y había dejado a Andalucía en el furgón de cola y en un subdesarrollo profundo, aquellos a los que la autonomía les sabía a rayos encendidos.
Por aquel entonces la Constitución española ya ha determinado que en España existen “regiones y nacionalidades”, lo que supone un acceso diferente a la autonomía para los diferentes territorios españoles: lento para las regiones, rápido para las nacionalidades. La Constitución por vía de las disposiciones transitorias, y sin nombrar los territorios, ya establecía que el acceso rápido será para Cataluña, País Vasco y Galicia, excluyendo a Andalucía de la locomotora del proceso. El pueblo andaluz un 4D se echa a la calle para pedir el mismo trato y exigir aquello de “Andalucía como la que más”, a lo que el gobierno de UCD se negó de forma rotunda. Jamás imaginó la UCD que esto último sería su tumba política y sería el principio de su fin como formación política. La carta de la igualdad del pueblo andaluz estaba por jugar.

El complejo proceso que la Constitución establecía para modificar esta decisión se inicia para toda Andalucía en el pleno del ayuntamiento de Los Corrales, al que le siguen las abrumadoras mayorías de ayuntamientos de izquierdas que comienzan a solicitar un referéndum tal y como establecía la Constitución. Las marchas y las huelgas de hambre se conjugan con una, cada vez mayor, conciencia del pueblo andaluz de la necesidad de no perder este tren. El gobierno de la UCD lleva a cabo todas las argucias posibles para frenar lo que ya es inevitable. La conciencia de pueblo, y la consciencia de la importancia del momento, tienen como anécdota significativa a Rafael Escuredo, presidente de la Junta de Andalucía, en el atril del Congreso de los Diputados dando un manotazo y manifestando “si vascos y catalanes tienen esa autonomía, Andalucía la tendrá”.
Y así fue como un movimiento popular de andaluces y andaluzas doblaron el pulso al gobierno y cambiaron el paso



de esta España autonómica, obligando a que ese proceso se llevara a cabo con Andalucía en la locomotora y que el sur del sur tuviera voz y color en blanco y verde, a pesar de las trabas y las trampas que pusieron desde Madrid.
El saldo neto del proceso autonómico en Andalucía, cuarenta años después, considero que es positivo, no sin señalar que como todos los procesos importantes, con luces y sombras. La Andalucía de hace cuarenta años en su comparativa con el resto de España no tiene nada que ver con la Andalucía de hoy; la convergencia de esta tierra ha permitido romper el clasismo y la desigualdad social de la que partíamos y que lastraba cualquier avance social y económico. Las estructuras de poder se pudieron modificar y las infraestructuras de transporte, la calidad de los servicios públicos educativos, sanitarios, deportivos, sociales… deben servir de bandera andaluza frente a aquellos que quieren encontrar el mal de todos los males en la realidad autonómica de España, para aquellos cuya añoranza del pasado más pasado jamás le permitió pensar en blanco y verde.
Ya sé que se han hecho cosas mal y muy mal, pero pocas veces tuvieron como protagonista y en primera línea al propio pueblo y a la gente de a pie que escribió aquella historia, más bien alguien adulteró la realidad en su nombre, no pocas, y de aquellas tormentas, estos barros. Pero para recordar lo que desde esta tierra se hace mal ya tenemos a esa batería de gardingos del poder mediático que aplauden a vascos que dicen que reconquistarán Andalucía montados a caballo.Yo me sigo quedando con el toreo de a pie, ese que en los carteles sale sin el “don” y con los motes, ese que es el pueblo que pintó de blanco y verde una tierra entre el Mediterráneo y el Atlántico hace cuarenta años y al que hoy casi hemos olvidado.
Marcos Quijada Pérez

