5 minute read

Entonces, ¿qué haremos? Prof. Amílcar S. Soto Quijano

11 de diciembre de 2022 Tercer Domingo de Adviento

Título: Entonces ¿qué haremos?

Advertisement

Prof. Amílcar Saúl Soto Quijano Director Oficina de Capellanía, Recinto de Arecibo

Comunidad Cristiana de Adoración, Arecibo, PR

La gente le preguntaba, diciendo: —Entonces, ¿qué haremos? Respondiendo, les decía: —El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.

Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: —Maestro, ¿qué haremos? Él les dijo: —No exijáis más de lo que os está ordenado. También le preguntaron unos soldados, diciendo: —Y nosotros, ¿qué haremos?

Les dijo: —No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. Como el pueblo estaba a la expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, respondió Juan, diciendo a todos: —Yo a la verdad os bautizo en agua, pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en

Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano para limpiar su era. Recogerá el trigo en su granero y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo. Lucas 3:10-18 RVR 1995

Personalmente creo que no hay un personaje bíblico más subestimado que Juan el Bautista. No solo es parte de la familia del mismo Jesús, sino que su ministerio en la tierra parece uno extraño, fuerte y radical (hasta le costó su vida). Hasta su aspecto físico era uno poco común. Sin embargo, la misma Biblia hace mención de su vida desde el mismo principio cuando es anunciado su nacimiento por un ángel, nos relata cómo se regocija dentro del vientre de su madre ante la presencia de su primo Jesús quien también estaba todavía en el vientre materno; y como si fuera poco el mismo Jesús les dijo a sus discípulos: “Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista” Lc 7:28a. Su predicación era directa, poco rebuscada, pero muy real y cargada de sinceridad celestial. En esta porción bíblica encontramos al “pueblo” interrogando al profeta, posiblemente después de algún mensaje en pleno río Jordán. Sus dudas y deseo de saber más me impresionan y a su vez me entristecen, les explicaré luego por qué. A través de esta porción el evangelio nos presenta diferentes tipos de personas, de diferentes áreas sociales con interrogantes para el profeta quien muy sabiamente les contesta y aconseja. A primera vista es una escena interesante que no nos dice mucho. Pero a mí, me levantó mucha curiosidad. Me agrada pensar la inquietud de todas esas personas y me pregunto: ¿Qué dijo Juan que les creó tanta inquietud? ¿Cuánta confianza había en sus palabras que lograban que la gente se acercara? ¿Cuál era el mensaje principal?

Hoy es el tercer domingo de Adviento, estamos en plena época navideña. El pueblo cristiano celebra emocionado el Adviento, Dios se hace hombre y viene a esta tierra a vivir entre nosotros. Por otro lado, el comercio hace sus mejores ofertas y las ventas suben vertiginosamente sin importar la recesión económica. Ambos mundos coexisten durante este mes. Entre ellos se pelean por llevar su mensaje y acaparar la atención de la sociedad. Es por esta razón que el hecho de que la gente fuera a donde Juan el Bautista me llena de curiosidad. Me pregunto: ¿Por qué no se acercan a

la iglesia, ni al evangelio y menos recuerdan el verdadero significado de estos días? ¿Qué pasó y de quién es la culpa de que esto no suceda? Hoy vivimos un buen momento para meditar en cuán convincentes somos al llevar el mensaje de un Dios que se preocupa por este mundo enviando a su único Hijo en medio nuestro, o sea el mensaje de la Navidad. ¿Cuándo o Cuántas veces se nos han acercado a nosotros y nos han preguntado: “¿Y ahora, qué haremos?”. Juan estaba convencido de la llegada del Mesías: “Yo a la verdad bautizo en agua, pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de Su calzado” Luc 3:16. Juan no se había encontrado con el Mesías cara a cara, y ya su corazón le anhelaba y reconocía la importancia de su presencia para esta humanidad. Esto era lo que destilaba cada una de sus palabras en cada mensaje que dio a orillas del Río Jordán. Al grado que inquietaba a todos los que lo oían llevándolos a un deseo genuino de conocerlo y cambiar sus vidas. Juan con mucha sabiduría les aconsejaba lleno de la presencia de Dios.

En esta época navideña sería interesante reflexionar con cuanta convicción yo muestro al hablar de la llegada del Mesías en esta época de Adviento. Luego de un año 2022 difícil de Covid, corrupción y huracanes nuestro mensaje de un Dios que nace en medio nuestro para traer salvación es sumamente pertinente. Pero, ¿será más convincente que los especiales de las mega tiendas, más importantes que lo último en Tecnología o más grato que las fiestas que duran hasta el otro día?

Vivamos reconociendo el nacimiento de Jesús, pero en nuestro corazón. Una vez más Dios baja a la tierra, pero en vez de en un sucio pesebre, ahora nace en un corazón roto y necesitado. Una vez ahí el Espíritu Santo se hará sentir en todas y cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones. El Bautista solo instaba al pueblo a que “Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios” Lc 3:8. Una visita íntima y personal al Jesús nacido en nuestros corazones hará la diferencia en nuestras vidas. De esta manera podremos llevar en estos días el mensaje de Adviento: Dios con nosotros. No habrá otro mensaje más contundente e importante por encima de este. De esta manera nos convertimos en un eco viviente de las palabras del Profeta Isaías al referirse a Juan el Bautista: “Voz del que clama en el desierto. ¡Preparen el camino para la venida del Señor, Ábranle camino! Isaías 40:3 Dios llega a nosotros, a ÉL sea la Gloria y nuestra la alegría.

This article is from: