Libro de Reflexiones de Adviento y Navidad-2022-2023

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Página

Mensaje Presidente de la Junta de Síndicos Sr. José R. Muñoz Ávila 4

Mensaje Presidente Interino Dr. Rafael Ramírez Rivera 5 Mensaje Vicepresidente de Asuntos Religiosos Rvdo. Norberto Domínguez Rodríguez 6 Esperanza: una palabra de bendición Rvdo. Pablo R. Caraballo Rodríguez 7

Ya viene otra vez Rvda. Lucy I. Rosario Medina 10 Abramos el camino Padre Bryan A. Vélez García 12 Prepara tu corazón Dr. Freddie De León Rivera 14 Humildad, esperanza y alegría Prof. Marcos M. Márquez Pagán 17 Entonces, ¿qué haremos? Prof. Amílcar S. Soto Quijano 19

Visitas que cambian la vida Rvda. Ivelisse Valentín Vera 21 Una canción nueva del Señor Rvda. Carmen I. Pérez Torres 24 Renace la esperanza Rvdo. Norberto Domínguez Rodríguez 26 Llevemos las buenas noticias Rvda. Ana Belle Rivera Acevedo 30

El logos de Dios Rvdo. Julio R. Vargas Vidal 33 Bendición de esperanza Dra. Julissa Ossorio Bermúdez 37

La prisa y el susurro Dr. Luis A. Borri Díaz 40

Una luz que resplandece en la oscuridad Rvdo. Arnaldo Cintrón Miranda 41

El Jordán: transición a nuevos retos Rvdo. Ismael Vázquez Sierra 43

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Índice

¡Un Salvador Os Ha Nacido!

¡Que os ha nacido hoy en la Ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor!

Lucas 2:11

Navidad… temporada de alegría, paz y armonía; época en la que siempre recibimos un mensaje de esperanza; tiempo en el que celebramos la misericordia y bondad de Dios para con su pueblo. Por eso nos sentimos regocijados en Él, confiados en Él y amados por Él.

Sí, la Navidad es el momento que nos alumbra la esperanza, que más que una posibilidad, es una realidad: “… os ha nacido hoy … un Salvador”. Es un constante nacimiento de esa fe única y duradera; que sostiene y se encamina desde nuestro interior a través de nuestra relación con Dios y con el prójimo.

La Navidad es, por lo tanto, la anunciación de la Cruz de Cristo; de ese mensaje de esperanza y resurrección; de salvación para su pueblo. Así lo confirma la anunciación del ángel a los pastores: “Os ha nacido un Salvador”. Por lo tanto, es un mensaje de la bondad de la provisión de Dios en esperanza para nosotros, pues no hay salvación sin cruz, ni cruz sin Cristo. Por lo tanto, el anuncio del alumbramiento es fe, salvación y cruz; certeza de un Dios todo amoroso y todopoderoso de redención.

Es precisamente este mensaje el que nos mueve con regocijo a celebrar el nacimiento y la cruz de Cristo; Su sacrificio para que en efecto seamos salvos en Él, por Él y para Él. Entonces, celebremos con alegría y mucho gozo el anuncio de Salvación que el ángel proclamó. Celebremos la paz del Señor, la noticia de conocer plenamente Su bondad para con nosotros, Su amor y misericordia.

Dios les bendiga abundantemente conforme a sus riquezas en Gloria, en Cristo Jesús, ¡Señor Nuestro!

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Nos dice la escritura, en Lucas 2:10 11: “Pero el ángel les dijo: No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor”. El ángel sabe y reconoce que el ser humano desconfía y tiene miedo. Tiene miedo ante lo inesperado. Le teme al futuro porque no lo puede controlar. Tiene miedo porque el temor es una forma de adaptarse y de sobrevivir a la realidad, que muchas veces es muy cruda e injusta. Pero esta vez, el ángel trae las mejores noticias para todos.

La humanidad está descarriada y afligida y Dios también lo sabe. En Isaías 61:1 dice que “El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque me ha ungido el Seño para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros”. Ante el miedo y la aflicción, ante el quebranto y la cautividad, Dios trae la esperanza a través de la llegada al mundo de un salvador, que es Jesús, el Señor. Y el ángel lo anuncia porque su llegada es inminente.

En esta época de Adviento y Navidad, dejemos el miedo, la incertidumbre a un lado y llenémonos del gozo y la alegría, ante la esperada llegada del Mesías prometido. No hay mejor promesa cumplida ni hay mejor regalo que podamos recibir. Nació nuestra esperanza, nació nuestro libertador, nació nuestro Señor y Dios.

La Vicepresidencia de Asuntos Religiosos de la Universidad Interamericana de Puerto Rico como es ya una tradición, ha preparado el libro Reflexiones para Adviento y Navidad 2022 que le presentamos a continuación. En este libro encontrará hermosas reflexiones, escritas e inspiradas por nuestros directores y directoras de oficinas de capellanía, que le permitirá acercarse más al momento histórico y salvífico del nacimiento de Jesús. Le invito a que lo lea, a que reflexione, medite y celebre que, con el nacimiento de Jesús, la esperanza renace con cada nuevo día.

Que tengan una feliz Navidad y bendiciones abundantes en el año nuevo 2023.

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Rvdo. Norberto Domínguez Rodríguez Vicepresidente de Asuntos Religiosos Universidad Interamericana de Puerto Rico

Nos complace presentar nuestra vigésima segunda edición de Reflexiones Bíblicas para la temporada de Adviento y la Navidad bajo el tema: Renace la esperanza. ¡El apóstol Pedro nos sirve de inspiración sobre el tema de este año cuando exhorta a los creyentes a reconocer y exaltar a Dios quien en gran misericordia nos ha amado. “Alabemos a Dios, ¡Padre de nuestro Señor Jesucristo!, porque su misericordia es grande y nos ha hecho nacer de nuevo por medio de la resurrección de Jesucristo. Esto fue así para que tengamos una esperanza viva”. (1 Pedro 1:3) NBV.

Renace la esperanza es una invitación a reflexionar, vivir y recordar la historia del Nacimiento de Jesús. Un tiempo especial para pensar cómo podemos renovar fe en nuestra vida personal, familiar y social. Confiamos que en un tiempo de tanta tristeza, dolor, confusión e incertidumbre que vive el pueblo, estas meditaciones sirvan para iluminar los caminos e infundir la esperanza de un mejor porvenir, sabiendo que Dios cumple sus promesas.

El Adviento es una temporada especial donde la cristiandad celebra el cumplimiento de la promesa de Dios anunciada a los profetas y concretada a través del tiempo y la distancia por la llegada de aquel que es Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9.6). El Dios del Adviento es el Dios de la Historia y el que llega en su integridad, para liberar al al ser humano de la esclavitud en Jesús de Nazaret y en quien se desvela el rostro del Padre. La profundidad de la revelación, nos fortalece que la salvación se ha cumplido concretizada en Cristo que, a su vez, es uno en nosotros. El adviento es tambien memoria de la Encarnación, de las maravillas de Dios. Es pues un tiempo privilegiado para los cristianos que nos invita a recordar el pasado, a vivir el presente y preparar el futuro. Es también un tiempo propicio para reflexionar sobre el amor de Dios y preparar nuestro espíritu para recibir en nuestro corazón al Rey de reyes, Jesucristo.

Estas reflexiones son producidas cada año por la Vicepresidencia de Asuntos Religiosos de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Agradecemos la gran acogida que han tenido las mismas en nuestra comunidad universitaria como también en la comunidad externa. que han tenido a bien compartir sus reflexiones y darnos luz e inspiración durante esta época festiva. En esta ocasión, hemos tenido la colaboración de los Directores y Directoras de las Oficinas de Capellanía de nuestras unidades académicas y academias K 12.

Les invitamos a leer cuidadosamente cada una de las reflexiones. Sugerimos que, previo a la lectura de cada meditación, se lea el pasaje bíblico que le sirve de base. Al terminar la lectura, intente auscultar las implicaciones y aspectos prácticos de lo que leyó y cómo podrá utilizar lo aprendido. Compartas las ideas principales de estas meditaciones con familiares y amigos.

“ Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”.(Rom.15:13).

Dios les bendiga.

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de noviembre de 2022

Primer Domingo de Adviento

Título: Esperanza: una palabra de bendición.

Rvdo. Pablo Rafael Caraballo Rodríguez Director Oficina de Capellanía, Recinto de San Germán Tradición presbiteriana

El Señor afirma: «Llegará el día en que cumpliré las promesas de bendición que hice al pueblo de Israel y de Judá. Cuando llegue ese tiempo y ese día, haré que David tenga un descendiente legítimo, que establecerá la justicia y la rectitud en el país. En aquel tiempo Judá estará a salvo y Jerusalén vivirá segura. Éste es el nombre con que la llamarán: “El Señor es nuestra victoria.” Jeremías 33:14 16 DHH

«La esperanza nos conecta al futuro: nos da una luz, tenue pero preciosa, que alumbra el oscuro camino que tenemos delante».

Carlos Goñi nos dice sobre la esperanza que además de ser una virtud teologal, es ante todo una virtud humana y activa. Como afirma Victoria Camps: «las virtudes son una serie de cualidades que deben poseer todos los seres humanos para serlo de veras y para fomentar sociedades igualmente humanas». La esperanza es una virtud que nos hace grandes, porque nos hace mirar al futuro como uno de lleno de posibilidades. Quien tiene esperanza anticipa el futuro y mantiene una actitud optimista ante la vida. Porque como se dice en el refranero popular: «la esperanza es lo último que se pierde». Porque para todo lo que hacemos necesitamos la esperanza. Y es que, como nos recuerda Francesc Torralba: «La esperanza es como la gracia, eleva hacia las alturas, permite obtener una nueva visión y perspectiva de las cosas, purifica la mirada, y nos permite ganar impulso para empezar de nuevo». Y es que cuando nos inunda la incertidumbre frente a la crisis y la adversidad, se hace necesario activar la esperanza. Quien tiene esperanza sabe que las cosas van a ser mejor en el futuro.

El texto asignado para el Primer Domingo de Adviento (Año C), trata el tema de la esperanza. Esta porción bíblica del libro de Jeremías es parte de un texto conocido como el Libro de la consolación del que leemos en los capítulos 30 33. Debido al trauma físico, emocional, político y teológico que Judá había experimentado durante el asedio babilónico de la ciudad de Jerusalén y del Templo de Dios, necesitaban un poderoso mensaje de esperanza para superar su sensación de pérdida y agonía. Quienes son objeto de esta palabra profética es Israel y Judá.

El profeta deja claro que ha de cumplirse las promesas de bendición que se le hicieron al pueblo de Israel y de Judá. Es una promesa que apunta a la venida de un rey ideal. Sin él sería imposible el establecimiento de la paz y la justicia en la tierra. En esta sección de los v.14 16 se repite en prosa un oráculo poético que se encuentra en los versos 5 6 del capítulo 23 del libro del profeta Jeremías. Dios daría su nombre a la ciudad (Jeremías 23:6; 33:16; 2 Crónicas 6:6; Ezequiel 48:35) para reflejar la justicia y la gloria del Mesías; Jerusalén sería entonces una ciudad de justicia y fidelidad (Isaías 1:26; 62:2 4; Zacarías 8:3).

El Señor prometió a David que nunca faltaría un heredero suyo en el trono de Israel (2 Samuel 7:12 17; 2 Crónicas 7:18). Un descendiente legítimo («renuevo de justicia» RVR60) que traerá renovación

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y restauración al pueblo. La sucesión al trono de David se interrumpió con la caída de Jerusalén en el año 587 a.C. El cumplimiento efectivo de la promesa se realizaría a través de un mesías del linaje de David, un rey permanente sobre el pueblo de Dios. Israel siguió esperando un rey que hiciese visible en la tierra el gobierno del Señor. Israel esperaba que llegase un rey que manifestara las virtudes de la bondad y la fidelidad del Dios que hace posible el cumplimiento de la promesa. De la práctica política concreta surgió en el pueblo la esperanza de la llegada del mesías. Es decir, un agente humano histórico de la casa de David que sería ungido, comisionado y dotado de poder para llevar a cabo lo propio de la monarquía davídica en el futuro: establecer la justicia y el derecho de Dios en la tierra. Esto impartiría seguridad al pueblo y les mantendría a salvo. El nombre con el que llamarán a Jerusalén: «El Señor es nuestra victoria» («Jehová, justicia nuestra» RVR60), está vinculado al propósito de la profecía, esto es, al consuelo para el pueblo de la alianza, que enfrentó la destrucción de sus murallas y del Templo. Y, a través del cumplimiento de la promesa, disfrutarían de la renovación y la restauración que les traería el mesías prometido del linaje de David.

Siguiendo a Walter Brueggemann aprendemos con este texto bíblico: que Dios es fiel a su promesa; la esperanza del mesías es una esperanza basada en la capacidad de Dios de ser plenamente fiel a su propia promesa. Tanto así, que el mesías es un agente humano que viene a realizar una tarea que va a traer esperanza en el mundo. Esto, porque Dios quiere algo bueno y justo para la tierra. Por lo que se espera que el mesías ejerza un poder y una influencia en la vida pública, a fin de transformar y restaurar la comunidad de la alianza. Así, el mesianismo, de acuerdo con el testimonio del Antiguo Testamento, está cargado con justicia y rectitud, con la restauración en el mundo real de prácticas comunitarias que promuevan la vida y la paz del pueblo. Así vemos que la práctica del poder para la restauración de la comunidad se encomienda a los descendientes de esta familia humana particular: los herederos de David.

Desde una perspectiva cristiana estas promesas se cumplieron en Jesucristo (Isaías 11:1, 10; Apocalipsis 5:5; 22:16; Amós 9:11; Hechos 15:16 17). Todo el pensamiento bíblico gira alrededor de esta interpretación y coincide en su cumplimiento (Jeremías 30:9; Salmo 89:3 5; Isaías 9:5 6; Ezequiel 34:23 24; Lucas 1:32 33; Hechos 2:29 32). Es en esta época de Adviento cuando nos preparamos para celebrar la llegada de Cristo al mundo en su nacimiento (Mateo 1:18 25; Lucas 2:1 7), y a su vez anticipamos su regreso en la victoria final (1 Tesalonicenses 4:13 5:11; Hechos 1:6 11). ¡El Señor es nuestra victoria!

Víctor Lapuente nos dice que: «La esperanza nos conecta al futuro: nos da una luz, tenue pero preciosa, que alumbra el oscuro camino que tenemos delante». Esto es importante, porque nuestra vulnerabilidad humana enseña que no estamos exentos de la crisis ni la adversidad. Es un reto que enfrentamos día a día desde el momento en que comenzamos a disfrutar de ese regalo de Dios que llamamos vida. Y nos preguntamos cómo puede nacer la esperanza de eso que es parte nuestra: la vulnerabilidad. Aquí es cuando decidimos si asumimos una actitud derrotista frente a la crisis y la adversidad o miramos hacia delante, al futuro y lo vemos lleno de posibilidades. El pueblo de Israel se agarró de la promesa mesiánica para afirmar sus pies y su mirada en la esperanza de la posibilidad de un mundo mucho mejor. La esperanza nace porque hay un camino que recorrer; porque hay una meta que alcanzar; porque la adversidad es un trampolín que nos debe empujar a la esperanza. ¿Cuál es la fuente de nuestras fuerzas para continuar el camino? Nuestras fuerzas vienen del Señor (Filipenses 4:13). ¿Cuál es la fuente de nuestra paz en medio de la adversidad? Cristo es nuestra paz (Efesios 2:14). ¿Qué nos enseñan las Escrituras? Que es posible la esperanza (Romanos 15:4).

Inicia esta época de Adviento y celebra la Navidad abrazado a esa palabra de bendición: «esperanza». Virtud teologal, humana y activa. Tenemos esperanza, porque en Jesucristo se hizo posible el

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cumplimiento de la promesa que Dios le hizo a la humanidad. Rodéate de personas que sus vidas son un testimonio vivo de la esperanza; la esperanza se fortalece cuando disfrutamos de la compañía y el apoyo de otros. Toma en cuenta las promesas de Dios que te ayudan a manejar la incertidumbre y a afirmar la esperanza. Ten presente que el Dios de la esperanza está aferrado a nosotros. Es la esperanza lo que nos sostiene en medio de la crisis y la adversidad. Y no olvides que nuestra esperanza está viva, porque el Cristo crucificado y resucitado está vivo. ¡A Dios sea la gloria!

Referencias

Brueggemann, Walter (2007). Teología del Antiguo Testamento. Salamanca: Ediciones Sígueme. Camps, Victoria (2019). Virtudes públicas. Barcelona: Editorial Arpa. Goñi, Carlos (2022). Virtudes mínimas para alcanzar la felicidad. Barcelona: Editorial Arpa. Keil, C.F. y F.J. Delitzsch (2017). Jeremías y Lamentaciones. Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento. España: Editorial Clie.

Padilla, C. René, Milton Acosta y Rosalee Velloso (eds.). (2019). Comentario bíblico contemporáneo. Buenos Aires: Certeza Unida.

Torralba, Francesc (2020). Vivir lo esencial. Barcelona: Editorial Plataforma. Van Pelt, Miles V. (ed.) (2021). Mensaje y teología del Antiguo Testamento. Salem Oregón: Publicaciones Kerigma.

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27 de noviembre de 2022

Primer Domingo de Adviento

Título: Ya viene otra vez…

Rvda. Lucy I. Rosario Medina Directora Oficina de Capellanía, Recinto de Ponce Tradición: Iglesia Metodista de Puerto Rico

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Le rogamos al Señor que los haga crecer y que ustedes se amen más unos a otros y a todos, así como nosotros los amamos a ustedes. 13 Le rogamos a Dios que fortalezca sus corazones, y que, cuando nuestro Señor Jesús venga con todos sus santos, ustedes vivan en santidad y nadie pueda acusarlos de nada delante de nuestro Dios y Padre.

1Ahora, hermanos, les suplicamos en el nombre del Señor Jesús que cada vez vivan más como le agrada a Dios, así como lo aprendieron de nosotros. En realidad, ya lo están haciendo. 2 Ustedes saben cuáles son las instrucciones que les dimos de parte del Señor Jesús.

1 Tesalonicenses 3:12 4:2

Comenzamos la temporada de adviento. La iglesia afirma la alegría de Dios con nosotros. Recordamos esa primera venida de Jesús. Es un tiempo de preparación espiritual, de oración y reflexión para la Navidad. Para algunos es un tiempo de jolgorio, parrandas, ventas, adornos, etc. Muy lejos de lo significa este periodo del año litúrgico. No estoy negando la alegría, las reuniones familiares o con amistades, los viajes para estar cerquita del calor de la familia y de todos aquellos que llenan nuestra vida de regocijo. No. No es eso.

Ante este período de adviento del 2022 llegan a mi mente y corazón, preguntas. Si, preguntas que me inquietan. Entonces, quiero compartir algunas para no quedarme con la inquietud. Así dejarlos “inquietados” a ustedes, que se acercan a estas reflexiones que durante los pasados años la Vicepresidencia de Asuntos Religioso le hace llegar a través de sus directores y directoras de Oficina de Capellanía.

Comencemos: ¿Quién es ese Jesús que “viene otra vez”? Este Jesús que durante este tiempo se refieren a él como el niñito del pesebre. Mi hermana me contaba en estos días que en su escuela bíblica dominical el año pasado ella y sus maestras les hablaban a sus párvulos sobre los eventos de esa primera navidad. Una de las niñas se acerca y le dice a una de las maestras: “Misi, si mi hermano me dijo que ya Jesús creció”. Nos puede parecer gracioso, pero me sorprende que para muchos Jesús se quedó chiquito en el pesebre y…que bueno, “vamo’a celebrar”. Para muchos eso es adviento y navidad un “mejunje” sin sentido y ya. Nos hace falta volver a los evangelios, entender e internalizar que es vivir en compañía de Jesús.

¿Qué hacer o decir? Oh, mejor dicho, como vivir este periodo donde hay tantas distracciones a nuestro alrededor. Es una época donde se nos pide que pensemos en nuestra vida en relación con ese evento que relatan los evangelios de Mateo y Lucas. Nos podemos quedar en eso en pensamiento, cantar himnos, comer y regalos (si los hay). Es mucho más…

Más preguntas… ¿Qué puede significar este tiempo de adviento para los que esperan un resultado de un examen médico? ¿Qué puede significar para esos que esperan a la entrada de unas facilidades carcelarias para ver un familiar? ¿Qué puede significar para aquellos que esperan que llegue la ayuda por los daños del huracán María prometida hace más de 4 años? Viviendo en un lugar donde cada

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vez que llueve hay que correr a guarecerse de unas lluvias intensas por días. ¿Qué puede significar para aquellos que al estar llegando su periodo de retiro piensan…quién se encargará de mi cuando ya no pueda valerme por mí mismo?

El que vino y vuelve, desde el anuncio de su nacimiento nos está dando un mensaje claro y firme. No solo son palabras, relatos e historia. Nos ha dejado su ejemplo de amor, de solidaridad, de comprensión…de amor que es lo más grande. Nos lo ha ofrecido y nos ha prometido que será hasta el fin. Cuando sea y como sea ese fin. Eso no es lo importante. Lo importante es que todos los que esperamos su ayuda, en cualquier circunstancia, tengamos la certeza en nuestro corazón de su presencia.

El escritor de Tesalonicenses nos recuerda hoy, primer domingo de adviento, lo esencial para nosotros en este tiempo que comenzamos. Aquella comunidad estaba en dificultades y tenían sus problemas internos por lo cual Pablo envió a Timoteo para que se encargara de animarlos y darle instrucciones. ¿Cuál fue su pedido a Dios y su exhortación? “Y que el Señor los haga crecer y aumente el amor entre ustedes y hacia los demás, así como también nosotros los amamos a ustedes, para que se fortalezca su corazón y sean ustedes santos e irreprensibles delante de nuestro Dios y Padre, cuando venga nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos. Por lo demás, hermanos, les rogamos y animamos en el Señor Jesús a que cada día su comportamiento sea más y más agradable a Dios, que es como debe ser, de acuerdo con lo que han aprendido de nosotros”.

Ya viene otra vez. Si viene otra vez este tiempo de adviento para “recordarnos” que Jesús vino para hacernos bien y para enseñarnos amar. Leonardo Boff lo plantea de esta manera

Dios se acercó a nosotros en la forma de un niño pobre nacido en el suburbio, en medio de animales, para que nadie se sintiera distante de él, para que todos pudieran experimentar el sentimiento de ternura que suscita un niño, al que queremos poner en nuestro regazo y sobre el cual nos inclinamos maravillados. Este es el camino que Dios escogió para acercarse a nosotros, para andar con nosotros por nuestros estrechos caminos.

Referencias:

Boff, Leonardo. 2002. Espiritualidad: un camino de transformación. Santander: Publicaciones Sal Terrae.

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Título: Abramos el camino

Rvdo. P. Bryan Alexis Vélez García Director de Capellanía, Academia Inter Metro Tradición Episcopal/Anglicana

3 Era el año quince del gobierno del emperador Tiberio, y Poncio Pilato era gobernador de Judea. Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Filipo gobernaba en Iturea y Traconítide, y Lisanias gobernaba en Abilene. 2 Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. Por aquel tiempo, Dios habló en el desierto a Juan, el hijo de Zacarías, 3 y Juan pasó por todos los lugares junto al río Jordán, diciendo a la gente que ellos debían volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados. 4 Esto sucedió como está escrito en el libro del profeta Isaías:

«Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor; ábranle un camino recto. 5 Todo valle será rellenado, todo cerro y colina será nivelado, los caminos torcidos serán enderezados, y allanados los caminos disparejos. 6 Todo el mundo verá la salvación que Dios envía.”» (Lucas 3:1 6 DHH)

Hoy celebramos en la Iglesia el segundo domingo de adviento. En esta temporada en los cristianos esperamos el nacimiento de nuestro Salvador, son 4 dominicas junto a sus semanas en que la Iglesia aguarda alegremente y esperanzada la encarnación de Jesús entre nosotros. El adviento nos invita a los (as) cristianos(as) a prepararnos y a preparar a otros a la llegada del Mesías.

El tercer capítulo de Lucas en sus primeros 6 versículos nos habla de Juan el Bautista. Juan era hijo de Isabel, quien fuese prima de la María la madre de Jesús, y su padre era Zacarias uno de los sacerdotes de templo. Juan era muy estimado por el pueblo, pues este anunciaba con gran celo el mensaje de Dios, un llamado al ser humano a la conversión de todo corazón. Juan además desafío la estructura religiosa enseñando y preparando a todos aquellos que escuchaban su mensaje tal como lo hizo Jesús, fuera del templo, en la calle, en contacto con la gente y en especial con los marginados.

Lucas en este pasaje nos detalla que Juan tuvo un encuentro con Dios en el desierto. Este encuentro provoco que Juan regresara con gran fuerza a hacer un llamado a la conversión. Este llamado que Juan el Bautista hace al pueblo de Israel nos dice el autor que sucedió para cumplir con lo que el profeta Isaías anuncia «Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor; ábranle un camino recto”. Juan sin duda alguna fue pieza clave en el anuncio de la llegada nuestro Mesías, del llamado a la conversión y al arrepentimiento. Un llamado como dice el profeta Isaías, era para que “todo el mundo vea la salvación que Dios envía”.

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4 de diciembre de 2022

La Navidad para nosotros los cristianos debe servirnos de encuentro con Dios como lo fue el desierto para Juan. Este encuentro debe provocar en nosotros una acción evangelizadora de anunciar la llegada del Mesías. Una llegada que nos permite experimentar de cerca la salvación, pero una salvación que no es lejana sino, que es cercana. La exhortación que Juan el Bautista nos hace, para preparar el camino al Señor hoy es más real y necesaria que nunca.

En un mundo donde las crisis sociales, políticas y económicas se agravan debemos anunciar la llegado del Mesías y su promesa para el pueblo de Dios que reconoce en la figura de Jesús la encarnación y perfección de Dios. Preparar el camino al Señor nos invita a nosotros (as) los (as) cristianos (as) hacer visible los valores del Reino. Acercando a nuestra sociedad a vivir los valores del amor, la justicia, la paz y el respeto que nos invita Jesús. Reconociendo la pluralidad de nuestras sociedades podemos cumplir con el llamado a Dios de volvernos a Él. El cristiano o la cristiana no puede pretender estar cerca de Dios mientras fomenta y perpetua la opresión, el discrimen, la violencia entre otros males en nuestras sociedades.

