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Renace la esperanza Rvdo. Norberto Domínguez Rodríguez

24 de diciembre de 2022 Nochebuena

Título: Renace la Esperanza

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Rvdo. Norberto Domínguez Rodríguez Vicepresidente de Asuntos Religiosos Iglesias Bautistas de Puerto Rico

Por aquellos días, César Augusto mandó que se hiciera un censo en todo el imperio romano. 2 Este primer censo se hizo cuando Cirenio era gobernador de Siria.3 Todos tenían que ir a su pueblo de origen para inscribirse. 4 También José, que era descendiente del rey David, tuvo que ir de Nazaret, que era una ciudad de la región de Galilea, a Belén, que estaba en Judea. Esa era la ciudad de David, 5 y José fue allí para inscribirse junto con María, su esposa, que estaba embarazada.6 Mientras estaban en Belén, a ella le llegó el tiempo, 7 y dio a luz a su primer hijo. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado lugar para ellos en la posada.8 Por aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando a sus ovejas. 9 De pronto, un ángel del Señor se les apareció y la gloria del Señor brilló y los envolvió. Los pastores se llenaron de miedo. 10 Pero el ángel les dijo: «¡No tengan miedo! Les traigo buenas noticias que van a llenar de alegría a todo el pueblo: 11 Hoy ha nacido, en la ciudad de David, su Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Se darán cuenta de que es él, porque lo encontrarán envuelto en pañales y acostado en un pesebre».13 De repente aparecieron muchos ángeles del cielo que alababan a Dios y decían:14 «Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra para los que gozan de su buena voluntad». Lucas 2:1-14 (NBV)

Si tuvieras la oportunidad en esta “noche buena”, víspera de la navidad para preparar un álbum de fotos con motivo a la esperanza ¿Qué fotos e imágenes incluirías? El relato bíblico (Lucas 2:1-14) presenta un pintoresco y colorido álbum que nos muestra el verdadero significado bíblico de la esperanza como una palabra activa que implica seguridad y determinación. Solemos utilizar en nuestro acervo popular la expresión: “Lo último que se debe perder es la esperanza”, dando a entender que los seres humanos procuran aferrarse al deseo que esperan ver cumplido. El paciente alberga la esperanza que su salud mejore si sigue las instrucciones de su médico, el empleado tiene la esperanza que será ascendido de puesto si realiza bien su labor y el estudiante tiene la esperanza de aprobar con buenas calificaciones su examen. La mayoría de la gente entiende la esperanza como una ilusión, como en "Espero que suceda algo". ¿Cómo la Biblia define la esperanza?

La palabra «esperanza» en la Biblia expresa confianza y seguridad en relación con el futuro porque se basa en las promesas, el carácter y la fidelidad de Dios como se revelan en las Escrituras. La esperanza bíblica es posible cuando existe la creencia que Dios actúa e interviene

en la vida humana por lo cual se puede confiar creyendo en sus promesas. La esperanza es una seguridad firme con respecto a cosas que no están claras y desconocidas: “Esa es la esperanza por la cual fuimos salvos. Esperar lo que se puede ver no es esperanza. Si uno ya tiene lo que espera, no tiene que esperarlo más. Pero mantenernos esperando de Dios lo que todavía no se ha manifestado nos enseña a tener paciencia. (Rom. 8:24-25); La fe es la seguridad de recibir lo que se espera, es estar convencido de lo que no se ve. Heb. 11:1, 7). La esperanza es mirar hacia adelante a algo con un

sentido de expectativa y confianza. Los hijos e hijas de Dios siempre saben que tienen esperanza porque tienen a Dios en su corazón y la esperanza siempre está frente de sus pensamientos.

