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Que Dios quiera, de José María Contreras Espuny
from Osuna Feria 2022
by editorialmic


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Que Dios quiera
Aún no las tengo todas conmigo porque escribo esto a finales de febrero y de aquí al 11 de mayo pueden pasar muchas cosas. Ha sido una de las consecuencias de la pandemia: el futuro ha aprendido a sacudirse nuestras previsiones y cuando ahora decimos “si Dios quiere”, no tenemos muy claro si Dios querrá. En cualquier caso, sea porque a la variante ómicron le pueden las ansias, sea porque nos han banderilleado hasta el ensañamiento, parece que este año habrá Feria. Insisto: parece.
Dos años llevamos sin ella, al menos sin la oficial. Clandestina siempre la hubo porque, como escribió Martínez Mesanza, hay “jinetes de luz en la hora oscura”. Benditos sean. Me consta que, en el primer año, cuando la gente hasta se duchaba con la mascarilla, hubo feriantes empecinados, irreductibles, que improvisaron una caseta en un campo de quién sabe dónde. La llamaron “Los pandemiosos”, burlaron a las autoridades y bebieron rebujito mientras el mundo zozobraba.





Al año siguiente el asunto se relajó y las criptocasetas se multiplicaron. En ellas se podía disfrutar del más embriagador de los cócteles: un cuarto de alcohol, tres de ilegalidad y mucho hielo. También hubo algo oficial: un Piana a lo grande, el Piana al cubo. Estuvo muy bien, muy concurrido. La gente lo dio todo y hasta se produjo no sé qué altercado con una pistola, lo cual habría sonado escandaloso hace unos años, pero a día de hoy el tema de disparos y demás es casi tan de aquí como las aldeanas. Y así llegamos a este 2022 en que, con la venia de lo Alto, habrá Feria con todas las de la ley y con ese plus de jolgorio agónico con que celebran los desesperados. Probablemente la cogeremos con tantas ganas que la Feria nos vencerá. Da igual. Merecida tiene esa victoria.
Lo que sí espero es que sea una Feria sin asteriscos, sin medidas. Porque como haya alguna restricción, no será una Feria como tal, sino un simulacro. Y, después de dos años de sequía, no está el patio como para muchos simulacros.Imaginen tomar la temperatura a la entrada de las casetas. O prohibir la cuarta de las sevillanas porque tiene demasiados cruces. O hacer controles al azar y pedir esa carta de judeidad que es el pasaporte covid. Algunas recomendaciones sí serían convenientes, sobre todo para tener el gusto de saltárselas a la torera.
A la Feria se va a pecho descubierto o no se va. Y este año, si Dios quiere, toca inmolarse.
José María Contreras Espuny Ilustraciones: Chris Pérez