Abramos pues el camino al Señor, ya está cerca de nosotros, y aún hay gente que necesita conocer que su llegada representa Buena Noticia.

Hoy la invitación es hacernos la siguiente pregunta:

¿Cómo le podemos abrir el camino al Señor?

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4 de diciembre de 2022

Segundo Domingo de Adviento

Título: Prepara tu corazón

Dr. Freddie De León Rivera Director Oficina de Capellanía, Academia Interamericana de Arecibo Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico

4 Isaías había hablado de Juan cuando dijo: «Es una voz que clama en el desierto: “¡Preparen el camino para la venida del SEÑOR! ¡Ábranle camino!

5 Los valles serán rellenados, y las montañas y las colinas, allanadas. Las curvas serán enderezadas, y los lugares ásperos, suavizados.

6 Y entonces todas las personas verán la salvación enviada por Dios”» (San Lucas 3:4 6 NTV)

Tradicionalmente la Iglesia ha afirmado desde los primeros siglos que Lucas, fue el escritor (año 63 d.C.) del evangelio que lleva su nombre y quien era un médico gentil y compañero misionero del apóstol Pablo. Se argumenta que este Evangelio fue dirigido a Teófilo quien era un amigo conocido de Lucas, al cual posiblemente le escribe este tratado para presentarle “un relato completamente fidedigno y organizado en forma sistemática con respecto a los hechos que se centran en Jesús” y de esta manera combatir los rumores e historias distorsionadas (Hendriksen).

Uno de los temas que más quiso enfatizar Lucas, es el carácter universal de la salvación. Jesucristo, en definitiva, es el Salvador de todo el mundo, y Dios tiene como propósito que todos los seres humanos se salven por medio de él. Para él no hay privilegios de cultura, de raza, de nacionalidad o de clase social. (Hendriksen).

Por otra parte, este Evangelio se llama con razón el «Evangelio de la misericordia». Lucas nos enseña continuamente a Jesús como aquel que «vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (19. 10). Para él, Dios es, sobre todo, el Padre misericordioso que va al encuentro con sus hijos extraviados y se llena de gozo al volver a encontrarlos (El libro del pueblo de Dios).

Por tal razón, el pasaje que nos ocupa en esta reflexión se enmarca en esta perspectiva de salvación universal y atención especial a los marginados y olvidados de todos los tiempos, pero con la posibilidad de preparar sus corazones con la esperanza de Jesucristo.

Lucas nos presenta en su relato del capítulo tres la referencia a las palabras del profeta Isaías para el pueblo de Israel en el tiempo de exilio y enfocados en un retorno de Babilonia y en una nueva esperanza. Es aquí donde Juan el bautista constituye esa voz que pregona desde el desierto. Juan se caracterizó por denunciar lo que no era de acuerdo con los valores del Reino que más adelante se hacen evidentes en la persona de Jesús. Él se levanta como uno que prepara el camino para el advenimiento del mesías prometido.

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Todavía hoy continúa esa voz que a través de los siglos no se ha callado. Es una voz que se levanta ante las injusticias, ante la mentira, ante el maltrato, ante las guerras. Una voz que clama, que grita, que proclama. El siglo XXI necesita no una voz sino múltiples voces que se escuchen por toda la tierra anunciado y denunciando. Voces comprometidas con los valores y principios del Evangelio, de la buena noticia, de la esperanza para hoy y mañana. Se advierte que esa voz proviene del desierto y el desierto habla de desolación, de aridez, de soledad e incluso de peligros. Es una voz que, desde una perspectiva eco teológica, surge de nuestro propio planeta que cada día se convierte en uno más caliente. Es la misma tierra que con su voz reclama y nos alerta con su lenguaje particular. Desde el desbalance climático y los desastres que esto conlleva de hambrunas, epidemias, pobreza y escasez. Se puede escuchar por toda la tierra en medio de las tragedias, de las desigualdades, de las carencias, de los despreciados por el otro y la otra. Es una voz que grita porque parece que nadie la escucha. En su gritar a la vez convoca a una preparación.

En la época de Juan, antes de que un rey iniciara una jornada enviaba a sus mensajeros para encargarse de preparar la visita y arreglar el camino (Comentario a Lucas). De la misma forma, Juan indicó a sus oyentes que alistaran sus vidas para la venida del Señor. Al prepararnos para recibirlo, debemos centrarnos en Él, escuchar sus palabras y responder obedientes a sus mandatos.

El adviento del 2022 nos invita a una espera con esperanza. Una esperanza segura y no sujeta a las circunstancias. Es una esperanza eterna que se origina en Dios.

4 Isaías había hablado de Juan cuando dijo: «Es una voz que clama en el desierto: “¡Preparen el camino para la venida del SEÑOR! ¡Ábranle camino!

5 Los valles serán rellenados, y las montañas y las colinas, allanadas. Las curvas serán enderezadas, y los lugares ásperos, suavizados.

6 Y entonces todas las personas verán la salvación enviada por Dios”»

Juan el bautista, tomó las palabras de Isaías que hace referencia a una figura metafórica con descripciones topográficas al referirse a valles, montañas y colinas. Escenarios geográficos que representan condiciones existenciales del mundo de todos los tiempos.

Adviento se trata de preparar el camino para el rey. Escucha atentamente a la voz que en su anuncio nos exhorta a preparar el corazón. Ese es el camino de la esperanza. Esperanza de restauración. Esperanza de un mundo mejor porque el rey viene y con él un nuevo renacer desde el interior. Tú y yo somos llamados a preparar nuestro espíritu de modo que podamos estar receptivos a su voz.

Por consiguiente, adviento nos habla de una dimensión personal en la que antes que preparar lo que nos rodea o lo que está distante, debemos comenzar con nuestro espíritu. La esperanza surge desde los corazones que están dispuestos al cambio.

Y es que el advenimiento trae como consecuencias cambios a su paso. «Los valles serán rellenados». Es decir, los valles de nuestra vida cubiertos por las sombras de los montes opresivos. En nuestro interior llegan los tiempos de lugares bajos cuando nos sentimos decepcionados, frustrados y derrotados. Pero surge la esperanza de que habrá consolación y restauración de parte de Dios. Por

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otra parte, cuando dice «y las montañas y las colinas, allanadas», se nos recuerda que tendemos en ocasiones al orgullo, la soberbia y prepotencia. Por tal razón, en este advenimiento se necesita derribar toda altanería que no refleja la bondad ni la humildad cristiana.

«Las curvas serán enderezadas, y los lugares ásperos, suavizados». Para que la esperanza brille en el corazón es imperativo enderezar el carácter a la forma de Cristo y aquellas áreas de asperezas que lastiman las relaciones, deben ser suavizadas por la gracia divina. La esperanza es posible, pero hay que cambiar. El Adviento nos habla de una llegada que nada ni nadie puede detener. Pudiera decir de una esperanza que llega y que nada ni nadie puede detener. Pero no será visible ni evidente hasta que cada uno disponga su corazón para cambiar los valles, las montañas, las curvas y los lugares ásperos de su interior. «Y entonces todas las personas verán la salvación enviada por Dios».

Adviento es una excelente oportunidad para preparar el corazón en nuestra vida para el Señor. La voz del profeta Isaías, 2700 años atrás, se levantó en tiempos de crisis para el mundo de su época dominado por otros imperios, de igual manera se levantó esa voz en otro momento de crisis para la aquella nación oprimida por el sistema de Roma. Hoy en el siglo XXI también vivimos tiempos de crisis ante otros imperios que perpetúan las guerras, las enfermedades, los daños ecológicos, los conflictos familiares, las crisis de valores, el vacío existencial. Es la misma convocatoria y es el mismo camino que no envejece y que es la salvación para todas las gentes de todos los tiempos, para todas las épocas y para toda la creación. Abraza la esperanza en este Adviento porque está al alcance de tu mano y comienza con tu corazón.

Referencias:

El libro del pueblo de Dios. San Pablo. Evangelio según San Lucas, https://www.sanpablo.es/libropueblo de dios/la biblia/nuevo testamento/evangelio segun san lucas

Hendriksen William. 2002. Comentario al Nuevo Testamento, Exposición del Evangelio según San Lucas, Grand Rapids, Michigan, Libros Desafío.

Comentario a Lucas. Recuperado el 1 de noviembre de 2022, http://www.freebiblecommentary.org/pdf/spa/VOL03A_spanish.pdf.

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Tercer Domingo de Adviento

Título: Humildad, esperanza y alegría

Prof. Marcos Manuel Márquez Pagán Director Oficina de Capellanía, Academia Ponce Interamericana Católico, Rito romano

Isaías 12, 2-6

Biblia de Jerusalén Latinoamericana

¡Vean cómo es él, el Dios que me salva! En él confío y no tengo más miedo, pues Yavé es mi fuerza y mi canción, él ha sido mi salvación. Y ustedes sacarán agua con alegría de las vertientes de la salvación. Ustedes dirán ese día: ¡Denle las gracias a Yavé, vitoreen su Nombre! Publiquen entre los pueblos sus hazañas, celébrenlo, pues su Nombre es sublime. ¡Canten a Yavé, pues hizo maravillas que ahora son famosas en toda la tierra!

Cercanos a las fiestas de la Navidad, meditamos en este pequeño salmo que nos ofrece el libro del profeta Isaías. Dentro del contexto de las profecías sobre el Mesías prometido, el Emmanuel, Dios con nosotros, Isaías nos presenta un cántico de alabanza y acción de gracias. Aunque no es posible dar una fecha específica a este cántico, ciertamente podemos situarlo en los tiempos del rey Ajaz (764 a.C. 727 a.C.), descendiente de David al cual el profeta Isaías ofrece la esperanza de que, en tiempos inciertos, donde los peligros de guerra eran inminentes, Dios permanece fiel a su amor y a su misericordia. La confianza en Dios que se presenta en este cántico es tanta que no escatima en afirmar que las generaciones futuras continuarán dando gracias a Dios por su intervención en la historia, por mostrar su gran amor a sus fieles. Y no queda contento con eso, sino que invita a publicar entre los demás pueblos, entre las otras naciones, que el Dios de Israel, el único Dios, es sublime y debe ser celebrado por todos.

Aunque los acontecimientos del pueblo de Israel no siempre fueron favorables, ya sea por sus malas decisiones, por su soberbia, por no permanecer fieles a la voluntad de Dios, el profeta tiene una palabra de esperanza que debe resonar en nuestros corazones hoy. En la vida diaria nosotros también hemos tomado decisiones precipitadas, sin pedir la ayuda del Espíritu Santo. Hemos sido soberbios, pensando que podemos resolverlo todo por nosotros mismos. Incluso, teniendo el tiempo y la oportunidad de orar delante de Dios, hemos preferido tomar las cosas en nuestras manos sin contar con Dios. Por eso, es importante recordar las bendiciones que hemos recibido de Dios en nuestra historia personal. Reconocer el auxilio de Dios en nuestras vidas debe llevarnos a orar con humildad y saber que estamos en pie gracias a su misericordia. Dios se inclina a nosotros, se acerca a nosotros, solo debemos estar disponibles a su voluntad. Como dice el mismo Jesús en el evangelio según san Mateo: “¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura?” (6,27). Nuestras fuerzas o preocupaciones no adelantarán nada, si no es por su gracia.

Un corazón humilde es un corazón agradecido. Por eso el soberbio, el que pretende saber más que los demás, el que no escucha consejos acertados, simplemente no tendrá la capacidad de agradecer al Señor todo el bien que le ha hecho. Hoy el Señor nos invita reflexionar con humildad, agradecimiento y alegría los misterios de su nacimiento en Belén. En lo más humilde que podamos imaginar, en la pobreza de un pesebre, en una familia pequeña marginada, se manifiesta la grandeza de Dios, el motivo de alegría y acción de gracias más grande de la historia. No despreciemos esos pequeños

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momentos en familia, o incluso los acontecimientos que no son tan agradables a nuestra comodidad. En esas cosas tan cotidianas, tan normales, podemos encontrar la obra de Dios si lo miramos con ojos de fe. Ver con ojos de fe mueve el corazón a dar un sentido de esperanza a nuestra vida para amar según el corazón de Dios. Y Dios nos ha amado hasta el extremo (Jn 13,1), hasta lo máximo, pero en la humildad de un bebé pobre, en una familia trabajadora. Sea esto motivo de alegría, ya que esta realidad de familia trabajadora es la que experimentamos también nosotros, y en medio de nosotros renace la alegría por el nacimiento de Jesús; nacimiento que cambió el rumbo de la historia. Así nos unimos al profeta cuando dice: “¡Canten a Yavé, pues hizo maravillas que ahora son famosas en toda la tierra!”.

Oramos juntos con la oración propuesta para la liturgia de este domingo: Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo; concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y de salvación, y poder celebrarla con alegría desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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Título: Entonces ¿qué haremos?

Prof. Amílcar Saúl Soto Quijano Director Oficina de Capellanía, Recinto de Arecibo Comunidad Cristiana de Adoración, Arecibo, PR

La gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos?

Respondiendo, les decía: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.

Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?

Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado.

También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos?

Les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. Como el pueblo estaba a la expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua, pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano para limpiar su era. Recogerá el trigo en su granero y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.

Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo. Lucas 3:10 18 RVR 1995

Personalmente creo que no hay un personaje bíblico más subestimado que Juan el Bautista. No solo es parte de la familia del mismo Jesús, sino que su ministerio en la tierra parece uno extraño, fuerte y radical (hasta le costó su vida). Hasta su aspecto físico era uno poco común. Sin embargo, la misma Biblia hace mención de su vida desde el mismo principio cuando es anunciado su nacimiento por un ángel, nos relata cómo se regocija dentro del vientre de su madre ante la presencia de su primo Jesús quien también estaba todavía en el vientre materno; y como si fuera poco el mismo Jesús les dijo a sus discípulos: “Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista” Lc 7:28a. Su predicación era directa, poco rebuscada, pero muy real y cargada de sinceridad celestial. En esta porción bíblica encontramos al “pueblo” interrogando al profeta, posiblemente después de algún mensaje en pleno río Jordán. Sus dudas y deseo de saber más me impresionan y a su vez me entristecen, les explicaré luego por qué. A través de esta porción el evangelio nos presenta diferentes tipos de personas, de diferentes áreas sociales con interrogantes para el profeta quien muy sabiamente les contesta y aconseja. A primera vista es una escena interesante que no nos dice mucho. Pero a mí, me levantó mucha curiosidad. Me agrada pensar la inquietud de todas esas personas y me pregunto: ¿Qué dijo Juan que les creó tanta inquietud? ¿Cuánta confianza había en sus palabras que lograban que la gente se acercara? ¿Cuál era el mensaje principal?

Hoy es el tercer domingo de Adviento, estamos en plena época navideña. El pueblo cristiano celebra emocionado el Adviento, Dios se hace hombre y viene a esta tierra a vivir entre nosotros. Por otro lado, el comercio hace sus mejores ofertas y las ventas suben vertiginosamente sin importar la recesión económica. Ambos mundos coexisten durante este mes. Entre ellos se pelean por llevar su mensaje y acaparar la atención de la sociedad. Es por esta razón que el hecho de que la gente fuera a donde Juan el Bautista me llena de curiosidad. Me pregunto: ¿Por qué no se acercan a

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la iglesia, ni al evangelio y menos recuerdan el verdadero significado de estos días? ¿Qué pasó y de quién es la culpa de que esto no suceda?

Hoy vivimos un buen momento para meditar en cuán convincentes somos al llevar el mensaje de un Dios que se preocupa por este mundo enviando a su único Hijo en medio nuestro, o sea el mensaje de la Navidad. ¿Cuándo o Cuántas veces se nos han acercado a nosotros y nos han preguntado: “¿Y ahora, qué haremos?”. Juan estaba convencido de la llegada del Mesías: “Yo a la verdad bautizo en agua, pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de Su calzado” Luc 3:16. Juan no se había encontrado con el Mesías cara a cara, y ya su corazón le anhelaba y reconocía la importancia de su presencia para esta humanidad. Esto era lo que destilaba cada una de sus palabras en cada mensaje que dio a orillas del Río Jordán. Al grado que inquietaba a todos los que lo oían llevándolos a un deseo genuino de conocerlo y cambiar sus vidas. Juan con mucha sabiduría les aconsejaba lleno de la presencia de Dios.

En esta época navideña sería interesante reflexionar con cuanta convicción yo muestro al hablar de la llegada del Mesías en esta época de Adviento. Luego de un año 2022 difícil de Covid, corrupción y huracanes nuestro mensaje de un Dios que nace en medio nuestro para traer salvación es sumamente pertinente. Pero, ¿será más convincente que los especiales de las mega tiendas, más importantes que lo último en Tecnología o más grato que las fiestas que duran hasta el otro día?

Vivamos reconociendo el nacimiento de Jesús, pero en nuestro corazón. Una vez más Dios baja a la tierra, pero en vez de en un sucio pesebre, ahora nace en un corazón roto y necesitado. Una vez ahí el Espíritu Santo se hará sentir en todas y cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones. El Bautista solo instaba al pueblo a que “Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios” Lc 3:8. Una visita íntima y personal al Jesús nacido en nuestros corazones hará la diferencia en nuestras vidas. De esta manera podremos llevar en estos días el mensaje de Adviento: Dios con nosotros. No habrá otro mensaje más contundente e importante por encima de este. De esta manera nos convertimos en un eco viviente de las palabras del Profeta Isaías al referirse a Juan el Bautista: “Voz del que clama en el desierto. ¡Preparen el camino para la venida del Señor, Ábranle camino! Isaías 40:3 Dios llega a nosotros, a ÉL sea la Gloria y nuestra la alegría.

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18 de diciembre de 2022

4to domingo de Adviento

Título: Visitas que cambian la vida

Rvda. Ivelisse Valentín Vera, DMin Directora Oficina de Capellanía, Recinto Metropolitano Tradición: Iglesia del Nazareno

Lucas 1:39-45

39 Por aquellos días, María se fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, 40 y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le estremeció en el vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. 42 Entonces, con voz muy fuerte, dijo: ¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo! 43 ¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la madre de mi Señor? 44 Pues tan pronto como oí tu saludo, mi hijo se estremeció de alegría en mi vientre. 45 ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!

Esta es la primera navidad al salir de la Pandemia del COVID 19. Los años anteriores fueron más restrictivos. Pero en esta navidad, ya la mayoría de nosotros necesitamos ese contacto, ese calor humano, esa sonrisa sin mascarilla, ese saludo que nos alegre el día. Este año nos ilusiona pensar que podremos visitar y ser visitados por nuestros seres queridos.

La historia bíblica del cuarto domingo de Adviento es una de visitas y saludos que nos cambian la vida. Porque son visitas acompañadas de la presencia de Dios que despiertan Su Espíritu en nosotros. En María e Isabel vemos dos mujeres que reaccionan de forma distinta a lo que les sucede. Indudablemente ninguna de las dos lo debían haber estado pasando bien, la situación no era fácil para ninguna en su contexto cultural. Una de ellas embarazada en la ancianidad y con un esposo mudo, que no le podía explicar lo que estaba sucediendo. La otra, embarazada en la adolescencia, de alguien que no es su prometido, en una cultura que la pueden matar por eso, y con una historia que no se le puede contar a todo el mundo porque no te van creer.

Sin embargo, una vista y un saludo lleno de alegría de parte de alguien que probablemente está en peor condición que tu y que yo, puede cambiar nuestra manera de ver las cosas, como sucedió con Isabel. María afirma la integración de dos generaciones en los extremos de sus vidas, una comenzando y una al final. La joven contagia a la anciana con su alegría, la alegría que el ángel depositó en ella; y la anciana contagiará a la joven con su sabiduría, producto de su experiencia.

Un saludo gozoso despierta el Espíritu. Esa visita en sí misma fue un regalo para Isabel, fue un bálsamo de sanidad. Fue una explicación sin palabras de lo que le estaba sucediendo. No sabemos el contenido de ese saludo, pero sabemos el efecto: “Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le estremeció en el vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo.”

El saludo de alguien que es portador de la presencia de Dios, puede despertar en nosotros el Espíritu, para transformar nuestra angustia y nuestra vergüenza en gozo, para sacarnos de la

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oscuridad a la luz, para afirmarnos que Dios cumplirá lo que ha prometido.

¿Alguna vez ha llegado alguien a tu vida en un momento difícil y se ha quedado ahí insistentemente hasta cuando ya las cosas están un poco mejor? Esas son las visitas, esos son los encuentros en los que Dios se hace presente.

La valentía y la disposición de la joven María provocó un cambio tan grande en Isabel, que se sintió tan halagada y tan bendecida ante la visita que le dice a la jovencita: ¿quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Sí, porque María es la madre del Señor. Isabel está tan consciente de eso que le dice: “Dichosa tú porque has creído.”

La grandeza de María no está en sus méritos, está en que fue el vientre que cargó al Señor. Pero la dicha, el gozo que hay en María está en que puso su confianza en Dios.

Dichoso todo aquél que ha creído.

Dios honra a aquellos que creen, Dios honra a aquellos que acogen a su Hijo en su interior. Esa misma dicha está disponible para ti.

Un saludo de alguien que es portador de la alegría que nace de la presencia de Dios en su vida, es un saludo sanador, es un saludo que contagia. Es una visita que nos cambia la vida.

Dios llega muchas veces a nuestra vida a través de la visita y el saludo de otros; y a veces nosotros le cerramos la puerta.

Los seres humanos necesitamos encontrarnos con personas que transmitan gozo, paz; personas que despierten el Espíritu en nosotros. Vivimos de problema en problema. Vivimos en medio de una gran agitación. Vivimos con la presión alta, con la azúcar alta, con ataques de ansiedad. Vivimos hasta molestos con aquellos que tratan de sacarnos de esa nube de pesimismo en la que nos estamos hundiendo, porque pensamos que nadie sabe lo que es estar en nuestros zapatos. Y a veces nuestra actitud logra alejar a los demás.

Pero los que vienen con el Espíritu que traía María, que encubaba a Dios mismo; esas personas recorren largos caminos, visitan, saludan, llaman, insisten, porque son portadores del gozo de Dios para nuestra vida.

Lo que trae el gozo no es la resolución de los problemas, es saber que el Señor está contigo. Eso fue lo que le dijo el ángel a María: “tu alegría está en saber que el Señor está contigo.” “Alégrate, bendita eres entre todas las mujeres. El Señor está contigo.”

María sale al encuentro con su prima y el saludo que le da determina el resto de la visita. Que tu saludo siempre despierte el Espíritu de Dios en el otro y la otra. Porque todos necesitamos un encuentro con Dios; y la mayor parte de las veces ese encuentro estará mediado por uno de nosotros. Que nuestros saludos siempre produzcan alegría. Que nuestros saludos cambien la gente.

Hoy, entre nosotros, hay algunos como Isabel, hundidos en soledad, en depresión, amenazados por alguna enfermedad o vacíos de alegría y esperanza; pero también hay Marías. A las Marías les digo, visiten a Isabel. A las Isabel les digo, permanezcan atentas y atentos porque hoy estás recibiendo

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la visita de tu Señor, y esa visita te llenará de su Espíritu Santo para que puedas confesar como Isabel, que “en aquel que cree se cumplirá lo que Dios ha dicho.”

En unos días celebramos la llegada de nuestro Salvador, él quiere llenar tu vida de gozo. Porque tu felicidad no la determina la resolución de tus problemas, no la determina las personas que están a tu lado, tu esposo, tu esposa, tus hijos o tu familia, tus amigos o condiciones de trabajo.

Tu felicidad y la plenitud de tu vida la determinan que el Señor está contigo.

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Título: Una canción nueva al Señor

Rvda. Carmen Inés Pérez Torres Directora Oficina de Capellanía, Recinto de Bayamón Iglesia Presbiteriana (E. U. A.), Presbiterio de San Juan

1Canten al Señor una canción nueva, Canten al Señor, habitantes de toda la tierra; 2Canten al Señor, bendigan su nombre; Anuncien día tras día su salvación. 3Hablen de su gloria y de sus maravillas Ante todos los pueblos y naciones.

11¡Que se alegren los cielos y la tierra! ¡Que brame el mar y todo lo que contiene!

12¡Que se alegre el campo y todo lo que hay en él! ¡Que griten de alegría los árboles del bosque, 13delante del Señor, que viene!

¡Sí, él viene a gobernar la tierra, y gobernará a los pueblos del mundo con justicia y con verdad! Salmo 96:1 3; 11 13 (DHH)

Los salmos de la Biblia son uno de los libros que más disfruto leer. Sus temas son tan abarcadores como la vida misma. ¿Quién no tiene un salmo preferido? ¿Quién no ha entonado un salmo de alabanza o de súplica, en su vida o en la adoración de la comunidad de fe? Creo que todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos encontrado en situaciones en las que recurrimos a un salmo para orar con Dios, para expresarle nuestros sentimientos y nuestras peticiones. Tanto a nivel individual o colectivo, la comunidad de fe ha utilizado los salmos en su liturgia, en sus plegarias, en sus oraciones y letanías.

La diversidad de temas en los salmos va desde la lamentación a la celebración, desde el grito de guerra al grito de victoria, desde la opresión hasta la liberación, desde la recolección de los eventos históricos de Israel y la intervención de Dios en esa historia, entre muchos otros. Encontramos las diversas maneras en que los escritores de los salmos ven, interpretan y conocen a su Dios: creador, sustentador, portentoso, fuerte, defensor, justiciero, misericordioso, amoroso, santificador, liberador, perdonador, consolador, rey, entre muchas otras formas.1

Los salmos están intrínsicamente relacionados a la historia de Israel y a su religión. Están cimentados en las experiencias y vivencias, individuales o comunitarias. Según Julio Trebolle, en su Libro de los salmos2: “La religión de Israel y el clamor de los salmos no arranca, sin embargo, de un pasado y de un modelo mítico, sino de vivencias muy personales en instantes de duelo o de gloria. Así como de toda una historia colectiva de larga duración, que parte de la esclavitud y liberación de Egipto y culmina en la restauración tras el exilio de Babilonia.” El salmo 96, se encuentra ubicado entre los salmos de coronación. Los salmos de coronación son salmos que resaltan o celebran la figura del Dios como Rey. Luego del exilio de Babilonia, el remanente de Israel regresa a su tierra para establecerse y tienen la esperanza de que Dios volverá como Rey.

Los versículos, que nos ocupan hoy, son dos secciones del Salmo 96. La primera sección: los versos del uno (1) al tres (3) es un llamado al pueblo a cantar. No es un cantar por cantar, es un llamado a

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Nochebuena

reconocer la acción de Dios en medio de la comunidad. El salmista invita al pueblo a cantar una canción nueva. Israel, está viviendo una nueva realidad, ha regresado a su tierra, la tierra que una vez habitaron sus padres y luego de varias generaciones, regresa un remanente. La esperanza del regreso ya es una realidad, la promesa de la liberación de la opresión babilónica es un hecho. Lo que nos lleva a pensar que esta comunidad se encuentra en un nuevo entorno y con nuevos vecinos. Nuevos retos y sueños. La canción nueva es de una nueva vida, una realidad distinta a lo vivido y diferente a la historia de generaciones anteriores La invitación a cantar al pueblo no se limita a una canción nueva, tiene otros elementos a considerar: “bendigan su nombre”, “hablen de su gloria y de sus maravillas”, “anuncien día tras día”. Es una canción nueva que habla sobre Dios, invita a bendecir su nombre, a reconocer su intervención en la vida de cada uno de habitantes de toda la tierra, y que se comparta ese mensaje a diario: un mensaje de salvación y liberación. Esta sección tiene un sabor universal, el lenguaje usado indica que todos los habitantes de toda la tierra canten una canción nueva a todos los pueblos y naciones. Para nosotros, lo nuevo nos lleva a pensar y reflexionar sobre lo que ha pasado en nuestras vidas: qué es diferente, qué ha cambiado uno y cómo ha cambiado nuestro entorno. Hoy es nochebuena, hemos celebrado el adviento, nos hemos preparado para celebrar el nacimiento del niño Rey (Jesús).

La segunda sección que nos interesa son los versículos del 11 al 13. Esta parte, es distinta a la anterior. Empieza con una invitación a que la creación exprese su alegría. Menciona todos los componentes de la creación: cielos, tierra, mar, (lo que existe dentro de las aguas), el campo (todo lo que tiene) y el bosque (los árboles). Y le pide que estén alegres y griten “delante del Señor que viene”. Este es un elemento escatológico, anuncia que está por llegar el Señor y que esa es la razón por la que la creación gritará y cantará una nueva canción. Pero no se queda así, el verso 13b, es el que le da sentido de esperanza a este salmo. “¡Sí, él viene a gobernar la tierra, y gobernará a los pueblos del mundo con justicia y con verdad!” El pueblo de Israel está en la expectativa de que su Rey (Dios) vendrá (futuro) a gobernar con justicia y verdad. Ésta es la esperanza de la canción nueva.

Este salmo, aunque lo ubiquemos en el contexto del remanente de Israel que regresa a su tierra y es un salmo que proclama a Dios como su Rey, tiene un carácter universal y por ello nos identificamos con el Salmo en esta época de adviento y en especial, esta noche que es Nochebuena. Nuestra esperanza renace todos los días cuando cantamos una canción nueva al Señor. Nuestra esperanza renace cuando compartimos los hechos de Dios en nuestras vidas a los demás. Nuestra esperanza renace cuando observamos la creación de Dios que se renueva y reverdece con la lluvia, en los cambios de estaciones, y cuando nos alegramos de ver los frutos de la tierra y del mar. Te invito a reflexionar en: ¿Cuál es tu nueva canción en esta nochebuena?

Referencias bibliográficas:

Pagan Samuel, Historia del Israel Bíblico, Editorial CLIE, Barcelona, España: 2019; págs.23 28; 47 70.

___________, Palabra viva. Entorno histórico literario y teológico del Antiguo Testamento, Editorial Caribe, Nashville, TN: 1995; págs. 23 32; 104 130.

Ringreen, Helmer, La fe de los salmistas, Editorial La Aurora: Buenos Aires, Argentina: 1970.

The Interpreter’s Bible, Abingdon Press: New York, 1955; Vol IV, págs. 3 17, 517 521.

Trebolle Barrera, Julio, Colección Estructuras y procesos, serie Religión, Libro de los Salmos: religión, poder y saber, Editorial Trotta, S.A.: España: 2001; pág 13.

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Rvdo. Norberto Domínguez Rodríguez Vicepresidente de Asuntos Religiosos Iglesias Bautistas de Puerto Rico

Por aquellos días, César Augusto mandó que se hiciera un censo en todo el imperio romano. 2 Este primer censo se hizo cuando Cirenio era gobernador de Siria.3 Todos tenían que ir a su pueblo de origen para inscribirse. 4 También José, que era descendiente del rey David, tuvo que ir de Nazaret, que era una ciudad de la región de Galilea, a Belén, que estaba en Judea. Esa era la ciudad de David, 5 y José fue allí para inscribirse junto con María, su esposa, que estaba embarazada.6 Mientras estaban en Belén, a ella le llegó el tiempo, 7 y dio a luz a su primer hijo. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado lugar para ellos en la posada.8 Por aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando a sus ovejas. 9 De pronto, un ángel del Señor se les apareció y la gloria del Señor brilló y los envolvió. Los pastores se llenaron de miedo. 10 Pero el ángel les dijo: «¡No tengan miedo! Les traigo buenas noticias que van a llenar de alegría a todo el pueblo: 11 Hoy ha nacido, en la ciudad de David, su Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Se darán cuenta de que es él, porque lo encontrarán envuelto en pañales y acostado en un pesebre».13 De repente aparecieron muchos ángeles del cielo que alababan a Dios y decían:14 «Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra para los que gozan de su buena voluntad». Lucas 2:1 14 (NBV)

Si tuvieras la oportunidad en esta “noche buena”, víspera de la navidad para preparar un álbum de fotos con motivo a la esperanza ¿Qué fotos e imágenes incluirías? El relato bíblico (Lucas 2:1 14) presenta un pintoresco y colorido álbum que nos muestra el verdadero significado bíblico de la esperanza como una palabra activa que implica seguridad y determinación. Solemos utilizar en nuestro acervo popular la expresión: “Lo último que se debe perder es la esperanza”, dando a entender que los seres humanos procuran aferrarse al deseo que esperan ver cumplido. El paciente alberga la esperanza que su salud mejore si sigue las instrucciones de su médico, el empleado tiene la esperanza que será ascendido de puesto si realiza bien su labor y el estudiante tiene la esperanza de aprobar con buenas calificaciones su examen. La mayoría de la gente entiende la esperanza como una ilusión, como en "Espero que suceda algo". ¿Cómo la Biblia define la esperanza?

La palabra «esperanza» en la Biblia expresa confianza y seguridad en relación con el futuro porque se basa en las promesas, el carácter y la fidelidad de Dios como se revelan en las Escrituras. La esperanza bíblica es posible cuando existe la creencia que Dios actúa e interviene en la vida humana por lo cual se puede confiar creyendo en sus promesas. La esperanza es una seguridad firme con respecto a cosas que no están claras y desconocidas: “Esa es la esperanza por la cual fuimos salvos. Esperar lo que se puede ver no es esperanza. Si uno ya tiene lo que espera, no tiene que esperarlo más. Pero mantenernos esperando de Dios lo que todavía no se ha manifestado nos enseña a tener paciencia. (Rom. 8:24 25); La fe es la seguridad de recibir lo que se espera, es estar convencido de lo que no se ve. Heb. 11:1, 7). La esperanza es mirar hacia adelante a algo con un sentido de expectativa y confianza. Los hijos e hijas de Dios siempre saben que tienen esperanza porque tienen a Dios en su corazón y la esperanza siempre está frente de sus pensamientos.

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Nochebuena

Los profetas hablan de tener una “firme esperanza” y una “esperanza viva, “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos (1 Pedro 1:3); “Que el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. (Rom. 15:13). La esperanza viva del creyente se origina en un Salvador y Señor vivo y resucitado que sería llamado Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9:6)

El profeta Miqueas (5:2) comunica al pueblo de Israel acerca del lugar donde habría de nacer el mesías: “Pero tú, Belén Éfrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”. El v. 4 establece una especie de símbolo profético dentro de la narración histórica de Lucas, José proveniente del linaje de David y María vivían en Nazaret, provincia de Galilea, al norte de Palestina. En cumplimiento de esa promesa, Dios hecho mano de una coyuntura sociopolítica para propiciar el viaje de estos a Belén (vv. 1 6). Belén era conocida como la casa del pan, es el lugar donde convergen eventos y circunstancias donde no quisiéramos estar, que inclusive nos angustian, pero a su vez forman parte del plan perfecto de Dios para nuestras vidas. Más tarde durante el ministerio terrenal de Jesús mismo se revelará como pan de vida, “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre;” (Jn 6: 35a).

No se sabe el tiempo transcurrido en que la pareja estuvo en Belén, pero si podemos contactar las condiciones de soledad y pobreza que giraron alrededor del cumplimiento de los días del alumbramiento (vv.6 8). Cuantas familias e individuos en este estos días que conmemoramos que renace la esperanza en la persona del Niño Dios, viven el desamparo y desarraigo de vínculos familiares, emigración forzada, problemas económicos, pobreza extrema, falta de un hogar seguro, temor a lo que puede deparar el futuro, carencia de salud física, mental y espiritual. Antes estas y otras situaciones, hoy más que nunca nuestro mundo necesita saber que hoy esa esperanza viva puedo renacer en cada uno de sus corazones.

José y María fueron sostenidos por la promesa de Dios previo al nacimiento; “no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Luc. 1:31 33); “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque el Niño que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo” (Mat.1:20). Que al igual que María y José, nosotros podamos encarnar una esperanza sólida y segura ante los retos y desafíos que al presente vivimos, con la seguridad que Dios es fiel para cumplir todas sus promesas.

Por aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando a sus ovejas (v.8). La gran noticia de todos los tiempos que marcaba el cumplimiento profético es revelada a la gente más humilde, pobre y rechazada de la sociedad. El nacimiento de Jesús sería la consecución de las promesas al pueblo oprimido y sin esperanza, Reino de Dios desde los de abajo, nuevo orden, nuevos valores de justicia y paz. “De pronto, un ángel del Señor se les apareció y la gloria del Señor brilló y los envolvió”. Si bien es cierto que Dios nos sorprende de muchas maneras, incluso de formas sobrenaturales, también se manifiesta en las formas más sencillas y cotidianas de la vida; “y los envolvió” es la misma palabra que se utiliza en la expresión: “Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”

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“Los pastores se llenaron de miedo. Pero el ángel les dijo: «¡No tengan miedo! Les traigo buenas noticias que van a llenar de alegría a todo el pueblo:” Recordemos que al igual que sucedió con Zacarias (1:12 13) y María (1:12 13) en sus encuentros con ángel, estos hombres temieron con gran temor. Se acerca el evangelio, buenas noticias y lo que produce es alegría, un sentimiento interior de felicidad y satisfacción que estalla en júbilo y alabanza y no temor. El gozo no llega solo a los humildes pastores a los padres aislados lejos de casa. La alegría llega a todas las personas. En el lugar más improbable entre los espectadores más improbables, Dios hizo a un lado los temores del mundo y proporcionó al mundo motivo de alegría (Is. 9:3). Que la temporada de adviento y navidad sea el inicio para dejar atrás todos aquellos temores y preocupaciones que tratan de minar nuestras fuerzas para que vivamos a plenitud de lo que Dios tiene preparado. Abramos nuestros corazones y llenos de seguridad afirmemos en palabras y acciones la buena noticia de salud, vida y esperanza. “De repente aparecieron muchos ángeles del cielo que alababan a Dios y decían:14 «Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra para los que gozan de su buena voluntad”. (vv.13 14). Las señales de Dios siempre se confirman desde el cielo. Y entonaron una corta pero sublime alabanza, la que se ha denominado por su traducción en la versión latina, Gloria in Excelsis Deo, o “Gloria a Dios en las alturas” (2: 14a). Es decir, glorificado sea Dios, entre las huestes angelicales del cielo, porque finalmente Dios se hizo carne (Juan 1:1 4, 14; Heb. 1:1 3; Gál 4:4). La multitud de las huestes celestiales ejerciendo sus funciones de reconocimiento y alabanzas a Dios se unen al unísono al mensajero celestial para reconocer al Príncipe Celestial. Jesús irrumpe a la tierra para establecer el reino de los cielos, y para preparar un camino de modo que las criaturas terrenales pudieran llegar a ser ciudadanos del cielo. ¡Gloria a Dios en las alturas! (v.14). Este canto celestial solo es el inicio de la continua alabanza y loor a Dios que nosotros como sus criaturas le ofreceremos en agradecimiento por su plan redentor. “…y paz en la tierra para los que gozan de su buena voluntad». Los hombres y las mujeres de la complacencia de Dios son aquellos(as) que confían y le obedecen a Él, por lo cual disfrutarán plenamente de la paz de Dios (Isa. 26:3,12; Ef.2:14; Col.1:20;3:15). La paz de Dios no se otorga a quienes tienen buena voluntad (esto es, ninguno), sino a aquellos que son receptores de la buena voluntad o favor de Dios.

