3.1.- Llegar y morir: las defunciones relacionadas con la Ferrería de San Blas.
E
l acercamiento a la mortalidad en el Antiguo Régimen, e incluso en los años de mayor funcionamiento de la ferrería de San Blas, sólo es posible debido a los datos que anotaban los párrocos en los que se conocen como libros parroquiales de óbitos o enterramientos, donde los responsables de las parroquias registraban los enterramientos que se producían en el mismo suelo parroquial -cada lugar tenía un distinto valor, ya que no era lo mismo que los restos descansasen sobre el altar mayor o un altar privilegiado que sobre los pies o las gradas de la iglesia- o como es el caso de la iglesia parroquial de San Pedro de Valdesabero, en los años de mediados del siglo XIX, en el cementerio que tenía la propia parroquia. El origen de los libros parroquiales hay que buscarlo en el siglo XVI, ya que fue el Concilio de Trento en 1563, el que estableció la orden de que en todas las parroquias católicas su responsable escribiese cada año los bautismos que se realizaban, los casamientos y velaciones y los enterramientos. No obstante, el propio Concilio no otorgó a los tres registros la misma importancia e insistió más en los bautismos, por lo que habrá que esperar hasta comienzos del siglo XVII, en 1614, con el “Rituale Romanum”, para que las tres anotaciones tuviesen el mismo valor. La finalidad que movía a la iglesia y a los párrocos en esta labor no era la demográfica -es decir dar a conocer el número de nacimientos, casados o difuntos en la parroquia- sino que su objetivo era fundamentalmente pastoral o económico. Así, los primeros en realizarse, los libros de bautismos, lo que intentaban era evitar los matrimonios consanguíneos, los cuales prohibía la iglesia, exceptuando el cuarto grado de consanguinidad y previa solicitud de dispensa. Por ello, son libros de bautismos y no de nacimiento, quedando un margen de niños que no son bautizados debido a morir en los primeros días. Y los libros de enterramientos u óbitos sirven a los párrocos para poder registrar y cobrar los derechos de sepultura y las mandas religiosas -misas, ofrendas, etc.- que realizan los que fallecen, diferenciándolos entre “párvulos” y adultos. Por lo tanto, dada la tardía aparición en España del Registro Civil, 1871, es gracias a esta información de los registros parroquiales como podemos acercarnos al estudio de estos comportamientos demográficos tan importantes. Incluso, aunque ya dispongamos de los números del Registro Civil no podemos dejar de utilizar los parroquiales ya que nos ofrecen una información mucha más detallada sobre el lugar que analizamos.
Del estudio de los libros de enterramientos de Sabero132, en concreto del Libro de Difuntos Nº3 de la parroquia de San Pedro de Valdesabero, que es el único que se conserva y que comprende los años 1852-1887, podemos aproximarnos a la mortalidad general a la infantil -ya que a los párvulos se les consideraba menores de 12 años- y sobre todo, que es lo más nos interesa, a las defunciones de obreros o empleados en la Ferrería de San Blas. Indudablemente, nos hubiese gustado poder disponer de más información tanto a nivel cronológico, años anteriores a 1852, como espacial, de otras localidades próximas y conectadas con la Sociedad Palentino Leonesa, pero debemos de sacar el máximo rendimiento del que tenemos. Como es lógico con los escasos datos sería un atrevimiento calcular tasas de mortalidad general o infantil, pero sí que podemos señalar que el mayor número de defunciones que se producen tienen lugar en los años de mayor actividad del establecimiento férrico. Así, en cuanto a la mortalidad general, sobre un índice 100, son los años de 132] Gracias al párroco don Manuel Fresno González por su predisposición a facilitarnos los libros parroquiales. 115