Los profetas hablan de tener una “firme esperanza” y una “esperanza viva, “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos (1 Pedro 1:3); “Que el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. (Rom. 15:13). La esperanza viva del creyente se origina en un Salvador y Señor vivo y resucitado que sería llamado Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9:6)

El profeta Miqueas (5:2) comunica al pueblo de Israel acerca del lugar donde habría de nacer el mesías: “Pero tú, Belén Éfrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”. El v. 4 establece una especie de símbolo profético dentro de la narración histórica de Lucas, José proveniente del linaje de David y María vivían en Nazaret, provincia de Galilea, al norte de Palestina. En cumplimiento de esa promesa, Dios hecho mano de una coyuntura sociopolítica para propiciar el viaje de estos a Belén (vv. 1-6). Belén era conocida como la casa del pan, es el lugar donde convergen eventos y circunstancias donde no quisiéramos estar, que inclusive nos angustian, pero a su vez forman parte del plan perfecto de Dios para nuestras vidas. Más tarde durante el ministerio terrenal de Jesús mismo se revelará como pan de vida, “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre;” (Jn 6: 35a).

No se sabe el tiempo transcurrido en que la pareja estuvo en Belén, pero si podemos contactar las condiciones de soledad y pobreza que giraron alrededor del cumplimiento de los días del alumbramiento (vv.6-8). Cuantas familias e individuos en este estos días que conmemoramos que renace la esperanza en la persona del Niño Dios, viven el desamparo y desarraigo de vínculos familiares, emigración forzada, problemas económicos, pobreza extrema, falta de un hogar seguro, temor a lo que puede deparar el futuro, carencia de salud física, mental y espiritual. Antes estas y otras situaciones, hoy más que nunca nuestro mundo necesita saber que hoy esa esperanza viva puedo renacer en cada uno de sus corazones.

José y María fueron sostenidos por la promesa de Dios previo al nacimiento; “no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Luc. 1:3133); “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque el Niño que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo” (Mat.1:20). Que al igual que María y José, nosotros podamos encarnar una esperanza sólida y segura ante los retos y desafíos que al presente vivimos, con la seguridad que Dios es fiel para cumplir todas sus promesas.

Por aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando a sus

ovejas (v.8). La gran noticia de todos los tiempos que marcaba el cumplimiento profético es revelada a la gente más humilde, pobre y rechazada de la sociedad. El nacimiento de Jesús sería la consecución de las promesas al pueblo oprimido y sin esperanza, Reino de Dios desde los de abajo, nuevo orden, nuevos valores de justicia y paz. “De pronto, un ángel del Señor se les apareció y la gloria del Señor brilló y los envolvió”. Si bien es cierto que Dios nos sorprende de muchas maneras, incluso de formas sobrenaturales, también se manifiesta en las formas más sencillas y cotidianas de la vida; “y los envolvió” es la misma palabra que se utiliza en la expresión: “Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”

“Los pastores se llenaron de miedo. Pero el ángel les dijo: «¡No tengan miedo! Les traigo buenas

noticias que van a llenar de alegría a todo el pueblo:” Recordemos que al igual que sucedió con Zacarias (1:12-13) y María (1:12–13) en sus encuentros con ángel, estos hombres temieron con gran temor. Se acerca el evangelio, buenas noticias y lo que produce es alegría, un sentimiento interior de felicidad y satisfacción que estalla en júbilo y alabanza y no temor. El gozo no llega solo a los humildes pastores a los padres aislados lejos de casa. La alegría llega a todas las personas. En el lugar más improbable entre los espectadores más improbables, Dios hizo a un lado los temores del mundo y proporcionó al mundo motivo de alegría (Is. 9:3). Que la temporada de adviento y navidad sea el inicio para dejar atrás todos aquellos temores y preocupaciones que tratan de minar nuestras fuerzas para que vivamos a plenitud de lo que Dios tiene preparado. Abramos nuestros corazones y llenos de seguridad afirmemos en palabras y acciones la buena noticia de salud, vida y esperanza. “De repente aparecieron

muchos ángeles del cielo que alababan a Dios y decían:14 «Gloria a Dios en las alturas, y paz en