Cristo es el verdadero Príncipe de paz. El vino para traer paz a los corazones de la humanidad y Él es la única esperanza de paz mundial. La paz entre Dios y sus semejantes. ¡Jesucristo es nuestro Salvador, nuestra salvación, nuestra Esperanza Viva!

Preguntas para reflexionar: ¿Poseo esta esperanza que Dios me promete? ¿Mi vida lo demuestra? ¿Esta esperanza ha cambiado lo que soy, lo que valoro, y lo que estoy haciendo con mi vida?

Algunos pasajes bíblicos para ayudar a profundizar sobre el tema de la esperanza: 1 Timoteo 1:1; Efesios 1:18, que ya está Colosenses 1:5; 1 Pedro 1:13;1 Pedro 1:21; Romanos 5:5; 1 Corintios 13:13; Colosenses 1:27; Romanos 15:13; Salmo 33:18; Salmo 31:24; Salmo 62:5; Efesios 2:12; Romanos 15:4;2 Tesalonicenses 2:16-1; Efesios 3:19; Tito 2:13;1 Juan 3:3; Job 11:1

Oración de la Esperanza (Ignacio Larrañaga, Encuentro, p. 30)

Señor, una vez más estoy delante de tu Misterio. Estoy constantemente envuelto en tu Presencia que tantas veces se torna en ausencia. Busco tu Presencia en la ausencia de tu Presencia. Echando una mirada al inmenso mundo de la tierra de los hombres, tengo la impresión de que muchos ya no esperan en Ti. Yo mismo hago mis planes, trazo mis metas y pongo las piedras de un edificio del cual el único arquitecto parezco ser yo mismo.

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Hoy día los hombres somos, muchas veces, unas criaturas que nos constituimos en esperanza de nosotros mismos.

Dame, Señor, la convicción más profunda de que estaré destruyendo mi futuro siempre que la esperanza en Ti no estuviere presente. Haz que comprenda profundamente que, a pesar del caos de cosas que me rodea, a pesar de las noches que atravieso, a pesar del cansancio de mis días, mi futuro está en tus manos y que la tierra que me muestras en el horizonte de mi mañana será más bella y mejor. Deposito en tu Misterio mis pasos y mis días porque sé que tu Hijo, y mi Hermano venció la desesperanza y garantizó un futuro nuevo porque pasó de la muerte a la vida.

¡Amén!

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25 de diciembre de 2022 Día de Navidad

Título: Llevemos las buenas noticias

Rvda. Ana Belle Rivera Acevedo Directora Oficina de Capellanía, Escuela CEDIN Elemental Iglesia Cristiana Discípulos de Cristo EEUU & Canadá

7 Isaías dijo: «Qué hermoso es ver al que llega por las colinas trayendo buenas noticias: noticias de paz, noticias de salvación, y le dice a Jerusalén: “¡Tu Dios reina!” 8 ¡Escucha! Tus guardias gritan de alegría, porque ven con sus propios ojos que Dios vuelve a Jerusalén. 9 Habitantes de Jerusalén, ¡entonen canciones de alegría! Dios ha consolado a su pueblo, ¡ha liberado a Jerusalén! 10 Dios mostrará su poder a todas las naciones, y todas las regiones de la tierra verán la salvación de nuestro Dios. Isaías 52:7 10 (TLA)

El capítulo 52 de Isaías comienza en sus primero dos versículos haciendo un llamado al pueblo de Israel en medio de su cautiverio: 1¡Despierta, Jerusalén, despierta! ¡Levántate y sé fuerte! Jerusalén, ciudad santa, vístete de gala, que los enemigos extranjeros ya no volverán a atacarte. 2 ¡Jerusalén, levántate! ¡Sacúdete el polvo! ¡Quítate del cuello las cadenas, y siéntate en el trono!

La situación de la época en que se redactó el texto de Isaías también era de “tiempos difíciles”. Se entiende que fue escrito durante la experiencia del exilio. Alrededor del año 587 a.C. cuando Jerusalén cayó en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia. El rey Sedecías fue capturado y obligado a presenciar el asesinato de su esposa y sus dos hijos. Después lo torturaron, le sacaron los ojos y lo condujeron al cautiverio, donde murió (2 R 25,8 12; Jr 39,4 7; 52,5 11). En seguida Nabucodonosor ordenó la destrucción de Jerusalén, la ciudad santa. Todo lo que representaba la presencia de Dios había sido destruido. Incendiaron el Templo, el culto se había interrumpido, masacraron y encarcelaron a los sacerdotes, la monarquía había dejado de existir, la tierra pasó a ser propiedad del enemigo. El pueblo vivía disperso a lo largo del imperio babilónico (587 a 535).

Interesante llamado a un pueblo que ha experimentado; lo que llaman algunos biblistas: la cólera divina, que ha devastado y alcanzado a todo el pueblo. Según los comentarios bíblicos la cautividad ha servido para blasfemar el nombre de Dios y la humillación de su pueblo; sin embargo, Él continúa siendo su esperanza. El versículo 1 y su afirmación ¡Despierta! se puede interpretar como una alarma que utiliza el profeta e invita al pueblo a levantarse fortalecido a celebrar y anunciar su victoria. El versículo 2 nos afirma que Dios redimirá a su pueblo que gime y sufre bajo cautiverio la opresión de sus invasores babilónicos.

En el pasaje de hoy los versículos del 7 al 10 nos afirma el poder liberador, restaurador y salvífico de Dios aún cuando las esperanzas del pueblo parecían haber languidecido. La voz de un mensajero que trae buenas nuevas y sus pies presurosos corren desde el lugar más alto (Sion)

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hacia la ciudad proclamando la esperanza de un nuevo momento para un pueblo que ya no aguantaba más dolor y sufrimiento.

Se anuncia la esperanza traen las buenas nuevas de redención para el pueblo. Viene bajando desde el lugar más alto hasta la ciudad anunciando que se acerca la llegada de aquel que librará al pueblo de sus opresores devolviéndoles la dignidad, la honra y la libertad de vivir en paz. Afirmando el reinado de Dios por encima de la dura realidad del pueblo de Israel en el exilio, prisioneros y esclavizados infunde aliento a aquellos y aquellas que vivían desesperanzados. Donde reina Dios reina la paz, reina el deseo de reflexionar en la nueva realidad y surge la inspiración de consolar desde la esperanza.

Este pasaje se convierte en una reflexión de consuelo y esperanza, develando la oportunidad de nuevas posibilidades ante nuevas realidades sociales, políticas y religiosas. La realidad del pueblo de Israel era triste sí, pero los profetas se convirtieron en voceros de la esperanza llamando al pueblo a una actitud de seguir hacia adelante, leyendo la nueva realidad y moverse hacia algo nuevo. Los profetas se ven en la obligación de sembrar la esperanza a la vez que dan gritos de jubilo ¡Tu Dios reina! Afirmando la presencia de Dios en medio de la adversidad. Hoy 25 de diciembre de 2022 la realidad a nivel mundial es difícil. Guerras, inflación, post pandemia, desastres naturales, violencia en todas sus expresiones y otros males sociales como la pobreza, el racismo, el clasismo y la corrupción de los líderes políticos en todas partes del mundo nos ponen en un estado difícil y de alta vulnerabilidad. La tasa de suicidio se ha incrementado en los últimos años y las tasas de violencia de género, feminicidios y una niñez cada vez mas abandonada nos puede; igual que al pueblo de Israel, llevar a la desesperanza y el desasosiego. Por eso hoy más que nunca se hace urgente que tu yo anunciemos la buena noticia de que Dios se ha acercado y podemos afirmarle al mundo ¡Tu Dios reina!

El profeta nos afirma en el versículo 8 ¡Escucha! Tus guardias gritan de alegría, porque ven con sus propios ojos que Dios vuelve a Jerusalén. ¿Acaso no es esto lo que celebramos hoy? Celebramos hoy la esperanza que Dios se encarnó para como siempre dar el primer paso por amor y acercarse a su creación. No importa cuán oscuro sea el momento que estemos viviendo podemos aferrarnos a la fe y la esperanza de saber que Dios está y el hará. Perder un ser amado es un momento oscuro sí, pero sentir el cuidado y la fortaleza de nuestro creador y salvador nos ayuda a levantarnos y ver la luz de la esperanza. Estos días festivos se prestan para extrañar a los que se nos adelantaron a la eternidad y cuanta paz trae al alma saber que por que Dios reina y que nos volveremos a ver. Hoy la situación económica tal vez esta como para no celebrar; es cierto, pero hay espacio para dar gracias y saber que mañana estaremos mejor y que tenemos las fuerzas para luchar por un futuro mejor.

Hoy podemos entonar cánticos de alegría como invita el profeta en el versículo 9; pues hemos visto la promesa de Dios cumplida en Jesús nuestro salvador y redentor. Que se llene de júbilo nuestra alma pues nuestra esperanza está en medio nuestro. Es momento de reflexionar en todo lo que tenemos aún cuando no sea en abundancia, porque cuando partimos desde la gratitud podemos ver nuevas posibilidades en medio de nuestra realidad. Somos tu y yo los portadores hoy de la buena noticia de Dios que ha mostrado su amor y favor por lo que nos unimos a miles de voces en adoración y gritamos ¡entonen canciones de alegría! Dios ha consolado a su pueblo a través de las múltiples vidas que se mueven a la compasión y responden a la fuerza del amor

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bendiciendo la vida de aquellos y aquellas que viven al margen de la sociedad. El reino de Dios se hace presente hoy aquí y ahora cuando tu y yo luchamos por la justicia, cuando abrazamos a los pequeños y pequeñas de Dios afirmamos su presencia. Cuando llegamos al hospital a visitar al enfermo/a, al proveerles alguna necesidad y cuando le regalamos esa palabra de oración acercamos el reino de Dios y anunciamos la esperanza. Proclamamos la esperanza no solo desde el pulpito si no desde nuestra propia vida, nuestras acciones de solidaridad, empatía, compasión y amor revelan la acción de Dios mismo.

En este tiempo de navidad sembremos la esperanza a tiempo y fuera de tiempo. No es tiempo para divisiones, juicios y prejuicios; es tiempo de anunciar la buena noticia del AMOR INCONDICIONAL de Dios para todas sus criaturas, para toda su creación. Abraza, ama, perdona, reconcíliate con tu prójimo, visita al/la que se siente solo/a, regálale aquel o aquella que no tiene a nadie, visita un hogar de niños o niñas maltratadas; tu abrazo, tu visita les deja saber que Dios no les ha olvidado. Adopta un proyecto social que le hace falta sentirse acompañados por y protegidos por Dios. Que tus acciones y las mías reflejen igual que la voz profética de Isaías: Dios mostrará su poder a todas las naciones, y todas las regiones de la tierra verán la salvación de nuestro Dios. ¿Te atreves anunciar la buena noticia de Dios?

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25 de diciembre de 2022

Día de Navidad

Título: El logos de Dios

Rvdo. Dr. Julio R. Vargas Vidal Director Oficina de Capellanía, Escuela de Optometría Iglesia Metodista de Puerto Rico

1 En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. 2 Él estaba en el principio con Dios. 3 Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. 5 Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. 6 Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió 7 como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que él decía. 8 Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz. 9 La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo. 10 Aquel que es la Palabra estaba en el mundo; y, aunque Dios hizo el mundo por medio de él, los que son del mundo no lo reconocieron. 11 Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron. 12 Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. 13 Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.

14 Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad. 15 Juan dio testimonio de él, diciendo: «Éste es aquel a quien yo me refería cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.»

16 De su abundancia todos hemos recibido un don en vez de otro; 17 porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. 18 Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a conocer. Juan 1.1 18 DHH

Datos exegéticos Cerca de finales del siglo I (entre los años 80 100), un auténtico judío, profundamente religioso y buen conocedor de las tradiciones y las expectativas de su pueblo, “escribió estas cosas” (Jn 21.24). Su nombre, según la tradición: Juan, hijo de Zebedeo y uno de los doce discípulos. El propósito de Juan, al redactar estas cosas, fue para que creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengamos vida en su nombre (Jn 20.30 31). Juan buscó otros enfoques ya que su punto de vista sobre el Mesías no es el mismo que el de Mateo, Marcos y Lucas (evangelios sinópticos). A menudo se refiere a situaciones, eventos, palabras, enseñanzas y discursos de Jesús no atestiguados por los sinópticos. Otra característica del propósito de Juan es su interés en no redactar una crónica, sino crear una atmosfera de reflexión que conduzca a los lectores a la fe en Jesucristo, Hijo de Dios. Finalmente, una característica bien marcada de su manera de redactar es el uso del lenguaje simbólico, como bien veremos en el texto que nos ocupará esta reflexión.

El evangelio según Juan comienza con un himno, llamado frecuentemente “prólogo”, de un profundo contenido teológico y el cual sintetiza la visión juanina de Cristo. Jesucristo es llamado Verbo (también traducido como Palabra), igual que en 1 Jn 1.1 y Apocalipsis 19.13. Hace

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referencia a la palabra creadora de Dios (Gn 1.1 26; Sal 33.6), a su palabra reveladora (Sal 33.4; 119.89), a su palabra salvadora (Sal 107.20) y a la sabiduría divina (Pr 8.22 31).

