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Abramos el camino Padre Bryan A. Vélez García

4 de diciembre de 2022 Segundo Domingo de Adviento

Título: Abramos el camino

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Rvdo. P. Bryan Alexis Vélez García Director de Capellanía, Academia Inter Metro Tradición Episcopal/Anglicana

3 Era el año quince del gobierno del emperador Tiberio, y Poncio Pilato era gobernador de Judea.

Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Filipo gobernaba en Iturea y Traconítide, y Lisanias gobernaba en Abilene. 2 Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. Por aquel tiempo, Dios habló en el desierto a Juan, el hijo de Zacarías, 3 y Juan pasó por todos los lugares junto al río Jordán, diciendo a la gente que ellos debían volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados. 4 Esto sucedió como está escrito en el libro del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor; ábranle un camino recto. 5 Todo valle será rellenado, todo cerro y colina será nivelado, los caminos torcidos serán enderezados, y allanados los caminos disparejos. 6 Todo el mundo verá la salvación que Dios envía.”» (Lucas 3:1-6 DHH)

Hoy celebramos en la Iglesia el segundo domingo de adviento. En esta temporada en los cristianos esperamos el nacimiento de nuestro Salvador, son 4 dominicas junto a sus semanas en que la Iglesia aguarda alegremente y esperanzada la encarnación de Jesús entre nosotros. El adviento nos invita a los (as) cristianos(as) a prepararnos y a preparar a otros a la llegada del Mesías.

El tercer capítulo de Lucas en sus primeros 6 versículos nos habla de Juan el Bautista. Juan era hijo de Isabel, quien fuese prima de la María la madre de Jesús, y su padre era Zacarias uno de los sacerdotes de templo. Juan era muy estimado por el pueblo, pues este anunciaba con gran celo el mensaje de Dios, un llamado al ser humano a la conversión de todo corazón. Juan además desafío la estructura religiosa enseñando y preparando a todos aquellos que escuchaban su mensaje tal como lo hizo Jesús, fuera del templo, en la calle, en contacto con la gente y en especial con los marginados.

Lucas en este pasaje nos detalla que Juan tuvo un encuentro con Dios en el desierto. Este encuentro provoco que Juan regresara con gran fuerza a hacer un llamado a la conversión. Este llamado que Juan el Bautista hace al pueblo de Israel nos dice el autor que sucedió para cumplir con lo que el profeta Isaías anuncia «Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor; ábranle un camino recto”. Juan sin duda alguna fue pieza clave en el anuncio de la llegada nuestro Mesías, del llamado a la conversión y al arrepentimiento. Un llamado como dice el profeta Isaías, era para que “todo el mundo vea la salvación que Dios envía”.

La Navidad para nosotros los cristianos debe servirnos de encuentro con Dios como lo fue el desierto para Juan. Este encuentro debe provocar en nosotros una acción evangelizadora de anunciar la llegada del Mesías. Una llegada que nos permite experimentar de cerca la salvación, pero una salvación que no es lejana sino, que es cercana. La exhortación que Juan el Bautista nos hace, para preparar el camino al Señor hoy es más real y necesaria que nunca.

En un mundo donde las crisis sociales, políticas y económicas se agravan debemos anunciar la llegado del Mesías y su promesa para el pueblo de Dios que reconoce en la figura de Jesús la encarnación y perfección de Dios. Preparar el camino al Señor nos invita a nosotros (as) los (as) cristianos (as) hacer visible los valores del Reino. Acercando a nuestra sociedad a vivir los valores del amor, la justicia, la paz y el respeto que nos invita Jesús. Reconociendo la pluralidad de nuestras sociedades podemos cumplir con el llamado a Dios de volvernos a Él. El cristiano o la cristiana no puede pretender estar cerca de Dios mientras fomenta y perpetua la opresión, el discrimen, la violencia entre otros males en nuestras sociedades.

Abramos pues el camino al Señor, ya está cerca de nosotros, y aún hay gente que necesita conocer que su llegada representa Buena Noticia.

Hoy la invitación es hacernos la siguiente pregunta:

¿Cómo le podemos abrir el camino al Señor?

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