la tierra para los que gozan de su buena voluntad”. (vv.13-14). Las señales de Dios siempre se confirman desde el cielo. Y entonaron una corta pero sublime alabanza, la que se ha denominado por su traducción en la versión latina, Gloria in Excelsis Deo, o “Gloria a Dios en las alturas” (2: 14a). Es decir, glorificado sea Dios, entre las huestes angelicales del cielo, porque finalmente Dios se hizo carne (Juan 1:1–4, 14; Heb. 1:1–3; Gál 4:4). La multitud de las huestes celestiales ejerciendo sus funciones de reconocimiento y alabanzas a Dios se unen al unísono al mensajero celestial para reconocer al Príncipe Celestial. Jesús irrumpe a la tierra para establecer el reino de los cielos, y para preparar un camino de modo que las criaturas terrenales pudieran llegar a ser ciudadanos del cielo. ¡Gloria a Dios en las alturas! (v.14). Este canto celestial solo es el inicio de la continua alabanza y loor a Dios que nosotros como sus criaturas le ofreceremos en agradecimiento por su plan redentor. “…y paz en la

tierra para los que gozan de su buena voluntad». Los hombres y las mujeres de la complacencia de Dios son aquellos(as) que confían y le obedecen a Él, por lo cual disfrutarán plenamente de la

paz de Dios (Isa. 26:3,12; Ef.2:14; Col.1:20;3:15). La paz de Dios no se otorga a quienes tienen buena voluntad (esto es, ninguno), sino a aquellos que son receptores de la buena voluntad o favor de Dios.

Cristo es el verdadero Príncipe de paz. El vino para traer paz a los corazones de la humanidad y Él es la única esperanza de paz mundial. La paz entre Dios y sus semejantes. ¡Jesucristo es nuestro

Salvador, nuestra salvación, nuestra Esperanza Viva!

Preguntas para reflexionar:

¿Poseo esta esperanza que Dios me promete? ¿Mi vida lo demuestra? ¿Esta esperanza ha cambiado lo que soy, lo que valoro, y lo que estoy haciendo con mi vida?

Algunos pasajes bíblicos para ayudar a profundizar sobre el tema de la esperanza:

1 Timoteo 1:1; Efesios 1:18, que ya está Colosenses 1:5; 1 Pedro 1:13;1 Pedro 1:21; Romanos 5:5; 1 Corintios 13:13; Colosenses 1:27; Romanos 15:13; Salmo 33:18; Salmo 31:24; Salmo 62:5; Efesios 2:12; Romanos 15:4;2 Tesalonicenses 2:16-1; Efesios 3:19; Tito 2:13;1 Juan 3:3; Job 11:1

Oración de la Esperanza (Ignacio Larrañaga, Encuentro, p. 30)

Señor, una vez más estoy delante de tu Misterio. Estoy constantemente envuelto en tu Presencia que tantas veces se torna en ausencia. Busco tu Presencia en la ausencia de tu Presencia. Echando una mirada al inmenso mundo de la tierra de los hombres, tengo la impresión de que muchos ya no esperan en Ti. Yo mismo hago mis planes, trazo mis metas y pongo las piedras de un edificio del cual el único arquitecto parezco ser yo mismo.

Hoy día los hombres somos, muchas veces, unas criaturas que nos constituimos en esperanza de nosotros mismos. Dame, Señor, la convicción más profunda de que estaré destruyendo mi futuro siempre que la esperanza en Ti no estuviere presente. Haz que comprenda profundamente que, a pesar del caos de cosas que me rodea, a pesar de las noches que atravieso, a pesar del cansancio de mis días, mi futuro está en tus manos y que la tierra que me muestras en el horizonte de mi mañana será más bella y mejor. Deposito en tu Misterio mis pasos y mis días porque sé que tu Hijo, y mi Hermano venció la desesperanza y garantizó un futuro nuevo porque pasó de la muerte a la vida. ¡Amén!

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