La palabra griega logos tiene varios significados. A menudo la vemos traducida al español como “Verbo” (o “Palabra”), pero también puede significar pensamiento, habla, cuenta, razón, proporción, principio, estándar o lógica. El término tiene un uso variado en la filosofía, la psicología analítica, la retórica y, claro está, en la religión.

Una de las doctrinas centrales de la escuela filosófica estoica es la convicción de que el mundo está organizado de manera racional y coherente, específicamente controlado y dirigido por una fuerza omnipresente que los estoicos llamaron logos. Básicamente designa el pensamiento racional que opera tanto en individuos como en el universo. En el ser humano se ve como la facultad de la razón. En el nivel del cosmos es el principio racional que gobierna la organización del universo. En este sentido es sinónimo con “naturaleza”, “Providencia” o “Dios”. Cuando Juan nos dice que “la Palabra” logos estaba con Dios y se debía identificar con Dios, él toma prestado esta terminología estoica.

Vemos, además de la comparación de Dios con la palabra una comparación con la luz. De hecho, es frecuente en Juan designar la acción reveladora y salvadora de Cristo con el simbolismo de la luz (Jn 8.12; 9.5; 12.46).

El prólogo resalta fuertemente el valor de creer en Jesucristo con la mente, corazón y toda la persona. Es cuando la persona cree en la acción salvadora de Dios por medio de Jesucristo que entonces recibe la vida eterna (Jn 3.14 16; 6.40; 11.25 26; 20.31).

El verso 12 establece una diferencia entre hijos de Dios y criaturas de Dios. Todos somos criaturas de Dios, pues fuimos creados pro Él. Sin embargo, según Juan, solo quienes reciben a Jesucristo y creen en su nombre reciben el título de “hijos de Dios”. Los versos 16 17 explican que el don de la Ley fue superado por la revelación divina de la gracia y la verdad representada por Jesucristo.

El Prólogo describe poéticamente el descenso de la Palabra al mundo y el eventual regreso del Hijo al seno del Padre. Esta descripción encaja perfectamente en el marco veterotestamentario de la Sabiduría personificada (especialmente en Eclesiástico 24 y Sabiduría 9) que existía en el principio con Dios durante la creación del mundo y vino a morar con la humanidad cuando se le reveló la Ley a Moisés.

Finalmente, existía la tradición de que el ministerio de Juan el Bautista estaba relacionado al comienzo del de Jesús. Tomando en cuenta esto, el Prólogo es interrumpido en dos ocasiones para mencionar a Juan el Bautista ante de que la luz llegue al mundo (1.6 8) y para documentar el testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús luego de que la Palabra se encarne (1.15).

Liturgia y simbología

Litúrgicamente hablando, el Prólogo se lee el Día de Navidad, en la 3ra misa de Navidad, el 31 de diciembre, el 7mo día de la octava de Navidad y en la liturgia de iniciación cristiana fuera de la vigilia pascual. En estos contextos, la lectura no sólo nos recuerda la Palabra que se encarnó en la persona de Jesús también nos invita a convertirnos a su vez en encarnación de la palabra de Dios en el mundo, para que Dios continúe siendo revelado y conocido a través de nuestras vidas.

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Cada evangelio tiene un símbolo (Mateo = un hombre divino; Marcos = león con alas; Lucas = buey con alas). Juan es representado en íconos, paramentos, estolas, vitrales, etc., como un águila en ascenso. Su evangelio comienza con un prólogo elevado y asciende hacia los misterios de Dios, la relación entre el Padre y el Hijo y la encarnación.

Aplicación

El Evangelio de San Juan, a diferencia de los otros tres, compromete al lector y a la lectora con las enseñanzas más profundas de Jesús, tales como los discursos extensos que tuvo con Nicodemo y la samaritana y las ilustraciones hermosas acerca del Pan de Vida y el Buen Pastor, entre otras. Este evangelio de altura contiene las afirmaciones de Jesús acerca de ser “el camino, la verdad y la vida…nadie llega al Padre si no es por Él”.

Estos versos son difíciles de entender y quizás más difícil para interpretarlos. Han causado controversia sobre si Jesús está descrito como el único Dios o un dios menor y completamente distinto a Dios. La mayoría del sector cristiano entiende y acepta a Jesús como uno con Dios.

De los Evangelios, Juan tiene la más alta y explícita cristología. En Juan, Jesús es el Hijo Unigénito de Dios, el Camino, la Verdad, la Vida, la vid verdadera, etc. Desde el verso primero del primer capítulo, Juan identifica a Jesús como el Logos, el que posibilitó la existencia del mundo.

¿Quién es Cristo? En el entendimiento cristiano ortodoxo de la cristología que presenta Juan, la idea de que Jesucristo es el Logos ha sido importante en el establecimiento de la doctrina de la divinidad de Jesús, así como la doctrina de la Trinidad. Es así que afirmamos lo expuesto en el Credo Niceno del año 325:

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho…

El texto de hoy nos confirma que Jesucristo es un ser divino, el Verbo de Dios, luz y único hijo de Dios el cual llega al mundo y se encarna. A pesar de ser rechazado por los suyos, empodera a toda persona que crea en Él y los hace hijos e hijas de Dios para que así gocen de la plenitud de Dios. Esto refleja el amor perdurable de Dios que supera el don de la Ley por medio de Moisés.

Como cristianos y cristianas, se nos anima a mostrar amor por la Palabra y el evangelio y a vigilar nuestra propia palabra humana para asegurarnos de que da vida y está igualmente llena de gracia y de verdad.

La palabra es acción. Bien lo expresó Ricardo Arjona cuando afirmó que Jesús es verbo, no sustantivo. Esta perícopa nos da esperanza de que Dios / Jesús / Espíritu de Dios es acción, no inacción. Cada Navidad esperamos la acción encarnada de Dios hacerse ser humano para seguir actuando en medio nuestro. Cada Navidad renace la esperanza de que Dios seguirá actuando a pesar de cuan estancado, inmóvil y detenido veamos el mundo.

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Al inicio del año escolar 2004, mi hijo Nakán tenía 7 años. Yo le había explicado el verdadero significado de Yavé ( ׳הוה ), y allí mismo me dijo, “Pues claro que el nombre de Dios es Yavé, porque Él es verbo…siempre está haciendo algo.

LECTIO DIVINA PARA JUAN 1.1 18

Lea:

El prólogo ofrece la clave teológica de todo el Evangelio: Jesucristo es la Palabra encarnada que revela la gloria de Dios en el mundo. Vino a los suyos y los suyos no lo acogieron, pero a quienes lo acogieron “los hizo capaces de ser hijos de Dios”. El prólogo es poesía y solo puede apreciarse después de repetidas lecturas.

Reflexione:

• ¿Qué le sugiere la expresión: “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos contemplado su gloria”?

• ¿Puede sentir y reconocer la presencia cercana de la Palabra de Dios en su vida?

Ore:

La persona cristiana ora a Dios Padre por el Hijo. Da gracias al Padre por el regalo de la Palabra. Pida que el Espíritu le acompañe para comprender la Palabra de Dios.

Actúe:

Vuelva a leer el prólogo de manera pausada y deje que resuenen en su interior los distintos términos que le llamen la atención: Principio, Palabra, estar junto a, Dios, todo, nada, luz, tinieblas, etc.

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1 de enero de 2023 Bendición de esperanza

Dra. Julissa Ossorio Bermúdez Ayudante Ejecutiva de Vicepresidencia de Asuntos Religiosos Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) de Puerto Rico

Números 6: 22 27 (RV 60)

22 Jehová habló a Moisés, diciendo: 23 Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: 24 Jehová te bendiga, y te guarde; 25 Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; 26 Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.

27 Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.

Una de las tradiciones familiares más hermosas es llegar a casa y pedir a nuestros padres, abuelos, madres, y abuelas, entre otros familiares de mayor edad, la bendición. Son palabras de bienestar, de favor; una oración que nace desde el amor y es dirigida al Ser supremo para que nos colme de bienes y cuidados. Dicho de otra manera, quienes nos aman, desde su fragilidad humana, interceden ante quien todo lo puede, para que nos lleve a nuestra plenitud integral.

Esta tradición data del Antiguo Testamento, donde desde el libro de Génesis se nos muestra, por ejemplo, Dios hablándole a Abraham de cómo habría de bendecirle (Gen. 12:1 3) y a Jacob, que, luchando con un ángel, le decía que no se iría hasta que éste le bendijera (Génesis 32: 26). En la Biblia, las bendiciones se daban en momentos de reunión y despedida, o en eventos significativos de la vida: nacimiento, matrimonio, muerte y la bendición de los hijos que estaban a punto de abrirse camino.

Luego de aproximadamente un año de haber salido de Egipto, se encontraba el pueblo de Israel en el desierto del Sinaí. Allí anduvieron por aproximadamente 38 años; un tiempo de transformación y preparación integral para entrar a la Tierra Prometida. El libro de Números entonces describe los hechos y experiencias significativas que vivió el pueblo de Israel en la travesía desde el desierto de Sinaí hasta llegar a la frontera oriental con la antigua Canaán. El libro se divide en tres partes. La primera de ellas, la cual incluye los primeros 10 capítulos del libro, relata los preparativos para la partida desde el Sinaí. Comprende un censo del pueblo, la purificación del campamento, los últimos acontecimientos en el Sinaí y los reglamentos para marchar y acampar, determinados por la nube de la presencia de Dios y los toques instrumentales que daban la señal de partida.

Números le presta atención de forma cuidadosa al trabajo de los sacerdotes de ser mediadores de la presencia de Dios, pero no necesariamente porque el trabajo religioso era el oficio más importante, sino porque Dios era el centro de todos los oficios. Los levitas no recibían sacrificios porque ellos fueran santos, sino porque al presidir los sacrificios, llevaban a todo el pueblo a tener una relación santa con Dios. Los levitas ayudaban a todas las personas a armonizar su vida y su trabajo con la ley y los propósitos de Dios. Su rol esencial era el de ser mediadores de la redención de Dios para todo el pueblo

A esos efectos, la oración sacerdotal era una plegaria que los sacerdotes dirigían a Dios en favor del pueblo con el propósito de bendecirle. Es decir, los sacerdotes pronunciaban estas palabras de

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bendición, pero no tenían la capacidad divina de bendecir propiamente. Más bien, eran los mensajeros, heraldos, emisarios designados para expresar la buena voluntad del Señor. No pretendía ser una fórmula mágica o hechizo de prosperidad que cualquier persona recibía, sino más bien expresaba esa buena voluntad del Señor hacia su pueblo que le amaba.

Siendo que el pueblo se estaba preparando para su travesía desde el desierto hasta la Tierra Prometida, una de las preparaciones más importantes era tener la garantía de que el Dios que no cambia les habría de bendecir al igual que lo había hecho tan claramente con sus antepasados. Tres cosas eran vitales para la travesía: la protección divina, la gracia y la misericordia de Dios, y la certeza de que la paz de Dios estaría con el pueblo.

Jehová te bendiga, y te guarde… El primer deseo de Dios hacia su pueblo es de bendición y protección. Solo Él sería su defensor y eso sería más que suficiente. Aunque el camino que les esperaba estaría repleto de peligros, Dios Todopoderoso garantiza que les protegería. Podrían sentirse indefensos, sin la preparación y provisión adecuadas, pero Dios sería por el pueblo.

Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia…

Un rostro resplandeciente era sinónimo de intimidad con Dios; de una relación personal con el Dios que les había sacado de Egipto. Contacto con la presencia divina se reflejaba entonces en un resplandor particular del rostro. Aunque hasta ese momento, solo se cuenta a Moisés como quien ha tenido esa experiencia, de alguna manera estas palabras de bendición anticipan que llegaría un tiempo en que no solo Moisés tendría un resplandor en su rostro tras un encuentro con Dios, sino que toda persona que recibiera la bendición de Dios vería el “rostro iluminado” de la aprobación de Dios, experimentaría su presencia y reflejaría su resplandor en su vida diaria. La aprobación de Dios para experimentar su presencia se podía dar únicamente por cuanto Dios era compasivo y clemente; lento para la ira y grande en misericordia. Solo unos meses antes, este pueblo había ofendido al Señor, adorando a un becerro de oro. Más luego de la intercesión de Moisés, este pueblo había recibido misericordia divina; tanto como para que ahora los sacerdotes pudieran pronunciar palabras de misericordia a Dios, en favor del pueblo.

Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz… Que Dios alzara el rostro era sinónimo de aprobación; de que las acciones, pensamientos y palabras agradaban a Dios. Así como se podía actuar y lograr que Jehová escondiera su rostro del pueblo, también se podía actuar siguiendo Sus estatutos para con este pueblo y vivir bajo su aprobación. Así mismo, la paz en este contexto tenía muchas implicaciones. No sólo era salud y prosperidad, sino también bienestar y tranquilidad interior, la serenidad que venía de la seguridad de que Dios sabía y supliría todo lo que sería necesario para el viaje. Era un sentido de que “todo estaba completo”; una gran variedad de dones innumerables y ricas provisiones.

La conclusión de la bendición garantizaba esa paz…y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré. Poner el nombre en algo significaba marcarlo como propiedad de uno. El Señor había puesto su nombre en el pueblo de Israel como dador bondadoso, protector fuerte, amigo fiel, amante que perdona, compañero fiable, proveedor generoso, y dueño exclusivo. El pueblo de Dios era su preciada posesión y el Señor se había propuesto suplir todas sus necesidades. Mientras el sacerdote israelita proclamara esta bendición al pueblo, la comunidad entera estaría sostenida por estas verdades y los adoradores individuales serían animados. A través de esta

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majestuosa declaración pública, el que dudaba era desafiado; el ansioso, tranquilizado; el infractor, recordado del perdón que se le había asegurado; y el creyente, fortalecido.

Hoy es el primer día de un nuevo año. Con este día, nuestra mente y corazón se disponen a actuar en favor de nuevas temporadas, nuevas ilusiones, nuevos proyectos, y nuevas fuerzas para continuar con lo previamente encomendado. A la vez que podría haber ilusión, el sentido de incertidumbre y temor podría invadirnos. ¿tendremos todo lo necesario para enfrentar los retos que este año nos presente? ¿nos llegarán tiempos de enfermedad o de pérdida? ¿Enfrentaremos cambios inesperados?

Los sacerdotes según el orden a Aarón ya no son necesarios. Jesús se ha convertido en nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 4: 14-16). Pero también cada uno de nosotros y nosotras que hemos tenido un encuentro con el Cristo Resucitado estamos llamados para anunciar las virtudes de aquél que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. Hemos sido llamados a ejercer un rol sacerdotal para adorar a Dios con todo lo que hacemos, decimos, pensamos y así, siendo imitadores de Cristo, seguir proclamando las buenas nuevas de esperanza (1 Pedro 2:9). ¡Hemos sido llamados y llamadas a bendecir con esperanza!

En este nuevo año, te invito a compartir con toda persona a tu alrededor una bendición de esperanza para que el Dios trino le proteja, le ilumine y le colme de paz. Es la mejor manera de comenzar otra vez…

Así, por ti que me lees, pido al Todopoderoso

Que el Señor te bendiga y te guarde, Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia Que el Señor alce sobre ti su rostro, y ponga en ti…mi hermano…mi hermana…Su paz. ¡Amén!

¡Feliz año nuevo!

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1 de enero de 2023

1er domingo después de Navidad

Título: La prisa y el susurro

16 Fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el establo.

17 Cuando lo vieron, se pusieron a contar lo que el ángel les había dicho acerca del niño, 18 y todos los que lo oyeron se admiraban de lo que decían los pastores. 19 María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente.

20 Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho.

21 A los ocho días circuncidaron al niño, y le pusieron por nombre Jesús, el mismo nombre que el ángel le había dicho a María antes que ella estuviera encinta.

Lucas 2:16 21

Con prisa, los pastores llegaron y sin detenerse, vieron a María, a José, y al niño acostado en el establo. Encontrando todo tal como se les había anunciado, emocionados su camino siguieron y, aquellos que su relato escucharon, atrás asombrados quedaron.

A pesar de toda la algarabía, María, madre al fin, desde su corazón observaba y se preguntaba por qué en un establo y no en el mesón (Lucas 1:7), su recién nacido se encontraba. Ahí, en su corazón, el silencio le susurraba:

3 El buey reconoce a su dueño y el asno el establo de su amo; pero Israel, mi propio pueblo, no reconoce ni tiene entendimiento. (Isaías 1:3)

El mesón es para los que van de paso, para los que llegan, pero no a quedarse.

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6 de enero de 2023

Epifanía del Señor

Título: Una luz que resplandece en la oscuridad

Rvdo. Arnaldo Luis Cintrón Miranda Director de Capellanía Universitaria Recinto de Barranquitas Iglesia Metodista de Puerto Rico

La gloria de la nueva Jerusalén Levántate, Jerusalén, envuelta en resplandor, porque ha llegado tu luz, y la gloria del Señor brilla sobre ti. La oscuridad cubre la tierra, la noche envuelve a las naciones, pero el Señor brillará sobre ti y sobre ti aparecerá su gloria.

Las naciones vendrán hacia tu luz, los reyes vendrán hacia el resplandor de tu amanecer. Levanta los ojos, y mira a tu alrededor: todos se reúnen y vienen hacia ti. Tus hijos vendrán desde lejos; tus hijas serán traídas en brazos.

Tú, al verlos, estarás radiante de alegría, tu corazón se llenará de gozo; te traerán los tesoros de los países del mar, te entregarán las riquezas de las naciones. Te verás cubierta de caravanas de camellos, que vienen de Madián y de Efá; vendrán todos los de Sabá, cargados de incienso, y proclamarán las acciones gloriosas del Señor. Isaías 60:1 6

La Epifanía es el tiempo donde Dios se hace ver por su pueblo (Definición de la Biblia Católica para la fe y la vida). La época navideña siempre nos hace reflexionar sobre la manifestación del niño Dios y nos provoca tener un encuentro con el Dios que está con nosotros. La presencia del Dios que se encarnó nos pone en la perspectiva de que somos el pueblo de Dios, escogidos para un propósito. Además, es importante destacar que la luz divina nos iluminó para sacarnos de la oscuridad que nos impedía ver la esperanza. Este capítulo 60 del libro de Isaías forma parte del tercer Isaías que va desde el capítulo 56 al 66, el que profetizó en Jerusalén, durante la reconstrucción del templo y la ciudad (537 486 a. C).

Según el comentario de la Biblia Católica Para la Fe y la Vida (2018), Isaías profetizó sobre reavivar la exigencia de justicia y fidelidad, y abrió horizontes universales en esa época en que nacía el judaísmo. También sus últimas profecías anuncian una salvación que es para todos los pueblos, un Israel perfecto, un cielo nuevo y una tierra nueva. El Dr. Samuel Pagán en su comentario sobre el libro de Isaías nos plantea que el propósito teológico de este capítulo 60 es inspirador y consolador; la finalidad educativa es edificar la comunidad de repatriados que ha experimentado las angustias y los desesperos relacionados con el destierro y los procesos de restauración. La oscuridad, según el doctor Pagán, representa el dolor y el cautiverio, alude al periodo de dolor exílico, representa las angustias que vivió el pueblo en Babilonia y se refiere a las dificultades que experimentaron los que regresaron a Jerusalén durante los procesos desesperantes de reconstrucción nacional.

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Sin duda el pueblo de Israel vivió momentos de gran crisis nacional ante las circunstancias del exilio. De igual manera, los seres humanos pasan por momentos de angustia ante los embates que provocan las adversidades de la vida cotidiana. Muchas veces nos sentimos desterrados, solos, vulnerables y deprimidos. Pero es importante destacar que la gracia y misericordia de Dios están presentes para fortalecernos en las más difíciles encrucijadas de nuestra existencia.

La esperanza en este pasaje y texto bíblico nos brinda la oportunidad de tener la compañía de un Dios compasivo, amoroso y, sobre todo, misericordioso, así como también el pueblo de Israel lo experimentó en su proceso de restauración. Al regresar del exilio el pueblo pudo constatar la gran bondad de un Dios que no importando las circunstancias que les aquejaban, los recibió con los brazos abiertos para darles esperanza. Necesitamos corazones abiertos a la esperanza, a la posibilidad de que sus vidas puedan experimentar una renovación espiritual. A que fortalezcan su fe y le encuentren significado a su vida. Aunque el panorama se vea complicado y lleno de desesperanza, la fe y el amor de Dios nos proveen de alternativas de sanidad integral. No todo se ha perdido. Todavía hay un camino que conduce a la paz interior y a la renovación del espíritu. Finalmente, termino esta reflexión con una cita del doctor Pagán, alusiva al texto de Isaías que lee: “La restauración de la ciudad es símbolo de la renovación del pueblo, alude a la salvación de la comunidad, revela la intervención divina que tiene la capacidad y el deseo de transformar las más amargas derrotas en triunfos extraordinarios”. Dios les bendiga ahora y siempre.

Referencias: Pagán, Samuel. (2007). Comentario sobre Isaías. Editorial Augsburg Fortress, Minneapolis.

Biblia Católica Para la Fe y la Vida. (2018). Editorial Verbo Divino,

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8 de enero de 2023

Bautismo del Señor

Título: El Jordán, transición a nuevos retos

Rvdo. Ismael Vázquez Sierra Director Oficina de Capellanía, Recinto de Guayama Iglesia Metodista de Puerto Rico

El bautismo de Jesús

13 Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. 14 Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? 15 Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. 16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. Mateo 3: 13 17 (PDT)

El capítulo 3 Mateo cierra el ciclo de la infancia de Jesús y abre la narrativa de Jesús como un hombre adulto ya en su ministerio público. Jesús a pasado de niño a hombre por lo que esto nos habla de maduración y crecimiento, proceso que en los seres vivos es natural. Este proceso no solo debe darse en lo físico. Se espera que también ocurra a nivel mental, emocional, cognositivo y en lo espiritual. De hecho, el apóstol Pablo habla del crecimiento espiritual en 1 cor. 13 cuando dice: Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.

Y es que hay una transición natural que debe darse en todos los seres humanos, esa transición ocurre en diversos escenarios. Se crece y se madura a través de diversas experiencias y una de ellas es la adversidad.

Y Jesus sabe lo que es eso...

Y es que Jesús aún siendo el hijo de Dios tuvo que crecer en medio del caos. Mateo es el único de los evangelios que nos habla de las pruebas que Jesús tuvo que enfrentar desde que era aún un recién nacido. No tenemos muchos datos de la infancia de Jesús, pero podemos deducir por lo que dice el evangelio que fue una infancia un tanto difícil.

• Nace en la pobreza,

• A temprana edad Herodes le pone precio a su cabeza

• Sus padres tienen que llevárselo al extranjero para protegerlo

• Lo que pone a Jesús mudándose varias veces en su vida con todo lo que eso conlleva para la vida emocional de un niño

Como ven Jesús no la tuvo fácil, pero a pesar de todo eso creció en gracia y sabiduría. Lo que lo convierte en un sobreviviente, que tuvo que crecer y madurar en un contexto de crisis. El texto que nos incumbe nos sitúa en el rio Jordán donde Jesús será bautizado. El Jordán representa el cruce de etapas en la vida de Señor. Es la metamorfosis del carácter.

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Jesus está a punto de iniciar el camino a su destino, al proyecto de redención de la humanidad y él lo sabe, es por eso que declara a Juan, quien se resiste a bautizarlo: nos conviene (es necesario) cumplir con todo lo que es justo. ¿Qué es eso de lo justo?

En primer lugar, lo justo es uno de los temas principales en este Evangelio allí encontramos que dice:

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia” (5:6).

“Porque os digo, que, si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y de los Fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (5:20).

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (6:33).

“Vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis” (21:32). ¿Qué quiere decir Jesús con “cumplir todo lo justo” En este Evangelio?

Para Mateo lo justo es cumplir la voluntad de Dios. Y Jesús le dice Juan: “nos conviene” (v. 15). Y así nos dice a cada uno de nosotros, hacer la voluntad de Dios nos conviene ¿Qué ocurre cuando se hace la voluntad de Dios? El cielo se abre y ¿qué pasa cuando se abre el Cielo? Apocalipsis 19:11 21 dice que cuando el Cielo se abre, aparece el Cristo resucitado en toda su gloria listo para vencer.

Ahora, cuando Juan le bautiza en cumplimiento de la voluntad de Dios, algo extraordinario ocurre, todos los allí presentes ven como el cielo se abre y desciende el Espíritu Santo como paloma y se oye la voz de Dios. Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento” (v. 17). Estas palabras que vienen del antiguo testamento en el Salmo 2:7 (“Tú eres mi hijo; hoy te he engendrado”) y en Isaías 42:1 (“He aquí mi siervo… en quien mi alma toma contentamiento”). son un anuncio de esperanza para aquel pueblo oprimido y esclavizado. Por otra parte, aquella voz declara que Dios está muy orgulloso de su hijo y lo proclama a viva voz.

Cualquier padre o madre cuyo hijo o hija le haya hecho sentir orgulloso se puede identificar con el orgullo del Padre por su Hijo y también gritaría: Ese es mi hijo, así mismo cualquier hijo o hija que haya recibido alabanzas de sus padres sabe el poder de tales elogios. Por otra parte Jesus había hecho un gran acto sacrificial. En Filipenses 2 nos dice: que se despojó a si mismo la palabra en griego es kenosis, que significa vaciarse. Jesus siendo Dios no se aferró a esa realidad, sino que se vacío de su esencia para tomar forma de hombre. Su sacrificio nos enseña que lo que en momentos de la vida sacrificamos o dejamos por hacer la voluntad de Dios, El nos lo devolverá con creces.

Finalmente, el texto nos afirma que hacer la voluntad de Dios nos capacita para enfrentar las grandes pruebas y tentaciones de la vida, que la presencia del Espíritu Santo en la vida de Jesús así como en la nuestra nos capacita para enfrentar la adversidad y los tiempos de duras pruebas con fe y esperanza.

Recordemos que lo próximo que Mateo relata es la tentación de Jesús en este evangelio por lo que Hacer la voluntad de Dios lo preparó para enfrentar al Diablo en el monte de la tentación y vencer. Así también este tiempo final de adviento nos llama a la preparación y al cruce de nuestros Jordanes personales, a transaccionar y madurar en la vida para vencer toda tentación venidera en el nombre de nuestro Señor. Que así nos ayude Dios…

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